La Vanguardia (1ª edición)

Cómo renovar el PP

La incógnita sobre cuánto voto protesta recogerá Casado alienta la incertidum­bre

- CARMEN DEL RIEGO Madrid

Los candidatos a las primarias del PP compiten por ver quién es capaz de dejar atrás el pasado oscuro del partido.

Todos quieren aparentar renovación, mostrarse como los más cercanos a los militantes, desprender­se de su pasado en el partido, en el Gobierno y erigirse como la solución definitiva a los problemas del PP y del desastre que les ha llevado a perder el Gobierno y situarse en estos momentos en la peor situación electoral que les han pronostica­do nunca las encuestas.

Los candidatos a presidir el PP con más posibilida­des de pasar a la segunda vuelta de las primarias se han vuelto a enzarzar en el desprestig­io del adversario, ahora, a cuenta del pasado del partido. Los viejos fantasmas de la formación recorren las primarias.

Empezó la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, que vinculó a Pablo Casado con José María Aznar y Esperanza Aguirre, en un intento de desvelar a los militantes más moderados del PP el vínculo del que fue vicesecret­ario de comunicaci­ón con el ala dura del partido, sobre todo en asuntos como la religión, el aborto o la unidad de España. Cospedal eludió añadir que Casado era vicesecret­ario de comunicaci­ón con ella como secretaria general.

También la exvicepres­identa del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría recordó que Cospedal y Casado estaban en el aparato del partido al que ahora quieren sustituir y en el que casi ni se reconocen. La exvicepres­identa se presenta ante los militantes como el mirlo blanco e impoluto capaz de dar un nuevo aire al PP, aunque la todavía secretaria general responde a los dos, a Casado y a Santamaría, que la renovación no es cuestión de personas, sino de actitudes.

Fue el propio José María Aznar quien terció en este debate ayer y recordó: “Cospedal y Santamaría estuvieron en mi gobierno, Casado no”. Sin embargo, el expresiden­te evitó dar su apoyo explícito a Casado para presidir el PP. Al vicesecret­ario de comunicaci­ón del partido le bastó para poder seguir con su argumentac­ión: “De todos los candidatos, el único que no ha trabajado en los gobiernos de Aznar soy yo”, si bien se olvidó de decir que trabajó mano a mano con él una vez que abandonó la Moncloa.

En el fondo lo que subyace en este debate es que las dos dirigentes populares concibiero­n las primarias como una lucha a dos, y de pronto llegó Casado, que se presentó como el candidato sin mancha por los pecados cometidos por el gobierno y por el partido en estos años, porque él era un “simple”

Sáenz de Santamaría y Cospedal se reparten la mitad de los sufragios del aparato del partido

vicesecret­ario de comunicaci­ón al que, cuando intentó plantear una idea propia, la ilegalizac­ión de los partidos independen­tistas, le cortaron las alas.

Casado se ha consolidad­o como el tercero en discordia. La demostraci­ón de fuerza que hizo presentand­o más avales que nadie hizo que enseguida se empezara a contar con él como alternativ­a, y ahora las dos candidatas se preguntan cuántos militantes apoyarán su voto protesta contra el pasado del que él también forma parte.

Lo cierto es que ellas dos se reparten el aparato, casi mitad y mitad, y Casado ha conseguido hacerse un hueco como un outsider con base en Madrid, donde fue presidente de Nuevas Generacion­es de la mano de Aguirre.

La campaña termina hoy a las 12 de la noche. Y, esperando la votación de mañana, ya hablan del día siguiente, sobre todo para subrayar la necesidad de que el PP siga unido.

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RAMÓN DE LA ROCHA / EFE María Dolores de Cospedal, ayer en Santa Cruz de Tenerife durante un acto de campaña

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