Trabajo sin fronteras
Es posible que ya esté acariciando su billete de avión y tenga la maleta a punto para unas merecidas vacaciones. Le supongo informado de las huelgas aeronáuticas que pueden amargarle el vuelo. La más destacada, la de Ryanair, que calcula 75.000 afectados entre el miércoles y el jueves de la próxima semana sólo en los vuelos que afectan a España. Han sido cancelados por el paro convocado por su personal de cabina.
Esta huelga tiene unas particularidades especiales. La polémica compañía irlandesa, caracterizada por menospreciar y maltratar a sus sufridos usuarios, dispuestos a tolerarlo por el bajo coste de sus vuelos, aplica el mismo sistema a los trabajadores. Si Ryanair no indemniza nunca a los afectados por sus injustificadas decisiones, al no reconocer la legislación de consumo española, hace lo mismo con sus trabajadores. Están contratados según la legislación irlandesa, hasta el punto surrealista de que los mismos tripulantes que van esta semana a la huelga han pedido al Gobierno si están o no obligados a cumplir los servicios mínimos ya que, técnicamente, son trabajadores irlandeses. Las negociaciones para parar la huelga no van muy bien, justamente porque la primera condición de los sindicatos es que se reconozca y aplique a los trabajadores la legislación laboral del país. Ryanair, por su parte, considera la huelga injustificada y con el único objetivo de favorecer las compañías aéreas de otros países y torpedear las vacaciones de las familias. Sic.
No hace falta decir que si los trabajadores exigen que se aplique la legislación española a sus contratos es porque la irlandesa les perjudica y contiene cláusulas que podrían ser consideradas abusivas según las leyes vigentes aquí. La huelga de los tripulantes de Ryanair ha coincidido en el tiempo con la demanda anunciada por los trabajadores de Glovo, la segunda gran compañía de reparto a domicilio. Lo hará la misma asociación, RidersxDerechos, que ya ha conseguido la condena de la competidora Deliveroo por una evidencia y una obviedad: los repartidores que, en bicicleta o moto, nos traen la comida desde el restaurante o la compra desde cualquier tienda no son autónomos, sino trabajadores de pleno derecho. Los repartidores de Glovo denuncian exactamente los mismos abusos que han condenado a Deliveroo. Sólo en Barcelona son más de 3.000.
¿En qué se parecen los casos de Ryanair y Glovo? En que son buenos ejemplos de un sistema que favorece los que hacen negocio con los sueldos de los trabajadores y sus derechos. El sistema que nos vende que cuanto más barato y globalizado mejor. El sistema que oculta a la clase media la pérdida de poder adquisitivo, sin remontar a pesar de la aparente recuperación económica. El sistema que ayuda a que Glovo haya conseguido 115 millones de euros de financiación por parte de los mismos fondos de inversión que compran nuestros pisos vacíos. O que la familia Ryan, fundadora de Ryanair, se acabe de comprar un palacete histórico en el centro de Palma de Mallorca por 10 millones de euros. Pensemos en ello el próximo jueves, cuando vaguemos arrastrando desesperados nuestra maleta por un aeropuerto, aferrados a un billete que no vale nada. Literalmente.
Ryanair y Glovo son ejemplos de un sistema que favorece a los que hacen negocio con los sueldos de los trabajadores