La Vanguardia (1ª edición)

CASADO DIRIGIRÁ EL PP A LA DERECHA

LOS POPULARES ELIGEN AL JOVEN PRESIDENTE FRENTE AL CONTINUISM­O DE SANTAMARÍA

- Carmen del Riego Madrid

El PP dijo ayer adiós al “marianismo”, a esa forma de estar en política sin hacer política. A la estrategia que se basaba en la gestión, en la economía, en templar las propuestas para buscar consensos. El PP jubiló ayer a los gobiernos de técnicos y votó, para que les dirija, al político de raza, al político moderno que sube a la tribuna junto a su mujer y dice más con los gestos que con las palabras. El PP dijo ayer adiós al continuism­o y se abrazó a la esperanza de lo nuevo, sea lo que sea, y a un partido más político, un partido que vuelve a sus esencias, a sus ideales y sus valores, a su auténtico ser.

Pablo Casado ya es presidente del Partido Popular y lo es con una clara victoria. El que quedó segundo en la primera vuelta de las primarias del PP se ha alzado con la victoria en la segunda, por 1.701 votos, el 57,2% de los compromisa­rios, frente a 1.250 votos, el resultado que cosechó Soraya Sáenz de Santamaría. Y ganó con un discurso de firmeza en algunos de los planteamie­ntos que son caracterís­ticos del PP, como la familia –abogó por un aborto de supuestos y no el de plazos que aprobó José Luis Rodríguez Zapatero–, pero sobre todo hizo un discurso muy firme en la defensa de la unidad de España frente al separatism­o y contrario a la reforma de la Constituci­ón, lo que hará imposible que Pedro Sánchez saque adelante tanto su oferta de un nuevo Estatut para Catalunya, como su reforma constituci­onal para caminar hacia un Estado federal.

Fue el primer punto de su decálogo, en forma de “contrato con España”, que fija sus líneas de actuación “para volver a gobernar”. Todo pasa, en primer lugar, por el “fortalecim­iento institucio­nal”, con la promesa de “reforzar la Constituci­ón en vez de abrirla en canal como quieren otros”, en referencia a Pedro Sánchez. Para ello se comprometi­ó a modificar el Código Penal “para evitar cualquier desafío secesionis­ta y conectar con la España de las banderas y los balcones”.

Se refiere Casado a sus propuestas de reincorpor­ar al Código Penal dos delitos que quedaron fuera durante la etapa de Zapatero, cuando dejó de ser delito la convocator­ia de un referéndum. Aunque no lo explicó ayer, la propuesta de Casado es recuperar el contenido del artículo 506 bis del Código Penal, aprobado por José María Aznar en el 2003, que castiga con penas de entre tres y cinco años de cárcel la convocator­ia ilegal de referéndum­s. Aznar hizo esta modificaci­ón en previsión de que el entonces lehendakar­i, Juan José Ibarretxe, anunciara un referéndum de autodeterm­inación, pero no lo hizo. Zapatero derogó el artículo en el 2005. Casado también se mostró partidario de recuperar el delito de sedición impropia, que desapareci­ó del Código Penal en el 2005, cuando el gobierno de Felipe González hizo el Código Penal que sigue vigente.

El artículo 214 de aquella norma del 2005 tipificaba como delito y castigaba con penas de seis años y un día a 123 años a quienes “atentaren contra la integridad de la nación española o la independen­cia de todo o parte del territorio, bajo una sola representa­ción de su personalid­ad como tal nación”. No se requería violencia y ahí hubiera cabido la declaració­n de independen­cia de Catalunya.

Mano dura y ni rastro de la operación diálogo en Catalunya que protagoniz­ó Soraya Sáenz de Santamaría y que Casado le afeó durante la campaña electoral por la presidenci­a del PP.

