Jaroslaw Kaczynski
LÍDER NACIONALISTA POLACO
El Gobierno nacionalista polaco, que dirige desde la sombra Kaczynski, ha puesto en marcha su quinta reforma legislativa para lograr tener bajo su control la elección de cargos del poder judicial y menoscabar su independencia.
El Gobierno de Ley y Justicia puso su apisonadora parlamentaria a todo vapor al aprobar en 48 horas un nuevo paquete de leyes improvisadas al vuelo para tomar el control absoluto del poder judicial, de arriba abajo. El nuevo paquete legislativo, el quinto en lo que va de la legislatura, garantiza al Ejecutivo el nombramiento del presidente y de la mayoría de jueces del Tribunal Supremo –el último reducto de la independencia judicial tras la supresión del Tribunal Constitucional–, el sometimiento al Gobierno del Consejo del Poder Judicial y la purga de cientos de cortes de justicia en todo el país.
El régimen forzó las leyes en la
Cámara de Diputados, convertida en una plaza asediada, acordonada con cientos de policías y rodeada con barreras metálicas, para hacer frente a manifestaciones de protesta.
La toma del Tribunal Supremo tiene una importancia crucial porque, entre otras cosas, es la corte que avala la legalidad de las elecciones. Muchos polacos temen que el Gobierno nacionalista querrá adulterarlas para perpetuarse en el poder. En otoño habrá elecciones municipales y el año próximo, europeas.
El Gobierno acabó de reformar también la ley electoral para elecciones europeas para favorecer a los partidos grandes, como Ley y Justicia, y perjudicar a candidatos de la oposición e independientes.
La presidenta del Supremo,
Malgorzata Gersdorf, desafió hace dos semanas al Gobierno, que pretendía acortar su mandato mediante una jubilación forzosa prematura. Junto a decenas de otros jueces del Supremo, denunció la operación como inconstitucional, porque la Constitución garantiza la inamovilidad de los jueces y fija el mandato de la presidenta hasta el año 2020. Gersdorf no reconoce ni su propia destitución ni las leyes que pretenden asegurar al Gobierno la posibilidad de cesar a jueces independientes y nombrar en su lugar a dedo a otros obedientes, y junto a otros colegas rebeldes acude todos los días a su trabajo en el Supremo.
Antes ya habían protestado, igualmente en vano, el presidente del Tribunal Constitucional y numerosos expertos en Derecho constitucional, así como líderes de la transición democrática y los expresidentes Lech Walesa, Aleksander Kwasniewski y Bronislaw
La nueva ley permite cambiar a la presidenta del Supremo, después de que la titular se negara a dimitir
Komorowski. Para todos ellos la conducta del Gobierno equivale a un golpe de Estado reptante que oculta el propósito final de sacar a Polonia de la Unión Europea, a la que dan por muerta como organismo de integración europea basada en normas y valores comunes.
Una vez mas el Gobierno, que no oculta que sigue con admiración el modelo húngaro de Victor Orbán, dejó claro que no respetaba la Constitución vigente, si esta era un obstáculo para sus propósitos de extender su poder a todas la instituciones democráticas e independientes, ni pensaba hacer caso a las multitudinarias protestas que desde hace un año sacan a las calles a decenas de miles de manifestantes, ni le importaban las reiteradas críticas de Bruselas, que está a punto de denunciar estas violaciones del Estado de derecho ante el Tribunal de Justicia de la UE.
El Gobierno de Ley y Justicia demuestra que el afán de instaurar un orden autoritario de su líder, Jaroslaw Kaczynski –que hace años pidió gobernar desde “un centro informal del poder político, fuera de las instituciones”– es la ley suprema por encima del Estado de derecho y el imperio de la ley.