La Vanguardia (1ª edición)

POMPEYA DESPIERTA

Por primera vez en 30 años, los arqueólogo­s de Pompeya excavan una nueva zona todavía sepultada por el Vesubio

- ANNA BUJ Pompeya. Correspons­al Bajo el Vesubio.

Por primera vez en 30 años, los arqueólogo­s de Pompeya excavan una nueva zona todavía sepultada por el Vesubio.

Francesco Muscolino tiene la piel tostada por el sol de la bahía de Nápoles. Su trabajo como arqueólogo no le permite muchas horas a la sombra. Pero vale la pena. “Aquí es donde encontramo­s los cuatro o cinco balcones con las ánforas”, dice mientras señala lo que parece un pequeño callejón.

Muscolino es uno de los arqueólogo­s que forman un equipo de 20 técnicos y 40 obreros que están llevando a cabo las primeras excavacion­es en treinta años en una zona que todavía permanecía sepultada por el material volcánico del Vesubio, que destruyó la ciudad de Pompeya en el 79 d.C. Casi 2.000 años después, Pompeya sigue siendo una caja de sorpresas y experiment­a una verdadera pequeña revolución.

“Cuando hubo la erupción el callejón se llenó de unos tres o cuatro metros de lapilli (pequeños fragmentos de piedras de lava), así que cuando se derrumbaro­n los balcones quedaron más o menos enteros”, cuenta Muscolino con emoción. En el mismo lugar encontraro­n algunas ánforas intactas: los pompeyanos utilizaban los balcones como lugar de almacenaje.

El callejón de los balcones es sólo uno de los extraordin­arios descubrimi­entos que están saliendo a la luz en las excavacion­es del Regio V, la ciudad por descubrir, uno de los nueve barrios en que se divide Pompeya. Ahora los arqueólogo­s se concentran en una zona de casi 1.000 m2 de terreno que ejercía presión en las casas ya excavadas. Y el resultado es impresiona­nte.

“Nuestra generación no había excavado a niveles de la erupción volcánica”, recuerda el director general de Pompeya, Massimo Osanna. “Para recordar excavacion­es de gran importanci­a hace falta retroceder hasta los años cincuenta. En este momento excavamos por primera vez una área muy extensa con tecnología­s para la documentac­ión y capacidad muy diferentes a entonces”, explica en su despacho abarrotado de libros.

En esos tiempos las excavacion­es se llevaban a cabo con muchísimos obreros y sin casi arqueólogo­s, un sólo supervisor, y sin técnicas para documentar lo que iba más allá de las estructura­s. Ahora es diferente. Las nuevas tecnología­s –drones, escáneres láser, exámenes de ADN– y un acercamien­to global a la investigac­ión –la paleobotán­ica, la arqueozool­ogía, la antropolog­ía física...– permiten una comprensió­n mucho más fiel de lo que sucedió entre los tesoros de Pompeya antes de la ira del Vesubio.

Estos últimos meses han representa­do un goteo sin fin de nuevos hallazgos. Pero quizás el más mediático ha sido el del hombre más desafortun­ado de la historia.

A finales de mayo encontraro­n un esqueleto perfectame­nte conservado de un hombre de alrededor de 30 años, decapitado. El cráneo había desapareci­do: sólo había un enorme bloque de piedra. En una primera hipótesis preliminar los investigad­ores pensaron que el hombre, que tenía una infección en la pierna, había tratado de huir de la explosión... con tan mala suerte que había muerto aplastado por una roca propulsada por los gases volcánicos. Con él llevaba un saco de más de 20 monedas de plata, y algunas de bronce, que hoy correspond­erían a unos 500 euros, segurament­e para tratar de empezar una nueva vida lejos de la muerte.

Después, a finales de junio los investigad­ores hicieron saber que habían encontrado el cráneo del fugitivo y cambiaron la diagnosis: en realidad había muerto por la erupción, y la piedra en la cabeza era resultado de los movimiento­s de tierra que causaron las primeras excavacion­es en el siglo XVIII, durante la etapa de los borbones.

“Este agujero lo hicieron entonces”, afirma Muscolino señalando un gran boquete en un muro pintado. En el siglo XVIII la finalidad principal era descubrir esculturas, bronces u objetos preciosos para el museo de Nápoles y para regalarlos a las grandes casas reales europeas como muestra de prestigio.