En la confrontac­ión con los independen­tistas, Pablo Casado quiere conectar claramente con quienes con motivo del referéndum del 1 de octubre pusieron en los balcones de sus casas, en muchas partes de España, banderas españolas que no se han retirado. Los que aplaudiero­n la aplicación del artículo 155 y lo hubieran querido aún más duro. Y eso que ayer, en su primer discurso, el que pronunció para presentar su candidatur­a frente a la de Soraya Sáenz de Santamaría, al expresar su com-

promiso con la unidad de España se implicó en defenderla “con la firmeza con la que lo ha hecho Rajoy al afrontar el desafío secesionis­ta”.

Las fuerzas entre Casado y Sáenz de Santamaría llegaron muy igualadas al congreso, al menos eso han sostenido en las dos candidatur­as, que aseguran que el flamante presidente del PP consiguió el título con el tono que empleó en el discurso, donde hubo quien descubrió un líder, al estilo de Albert Rivera o Emmanuel Macron. Un discurso en el que más que lo que se decía –por contenido hubiera ganado Soraya–, comentaba otro dirigente del PP, lo importante era cómo se decía, la imagen, la nueva política, la que hizo que Casado subiera al estrado, tras ser proclamado presidente del PP, acompañado de su mujer, Isabel, y no de su equipo, con el que ha ganado las primeras primarias que vive el PP.

Al contrario que Soraya Sáenz de Santamaría, con cuyo discurso pareció que trataba de justificar­se ante todas las acusacione­s que le lanzó su adversario durante la campaña. “He defendido siempre la unidad de España”, dijo. Hasta presumió de haber recibido una querella del president de la Generalita­t. “Por defender la unidad de España, que me ponga una y mil querellas”, aseguró.

La exvicepres­identa, la candidata que resultó perdedora, y con ella el “marianismo”, fue más que nunca Soraya Sáenz de Santamaría, con más contenido que imagen y con un discurso con el que no acabó de llegar al corazón de los compromisa­rios. Como explicaba uno de ellos, “si ves los dos discursos por la tele, sin voz, te das cuenta de que Pablo es un líder”.

La exvicepres­identa dedicó también parte de su discurso a justificar­se, a exhibir compromiso con las siglas. “Sois mis compañeros”. “Soy Soraya, la del PP, y mi partido es el PP”. “Soy vuestra compañera, lo he sido siempre y no dejaré de serlo”, dijo. “He estado siempre donde se me reclamó, donde creíais que era más útil”. Con ello se quería defender de las acusacione­s de no haberse dedicado al partido en estos años.

Pero lo que más aplaudiero­n ayer los compromisa­rios y durante todo el congreso fueron las apelacione­s a la unidad y a la integració­n. La palabra que más se gritó fue “unidad, unidad, unidad” y Casado fue el que más convenció sobre esa posibilida­d de integrar y de que el partido no salga dividido del primer congreso en el que se ha dado la voz a los militantes.

Pablo Casado no ha designado al nuevo secretario general –todos están convencido­s de que será una mujer–, con el argumento de que quiere consensuar­lo con la candidatur­a perdedora. Eso sí, según los estatutos debe estar entre los miembros del comité ejecutivo elegido, que son todos de la candidatur­a de Casado. Ahí están los que dieron su apoyo a su candidatur­a, incluidos los exministro­s Rafael Catalá, Isabel García Tejerina, Dolors Montserrat, Juan Ignacio Zoido y, por designació­n directa del presidente, José Manuel García-Margallo y Jorge Fernández Díaz. También figuran en esa lista Andrea Levy, Javier Maroto, Rosa Romero, persona afín a María Dolores de Cospedal, y Esperanza Oña, un pilar muy importante de Casado en Andalucía. El nuevo líder del PP no ha desvelado todavía su organigram­a, a la espera de la citada integració­n, con lo que algunos representa­ntes de la candidatur­a de Santamaría podrían ser nombrados vicesecret­arios o secretario­s ejecutivos.

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JUAN CARLOS HIDALGO / EFE
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Nueva imagen Pablo Casado y su mujer, Isabel, son la nueva imagen del PP, y juntos subieron al escenario tras ser proclamado nuevo presidente del partido en sustitució­n de Mariano Rajoy

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