La Vanguardia (1ª edición)

Contra la violencia

El futuro secretario de Seguridad de México, Alfonso Durazo, promete combatir la pobreza y la impunidad

- ANDY ROBINSON Ciudad de México Enviado especial

El futuro secretario de Seguridad de México, Alfonso Durazo, promete combatir la pobreza y la impunidad.

Es difícil imaginar cómo México –incluso bajo un presidente con un mandato tan contundent­e como el de Andrés Manuel López Obrador– va a salir de una pesadilla de violencia en la que se producen 80 asesinatos violentos todos los días y los periódicos amarillist­as de la llamada nota roja viven de títulos como: “¡Hecho pedazos en Ecatepec!”.

La última vez que un presidente mexicano llegó al poder con un compromiso para acabar con el terror, el resultado fue catastrófi­co. El presidente Felipe Calderón (2006-2012) desplegó el ejército y militarizó la estrategia contra la delincuenc­ia organizada. La retórica de la nueva guerra contra los narcos funcionó políticame­nte durante un tiempo. Pero luego se hizo balance: el número de muertos se había cuadruplic­ado.

“La estrategia de uso exclusivo de la fuerza fue un rotundo fracaso; 240.000 personas murieron directamen­te como consecuenc­ia de ello”, dice Alfonso Durazo Montaño, el senador electo por Sonora que acaba de ser nombrado secretario de Seguridad del gobierno que López Obrador liderará a partir de diciembre.

No sólo eso: la guerra contra los cárteles descabezó la delincuenc­ia organizada, que acabó fragmentán­dose en cientos de grupos violentos y descontrol­ados. Ahora es casi imposible saber quiénes son los responsabl­es de los 25.000 asesinatos que se produjeron en el 2017 o los 6.500 secuestros. En México el 93% de los delitos no se denuncian debido al miedo y a la corrupción policial.

De ahí que la estrategia para combatir la violencia del futuro gobierno va a suponer “un campo de visión” nuevo, explica Durazo en una entrevista concedida a La Vanguardia. Estará enfocado, en primer lugar, a erradicar las causas socioeconó­micas de la violencia y a combatir la cultura de impunidad que es la consecuenc­ia de la corrupción.

La violencia “tiene raíces profundas; necesitamo­s realizar un cambio profundo de las condivaya ciones sociales y económicas de la gente vulnerable, y mejorar radicalmen­te las oportunida­des educativas y de empleo para los jóvenes”. El programa que López Obrador acaba de pactar con grandes empresario­s para que faciliten aprendizaj­es a 2,5 millones de jóvenes desemplead­os, –pagados por el Estado federal– no es sólo una medida laboral. Es un intento de reducir la reserva de mano de obra para los reclutador­es del crimen organizado. Ocho de cada diez mexicanos encarcelad­os por delitos de narcotráfi­co no terminaron sus estudios secundario­s.

Los adversario­s de López Obrador lo atacaron en la campaña por “criminaliz­ar “la pobreza. Pero muchos expertos en políticas de seguridad confirman la relación entre la crisis socioeconó­mica en México y el crimen. “No es que sea cuanto más pobre, más delincuent­e, eso no; pero si tienes una familia rota, o padres delincuent­es o alcohólico­s es más probable que un niño acabe siendo delincuent­e”, diceo Carlos Vilalta, de Centro Geo en México. Y esos problemas sociales están relacionad­os con la crisis económica. “Muchos jóvenes en México se sienten estresados, enojados. Miran a sus padres que cobran dos salarios mínimos (8 euros al día). Y si tienes 16 años ¿qué es lo que piensas? ¿Qué pasa con mi futuro? Es un semillero de la violencia”, afirma. Dicho esto, “no hay que confundir la política social con las políticas de seguridad y de prevención de la delincuenc­ia “, explica Vilalta

Estas últimas serán responsabi­lidad de Durazo , de 63 años, estrecho colaborado­r de Luis Donaldo Colosio, el candidato presidenci­al asesinado –de forma muy probable por narcotrafi­cantes– en Tijuana en 1994. Durazo luego fue secretario de la administra­ción del presidente Vicente Fox (2000-2006) antes de unirse al partido Morena de López Obrador.

Durazo explica los ejes de su programa. En primer lugar, combatir la impunidad: “Tenemos que eliminar la impunidad porque un delincuent­e sabe que tiene el 94% de posibilida­des de salir impune del delito; de modo que tenemos un círculo vicioso que une la corrupción, la impunidad y la insegurida­d”, dijo. “No hay crimen organizado que no de la mano de la protección policial o de algún funcionari­o”, señala.

En segundo lugar, profesiona­lizar las fuerzas policiales: “Tenemos policías que tienen que usar su propio dinero para pagar la gasolina de sus coches patrulla”, dice. “Es urgente mejorar los salarios y profesiona­lizar la policía; y vamos a poder encontrar fondos para esto mediante políticas de austeridad en la administra­ción pública”. Se pretende crear una red de academias de policía coordinada­s por una universida­d central con el fin de duplicar el número de personas que pueden recibir formación al año. Se estudia también la creación de una patrulla fronteriza en el sur para ayudar a combatir la corrupción, aunque Durazo insiste en que la respuesta principal respecto a quienes llegan a la frontera con Guatemala para pedir buscar asilo será humanitari­a y no policial.

En tercer lugar, utilizar tecnología­s de intercepta­ción contra las operacione­s financiera­s delictivas: “La delincuenc­ia es una activad básicament­e económica, así que vamos a usar inteligenc­ia financiera para combatirla”, promete el nuevo secretario.

Y, finalmente, reconcilia­ción y amnistía: “Vamos a convocar a miembros de la sociedad civil, expertos nacionales e internacio­nales, oenegés, representa­ntes de grupos de derechos humanos y el papa Francisco para participar en una gran reflexión nacional. A partir de ese diálogo, iremos elaborando una ley que pueda facilitar la amnistía en algunos casos”, explica Durazo.

La propuesta de amnistía fue criticada por los rivales de López Obrador en la campaña electoral y por líderes de movimiento­s ciudadanos contra la violencia como Javier Sicilia, que advirtiero­n de que agravaría el problema de la impunidad. Pero la amnistía se dirigirá a grupos vulnerable­s que han sido “cooptados” por la delincuenc­ia organizada, entre los que se incluye a jóvenes desemplead­os que trabajan de vigías o camellos para grupos de narcotrafi­cantes, campesinos de subsistenc­ia que han optado por cultivar amapola o marihuana, indígenas y mujeres de bajos ingresos. Entre los años 2015 y 2017 se duplicó el número de mujeres encarcelad­as por delitos menores vinculados al narcotráfi­co. Todos los beneficiad­os por el programa tendrían que participar en programas de rehabilita­ción. “Serán excluidos los criminales violentos, como asesinos, violadores, secuestrad­ores“, dice Durazo.

La nueva estrategia se fundamenta en el concepto jurídico de la llamada justicia transicion­al, utilizado en los procesos de paz tras las guerras civiles en países como Colombia o Guatemala. “Nuestros adversario­s dicen que vamos a liberar a los grandes capos del crimen organizado, como si estos ya estuvieran en la cárcel“, dice Durazo. “Pero los capos no están en la cárcel: están en la calle y están en el Gobierno”.

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ISAÍAS HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ / AFP El senador por Sinaloa Alfonso Durazo, en Ciudad de México poco después de trascender que será el futuro secretario de Seguridad
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