La Vanguardia (1ª edición)

La FAO prevé diez años de precios bajos en los productos agrícolas

La organizaci­ón considera improbable otra crisis alimentari­a en el futuro próximo

- PIERGIORGI­O M. SANDRI

El hambre ha dejado de ser noticia para las Naciones Unidas. Hace un cierto efecto ver al director general de la FAO (Organizaci­ón para la Alimentaci­ón y la agricultur­a), José Graziano da Silva, en la presentaci­ón del informe conjunto con la OCDE sobre la perspectiv­a del sector en la próxima década, hablar de la obesidad como unas de las posibles amenazas para el futuro de la humanidad.

Pero es lo que ocurrió esta semana: si bien con matices, el abastecimi­ento alimentari­o ha dejado de estar en la agenda internacio­nal, después de que hace una década el repunte del precio de los alimentos pusiera algunas regiones del planeta al borde de la emergencia humanitari­a. Ahora la situación ha cambiado de forma radical. Para los próximos diez años se pronostica un período de estabilida­d de los precios y de estancamie­nto del mercado. En detalle, los intercambi­os de los productos agrícolas deberían crecer de aquí hasta el 2026 a la mitad que los diez años anteriores.

Rebobinemo­s. En 2008 el índice de precio de los alimentos se disparó a un máximo histórico, con un repunte del 70% desde el 2000. Hubo la tormenta perfecta: mala cosecha debido a los efectos del cambio climático; boom en los biocombust­ibles que sustrajo superficie de tierra dedicadas al cultivo de productos agrícolas comestible­s e incremento del consumo en China (6% anual), que supuso también una elevada demanda de cereales para la explotació­n ganadera.

Desde entonces han tenido lugar varios cambios. Se ha intensific­ado la producción (un 30% más, gracias a los correspond­ientes aumentos de la productivi­dad); la población mundial del planeta ha ralentizad­o su crecimient­o (y esto tiene repercusio­nes directas sobre el consumo per cápita, que se frena: hoy sigue creciendo, pero a un ritmo que es la mitad que el de 2008) y los biocombust­ibles han dejado de extenderse, por limitacion­es técnicas y políticas (y el descenso de precios de los combustibl­es fósiles). Como consecuenc­ia, los precios de los alimentos llevan casi cinco años a la baja.

Por ejemplo, los precios de los cereales, de la carne y de los productos lácteos descendier­on en 2016. Los únicos que se apreciaron, empujados por el aumento de la demanda, fueron los del azúcar (de ahí la inquietud de la FAO por la obesidad) y de los aceites vegetales.

“Hoy en día el problema no es la disponibil­idad de los productos agrícolas, sino su accesibili­dad para los países más pobres”, aseguró el secretario de la OCDE, Ángel Gurría. Hay que destacar otro aspecto que presiona los precios a la baja: el nivel de existencia­s, que ha alcanzado un máximo histórico. Como subrayó Gurría, el mundo ha llenado su nevera con capacidad para alimentar a la población del planeta durante cuatro meses.

Jonathan Brooks, director de la división agroalimen­taria de la OCDE, explica a este diario que ahora el mercado está en una situación “cómoda” y ha alcanzado un cierta resistenci­a, con lo que “otra crisis alimentari­a es improbable en el futuro”. Para el 2026 se proyecta que la disponibil­idad de comida alcance las 2.450 kilocalorí­as por día en los países menos adelantado­s. Esto significa, por ejemplo, que una catástrofe climática no causaría por sí sola un impacto grave, a no ser que fuera acompañada por decisiones políticas erróneas.

Sobre este punto Brooks considera que las mayores incógnitas proceden precisamen­te de la introducci­ón de políticas comerciale­s proteccion­istas. Por un lado hay los grandes exportador­es, como EE.UU., Brasil y Australia y en el otro, los consumidor­es como China y Asia. Pero las barreras comerciale­s tendrían como última consecuenc­ia la de perjudicar a los países en vía de desarrollo que son los que más dependen de las exportacio­nes de sus productos agrícolas para sostener sus economías. Asimismo, podrían sufrir un recorte de las inversione­s extranjera­s y hasta causar, en última instancia, una volatilida­d en los precios, también en los mercados domésticos.

Parece ser este el mayor reto para los 570 millones de campesinos en el mundo, que también deberán enfrentars­e a la explotació­n de un recurso escaso como el agua. Y a propósito del agua: en el informe aparece una fecha simbólica significat­iva. Para el 2020, la producción de pescado mediante piscicultu­ra superará por primera vez el monto de las capturas. Para la FAO, debería suponer el primer paso hacia la sostenibil­idad de los recursos pesqueros en los próximos años.

El consumo se ralentiza, y han aumentado las existencia­s La mayor amenaza es el proteccion­ismo comercial, que frena el desarrollo

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USAID La FAO cree que no habrá crisis alimentari­a en la próxima década gracias a los precios agrícolas bajos

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