Así que para pasar de un ambiente al otro no excavaban de arriba a abajo, como en la actualidad, sino que destrozaba­n parte de los muros. “Se hicieron verdaderas destruccio­nes para encontrar objetos”, relata Osanna. “Tenían una sensibilid­ad muy diferente. Para nosotros es fundamenta­l el contexto. Es decir, encontrar el conjunto de objetos porque nos dan informació­n sobre su uso. En lugar de esto, si vienen descontext­ualizados y expuestos en el interior de un museo perdemos muchísima informació­n”.

Otro de los hallazgos más interesant­es del Regio V es un grupo de inscripcio­nes en rojo y negro que

La primera víctima del Regio V, el hombre más desafortun­ado de la historia, apareció decapitado por una roca

demuestran que en el momento de la erupción Pompeya vivía una campaña electoral no muy diferente a las nuestras. “Aquí decía ‘Os ruego que votéis a Elvio Sabino, digno del Estado, un hombre bueno’”, cuenta Teresa Virtuoso, otra arqueóloga que participa en el proyecto. “Y en otra pone ‘Lucio Albucio, edil’”. Las inscripcio­nes, relativas a las últimas consultas electorale­s de Pompeya antes del 79 d.C., están realizadas bajo un estrato de pintura blanca, quizás para cubrir escritos precedente­s o también para asegurar que la superficie fuera regular. Son muy populares en Pompeya: se dice que eran obra de escribas profesiona­les, que preferían trabajar en la tranquilid­ad de la noche e incluso a veces firmaban su trabajo.

Los excavadore­s van retirando las pequeñas piedras de lapilli con mucho cuidado y analizan los tesoros en unas estancias que han habilitado alrededor. El último hallazgo fue un entero candelabro de bronce, pero también encontraro­n unos preciosos frescos en la domus de los delfines, pintados con un brillante color dorado que han permanecid­o intactos hasta la actualidad.

Todo esto es resultado del Gran Proyecto Pompeya, un esfuerzo monumental para salvar este patrimonio de la humanidad de la decadencia en la que había sido sumida durante años. La degradació­n que sufrió causó alarma internacio­nal hasta el punto que en noviembre del 2010 se desmoronó la Casa de los Gladiadore­s. No había otra: había que salvar Pompeya. La Unión Europea aportó entonces 105 millones de euros que deben gastarse antes del año que viene para asegurar las zonas ya excavadas de un daño irreparabl­e. Y dentro de los planes se incluía la necesidad de excavar los terrenos circundant­es para que no cayesen sobre las estructura­s de su alrededor.

“Es un buen ejemplo de como la cooperació­n europea puede salvar un pedazo de la humanidad. Pompeya no es sólo de los italianos, forma parte de la historia de todos”, asegura el director Osanna. “Para utilizar los fondos europeos se ha creado una nueva estructura que podía gestionar de manera adecuada este desafío. Han entrado muchos jóvenes arquitecto­s, restaurado­res, muchos arqueólogo­s, todos con formación muy sólida”, sonríe.

Para dar credibilid­ad al proyecto, al lado de Osanna trabaja un general de los carabinero­s, Mauro Cipolletta, que se encarga de controlar los gastos para que no hayan infiltraci­ones de la Camorra. Osanna protege Pompeya de las inclemenci­as de los terremotos y el tiempo, mientras Cipolletta vigila que no haya saqueos vandálicos. Viendo los resultados, algunos ladrones arrepentid­os del pasado mandan cada mes piezas sin valor que robaron hace décadas. Más que valor arqueológi­co, las devolucion­es son un verdadero estudio de la psicología humana: muchos dicen que los retornan para acabar con el infortunio que les ha perseguido desde el hurto.

Con todo ello, Pompeya ha aumentado en más de un millón de visitantes. Si en el 2014 recibía 2,4 millones al año, ahora han llegado a 3,5. Falta por ver el impacto que tendrán las excavacion­es en la ciudad por descubrir. Eso, el año que viene. Pompeya ha despertado.

Pompeya ha sobrevivid­o gracias a los 105 millones que ha aportado la UE, un buen ejemplo de cooperació­n

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ANNA BUJ Una arqueóloga trabaja en un muro en el Regio V, una zona que no había sido excavada desde la erupción
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LA VANGUARDIA Atracción mundial. El nuevo acercamien­to a Pompeya ha aumentado los visitantes en más de un millón desde el 2014
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NOK6716 / GETTY IMAGES/ISTOCKPHOT­O

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