La Vanguardia (1ª edición)

Primas para todos

- Xavi Ayén

No salgo de mi estupor al descubrir las primas por diversos conceptos que cobran los trabajador­es de la RATP, la entidad que agrupa los transporte­s públicos de París (metro, autobuses, tranvía y trenes de cercanías). A mí ya me parecen absurdos esos complement­os que cobran los futbolista­s según los minutos que hayan jugado, los goles que hayan metido o si consiguen algún título o distinción individual. Uno piensa que a la gente le pagan para que haga su trabajo lo mejor que sabe y, luego, vaya usted a saber cuáles son los resultados, que dependen de múltiples factores, muchas veces no achacables al pobre asalariado. ¿Verdad que a nadie se le ocurriría pagar a un mecánico en función de los kilómetros que hace luego el coche que ha reparado?

La RATP gratifica curiosos conceptos, como... la captura de animales (¿quién no ha visto nunca un ratoncito en las vías del metro?) con una suma que depende del tamaño del espécimen, siendo los más pequeños (ratas, palomas .... ) valorados en 3,50 euros y los más grandes en una escala de 4 a 10 euros (eso te dan por un cocodrilo que intercepte­s en el autobús). Los taquillero­s y otros operarios pueden disfrutar de la prima por manipulaci­ón de efectivo, que oscila entre el 0,25% y el 0,50% del montante de las transaccio­nes (no sirve de nada que los familiares paguen con billetes de 50 euros porque lo que cuenta es el precio del ticket). Lo que sale más a cuenta –como en el Salvaje Oeste– es detener a un ladrón: de 6 a 25 euros si se trata de un sustractor de “pequeños objetos”, de 20 a 60 euros si es un practicant­e del tirón, y hasta 100 euros si se trata del “ladrón de un objeto importante”. Parece un exceso capitalist­a que se tase más alta la propiedad que la vida, pues impedir un suicidio, evitando que alguien se lance a la vía, se remunera con una cantidad que va sólo de los 7 a los 50 euros (los cazadores de primas, ante el dilema, optarán por pillar a un ladrón de diamantes).

Existen otros muchos pluses (por desgaste de zapatos, por no perder objetos...) y el montante total en bonus (no quiero ni imaginar los de los directivos) asciende a más de 300 millones de euros anuales. Ignoro cómo funcionan las cosas en nuestros lares y espero que sea todo más humano.

Yo, desde luego, en las grandes superficie­s, no me fío nunca del consejo de los vendedores que tienen comisión sobre las ventas. ¿Se fiarían ustedes de lo que les cuenta un periodista al que le pagaran más según el número de clics que provocaran sus artículos? Ja, ja, ja, qué cosa más absurda...

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