María Soria-Santacruz
INGENIERA AERONÁUTICA
La nueva promoción de investigadores científicos becados por La Caixa recibió ayer los consejos de la ingeniera María Soria-Santacruz, que trabaja en el laboratorio de JPL de la NASA y que fue becaria hace nueve años.
Cuando llegué al MIT estaba un poco intimidada porque no me veía un genio sino sólo como una persona con mucha motivación y capacidad de esfuerzo. Estar rodeada de tanto talento me hizo temer que me vieran como un fraude”, confió ayer María Soria-Santacruz, ingeniera aeronáutica en la NASA, a los 77 investigadores que recibieron ayer sus becas La Caixa para doctorarse en universidades y centros de referencia. “Hasta fui a una charla sobre el síndrome del impostor que, sorprendentemente, estaba llena de cientos de estudiantes”. El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico que se da en gente que no es capaz de interiorizar sus logros y teme ser considerado un farsante. “Las mujeres con carreras de éxito son un grupo de riesgo”, continuó. “Puede que os pase algo parecido porque estaréis rodeados de gente brillante pero yo os digo que la clave es darse cuenta a tiempo de que pertenecéis a ese colectivo y saber aprovechar el momento”.
María de Soria-Santacruz, de 32 años, tiene un brillante currículum. Ingeniera aeronáutica por la UPC, consiguió una beca de La Caixa para desarrollar su doctorado en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). “Trabajé un tema apasionante, estudiando la magnetosfera terrestre y diseñando satélites para muestrearla”. En este sentido, recomendó a los doctorados que escojan un tema que les apasione sin miedo a cambiarlo si se equivocan. Otra clave es el director de tesis que “puede abriros puertas”. Destacó la red de contactos como un recurso útil en el ascenso de la carrera. Relató que durante el doctorado le pidieron que liderara un proyecto extra, construir un satélite universitario con instrumentos parecidos a los que estaba estudiando de forma teórica, lo que le suponía dedicar tiempo extra a su investigación pero “aprendí no sólo a construir el satélite sino a liderar un equipo y esa competencia me ha servido después”. Considera que la formación española es de alto nivel, especialmente la formación de base, pero los científicos españoles carecen de las competencias comunicativas que sí tienen los estudiantes americanos o los alumnos extranjeros
“La formación de los científicos españoles es muy buena, pero no saben ‘venderse’ como los americanos”
que se han formado en EE.UU. “Tenemos que aprender a orientarnos hacia objetivos y saber vendernos para conseguir financiación”.
Después de estudiar en la Universidad de California se le abrieron las puertas del Jet Propulsion Laboratory de la NASA, en el que trabaja desde el 2015 dirigiendo el desarrollo de un instrumento para la misión Psyche que visitará el asteroide del mismo nombre. Se encarga, en concreto, de supervisar que la nave espacial y los instrumentos que se usarán para explorar Psyche sean capaces de comunicarse entre sí y puedan soportar vibraciones y temperaturas extremas.
Psyche se encuentra entre Marte y Júpiter y, debido a una colisión, carece de corteza, lo que deja expuesto el núcleo del astro que se formó durante la creación del sistema solar. “Yo soy la responsable del desarrollo del magnetómetro que se utiliza para medir el campo magnético”. El satélite, del tamaño de un automóvil, se lanzará en el 2022 y llegará al planeta en el 2026. “Creemos que Psyche es de metal (níquel y hierro), por lo que será también la primera vez que llegaremos a un astro que no es de roca, hielo o gas”.
“Somos gente privilegiada”, acabó su charla. “Trabajamos duro y nos merecemos becas como ésta y las oportunidades que le seguirán –añadió– pero no os olvidéis que hay gente con talento que no es tan afortunada y tenemos la responsabilidad de ayudar a que la sociedad sea más justa”.