El alma de Martínez
El técnico de Bélgica convenció a su equipo de que podía batir a Brasil
Clareaba el amanecer en Kazán cuando Roberto Martínez cargaba con una maleta de ruedas y con una mochila. De esta última pendía una etiqueta con su fotografía, su nombre y su cargo. Por si alguien no sabía quién era ahora ya lo saben, el entrenador que ha eliminado a Brasil del Mundial. El partido que había imaginado en su pizarra, allá donde nunca pierde, se había plasmado casi a la perfección pero el catalán sólo machacaba una y otra vez una palabra: mente.
Hasta ahora se tenía a esta artística generación belga como futbolistas de calidad pero sin alma. Su salida de la Eurocopa 2016 y del Mundial 2014, en ambas ocasiones en cuartos, sólo había demostrado que eran lo que en la NBA se conoce como soft. Futbolistas blandos, débiles de cabeza, representados como nadie por Kevin de Bruyne, técnicamente excelente pero evasivo cuando llegaban las curvas. Por eso Martínez ha profundizado en el aspecto psicológico. “Yo no he conseguido nada. Lo han hecho los jugadores. Soy consciente de que tengo un grupo de futbolistas que se merecen el oro porque en el fútbol creer que puedes ganar a Brasil en un Mundial lo es todo. Ganar a Brasil empieza en la mente. Me he dado cuenta de que estos jugadores estaban preparados para tomar riesgos. Tácticamente hemos tenido que hacer un partido de riesgo. La ejecución del partido hace que merezcan ser gente ejemplar en Bélgica para muchas generaciones”, ensalza el preparador de Balaguer.
Decidió escorar a la derecha a Lukaku, colocar de falso nueve a De Bruyne, protegerse con Fellaini… Todo eso estaba bien, pero sin la convicción no se habría llegado a ningún sitio. “Cuando quieres ganar a Brasil tienes que ir más allá del tema táctico y del tema técnico. Hay
En el fútbol ganar a Brasil empieza en la mente. Me he dado cuenta de que estos jugadores estaban preparados para tomar riesgos” Le dedico esta victoria a mi familia. Me fui a los 16 años y ya hace mucho que mis padres recorren kilómetros para ver los partidos”
que hacerlo con corazón. El jugador creía que podía ganarle a Brasil y todo parte de ahí. En un Mundial, con sólo dos días para preparar un encuentro, todo empieza en la creencia. Sólo así se puede apostar por una táctica agresiva donde a veces se defiende con seis o siete y se dejan muchos jugadores arriba”, analiza Roberto.
Y cuando se quebraba el penúltimo dique aparecía la manopla del guardameta. “Después tuvimos a Courtois, que demostró lo que es, el mejor portero del mundo”, reconoce Martínez. “Estoy muy orgulloso de mi última parada y de mi partido y del encuentro del equipo en general. Teníamos mucha presión para superar nuestros torneos anteriores y lo hemos conseguido”, se felicita Courtois.
Martínez ya está preparando el desafío del martes ante Francia, un equipo al que conoce a la perfección, y por eso asegura que aún no piensa en el título, sino en dar el siguiente paso. Eso sí, lo que vivió el viernes en el Kazan Arena ya forma parte de su imaginario propio y el del equipo. “Para nosotros era el partido del Mundial porque jugar contra el equipo de la camiseta amarilla y pentacampeona sólo podía ser calificado así y nos ha salido bien. La mejor generación belga hasta ahora era la de México 1986, cuando llegó a semifinales, y estoy muy orgulloso de que este grupo de jugadores ya se haya puesto a su altura. Ahora veremos si podemos superar este nivel”.
El jefe de prensa de la Federación belga le tira de la manga para que lo deje ya, para que marche pero todavía tiene tiempo de acordarse de los suyos. “Le dedico esta victoria a mi familia. Me fui a los 16 años de Balaguer para ir a Zaragoza y ya son muchos años en los que mis padres recorren muchos kilómetros para ver los partidos. Es una suerte tener la familia que tengo”. Su campaña no se detiene aquí.