La Vanguardia (1ª edición)

“Si una idea te hace sentir cómodo..., ¡sospecha de ti!”

Tengo 48 años. Nací en Hamburgo y vivo en Viena. Soy doctor en historia moderna. Estoy casado y no tengo hijos. ¿Política? Solidarida­d, cuidar de los más débiles. ¿Creencias? Humanismo laico y laicista. Necesitas pertenecer a algún grupo, y eso te impele

- VÍCTOR-M. AMELA

Qué pasiones le han arrastrado? El violín, primero. Y el hebreo.

con ¿Porque violinista­s? es de familia judía ¡Qué va! No somos judíos. Mi padre trabajaba en la tele, mi madre cantaba.

¿Y por qué no empuñó el violín? Pensé que era muy ingrato vivir de gira, arriba y abajo siempre con el violín.

¿Y lo del hebreo? Otros se hacían tatuajes o piercings, yo leía el Talmud en hebreo. Mis años punk...

¿Y qué leía por entonces?

A Bruno Schulz.

No le conozco... Un escritor, novelista, artista gráfico y pintor judeopolac­o. En 1942, un oficial nazi lo mató de un tiro en la nuca. De joven leí sus obras, y me impactaron.

¿Por qué? Por cómo reinterpre­ta la historia europea. Me llevó a leer a Diderot... ¡mi inspirador!

¿Denis Diderot, el ilustrado?

Un ilustrado que fue marginado.

¿Marginado? ¡Coordinó la Encicloped­ia Francesa!

Pero su filosofía no trascendió. Y ahora yo le ayudo, Diderot ¿Qué porque propone te dice: lo si merece. Diderot cierta idea que te le convence, motiva? te hace de ti! sentir cómodo, te seduce... ¡sospecha

Vaya, hombre. ¿Por qué? Diderot entendió que sentimos añoranza de ser miembros de un grupo, una nación, una religión, una cultura... Y eso, el querer pertenecer, ¡nos impele a comulgar con una creencia!

Si hay un club de fútbol que merece ganar, ¡es el nuestro, por supuesto! ¿Es eso? Tal cual. Y Diderot empieza a jugar con ese sentimient­o tan humano: cada vez que se le presenta una certeza, la mira con desconfian­za, la observa desde fuera.

¿Y cómo se hace eso? Cuándo vas al cine, disfrutas de la película, el goce es real. Y al salir te dices: “Una peli”.

Una más, un mero relato más. Pues Diderot juega a verlo todo así, como un cuento, sea lo más sagrado, sea lo más prohibido o tabú. ¡Todo! Y escribe novelas: toma una idea y la encarna en un personaje.

¿Y juega con valores y creencias? Por ejemplo, en la novela Jacques el fatalista satiriza el libre albedrío. ¿Entonces Diderot no cree en nada, es una moral? Qué va, era un moralista: perseguía la virtud, lo correcto. Sus actos respondían a su sentido de lo decente.

¿Qué actos? Se casó con una joven sin amarla, sólo porque le gustaba. Y tuvieron un hijo. Pero él tenía a su vez una amante...

Menudo pícaro... Pero jamás avergonzó en público a su esposa. Y cuándo ella cayó enferma, él la cuidó y mimó. ¡Tenía su sentido moral!

Y dice que la filosofía de Diderot fue arrumbada... Los racionalis­tas puros se imponen, como D’Alembert, y rompen con Diderot: se tuvieron gran inquina.

¿Con qué otros colegas riñó? Diderot combatió ferozmente a La Mettrie, ateo materialis­ta autor de El hombre máquina, que encumbró la razón, separó mente y cuerpo. Diderot repudiaba tal segregació­n.

¿Diderot no era un racionalis­ta? Era un radical ilustrado... para el que existía un valor superior a la razón.

¿Cuál?

La voluptuosi­dad.

¿Qué entendía por voluptuosi­dad? La capacidad de disfrutar de la vida física, con sensatez y conciencia, para que dure lo máximo. Y esa voluptuosi­dad te aleja de ejercer poder. Eliges convivir amablement­e.

Interesant­e y sensato. Pero se impusieron la razón y el poder. Y Diderot quedó marginado, como le había sucedido a su predecesor Baruch Spinoza.

¿Propuso un sistema filosófico? Diderot sospecharí­a de todo sistema. Yo le imito. Una escena de una película, una página de una novela pueden explicarte mejor la realidad que el más sólido sistema filosófico en un ensayo de mil páginas.

¿Por qué confluyero­n tantas mentes brillantes en el siglo XVIII? Cayeron las temperatur­as en Europa desde fines del siglo XVI hasta fines del siglo XVII, eso provocó una crisis agrícola, emergieron la industria y la burguesía. Esta nueva clase fue favorable a la idea de igualdad, para igualarse con la aristocrac­ia. Sucedió como siempre: las ideas cuajan si son útiles a alguien con algún poder.

Bien visto. Y hoy, ¿qué idea cuaja? Tenemos el poder de cargárnosl­o todo. Esa es la idea. Somos un peligro. Nuestra avidez es insostenib­le. ¿A ti te gusta el vino?

Sí. ¿Y sabes por qué existe el vino? Porque las levaduras se comen el azúcar, se multiplica­n, siguen comiéndose el azúcar... hasta consumirlo todo. Y sin azúcar, se mueren.

¿Eso estamos haciendo? Nos lo estamos comiendo todo. Veremos si somos más inteligent­es que las levaduras.

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LLIBERT TEIXIDÓ
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VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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