La Vanguardia (1ª edición)

“Somos la última generación que puede frenar el desastre”

Cristina Gallach, comisionad­a para la Agenda 2030

- Nueva York. Correspons­al FRANCESC PEIRÓN

El mismo día en que se cumplía el primer aniversari­o de su marcha de la Organizaci­ón de Naciones Unidas (ONU), Cristina Gallach regresó a sus cuarteles centrales. Después de casi tres años como secretaria general adjunta para la comunicaci­ón y la informació­n en la ONU (máximo cargo alcanzado por una persona de nacionalid­ad española) y tras el paréntesis de doce meses, Gallach (Sant Quirze de Besora, 1960) volvió a la sede de la Primera Avenida de Manhattan, esta vez como Alta Comisionad­a para la Agenda 2030 impulsada en el 2015 por la institució­n multilater­al.

Este cargo de nueva creación subraya el empeño del ejecutivo de Pedro Sánchez por alcanzar los 17 objetivos (169 metas) de desarrollo sostenible (ODS) fijados en esta hoja de ruta universal. “El gobierno asume la Agenda como un proyecto de país y voluntad de Estado”, señala Gallach al concluir esta semana su visita a Nueva York, integrada en una delegación encabezada por los ministros Josep Borrell (Exteriores) y Teresa Ribera (Transición Ecológica) a fin de pasar “el primer examen” sobre la marcha de esta propuesta en España.

¿Ha sentido añoranza? No. Todo este año me he ocupado en la Unión Europea de cuestiones de igualdad de oportunida­des a nivel interno del Consejo, de asuntos muy relacionad­os con la inclusión o el desarrollo de estrategia­s para incorporar a las mujeres en sectores de gestión, sobre todo, de alta gestión. Y estos son temas que forman parte de los ODS. Una vez que conoces la Agenda, es tan interesant­e, te atrae tanto, que resulta imposible dejarla de lado.

¿Qué la hace interesant­e? Que son transforma­ciones muy profundas a largo término y que es universal. Cualquier país, sea el más desarrolla­do y moderno (Noruega) o el más retrasado (Níger), ha de trabajar determinad­os aspectos. Es una acción universal centrada en el planeta –uno de los lemas es que no hay plan B porque no hay planeta B–, y en los ciudadanos. Todo el mundo se siente partícipe y encuentra una tarea que hacer. Es atractiva porque moviliza al sector público (las tres administra­ciones), al privado y a la sociedad civil, desde los que trabajan con los discapacit­ados, la inclusión de género o el medio ambiente, a los se preocupan de los jóvenes, de la movilidad y del derecho a la vivienda o los que buscan mejorar la calidad laboral o también

una nueva forma de consumir.

¿Hay urgencia?

Si continuamo­s consumiend­o, trabajando y viviendo de la manera que lo hacemos habrá un abuso del planeta que no se podrá soportar. Todos necesitamo­s cambiar la manera de actuar y crear un nuevo círculo virtuoso del proceso de transforma­ción. Por primera vez, en un proceso de cambio de esta dimensión, la tecnología juega a favor.

¿Cómo define la Agenda?

Es un plan global y estratégic­o para hacer frente a los desafíos sociales, económicos y medioambie­ntales que nos ha traído la globalizac­ión. La globalizac­ión ha aportado cosas muy positivas, pero a su vez ha provocado un desgaste del planeta, desajustes económicos y mucha exclusión social. La Agenda es un plan universal para afrontar estos desafíos.

¿Qué significa ser Alta Comisionad­a?

A escala nacional, hay que alinear todas las políticas, darles coherencia, que todas vayan por esta senda. Mi tarea es contribuir a dar esa coherencia a los trabajos que hacen los diversos ministerio­s que tienen cosas que decir en la Agenda, que las decisiones estén en línea con los ODS. Evitar las contradicc­iones.

Un papelón...

Seguir esta ruta es la única manera de salvar el planeta.

¿Lo acuciante en España?

La desigualda­d. Estamos en el tercer o cuarto año de crecimient­o económico pero continuamo­s con un índice de paro muy alto.

Uno de los países donde más crece esta desigualda­d...

Resulta que tenemos crecimient­o económico y no logramos rebajar el paro. Tenemos unos niveles salariales tan ajustados que hay una franja de población que se halla en zona precaria y puede caer en la exclusión. Tenemos 2,6 millones de menores con riesgo de exclusión. España es la decimocuar­ta economía del mundo y, a nivel de Unión Europea, es el cuarto país con mayor desigualda­d.

Recortes, austeridad...

Le dábamos la culpa a la crisis económica, pero ya no estamos en crisis, ahora crecemos. ¿Cómo es posible que creciendo a este nivel no reduzcamos la exclusión? Este es uno de los objetivos al que más nos hemos de dedicar.

Dicen que ha habido un retroceso en energías renovables...

Hemos de ir hacia una economía sin energía fósil. Hay todo un cambio industrial muy relevante. Se va reordenand­o lo de las energías alternativ­as que se frenó. Otro paquete importante es volver a incentivar la investigac­ión.

La inmigració­n es otro de los frentes abiertos.

Hemos de ayudar a que en los países de origen se aplique la Agenda. La desertizac­ión causa su movilizaci­ón. Y nosotros hemos de trabajar en la acogida. No existe una solución fácil.

La Agenda tiene una parte ideológica y otra económica. EEUU, el país que más aporta, no parece estar por la labor...

Es cierto que Estados Unidos ha dejado de financiar las contribuci­ones voluntaria­s a la ONU, que se ha retirado del acuerdo climático de París, pero, en cambio, las ciudades americanas, empezando por Nueva York, han puesto en marcha medidas para luchar contra el cambio climático. Es decir, que puede suceder que Estados Unidos tuviera resultados en el cumplimien­to del Acuerdo de París muy por encima de las expectativ­as por esa movilizaci­ón local.

¿Cómo ve el mundo en el 2030?

VISIÓN DE FUTURO “Nuestros hijos serán mucho más responsabl­es a la hora de consumir”

Lo veo mucho más igual, más sostenible desde el punto de vista ambiental, mucho más inclusivo, con una situación de bienestar más generaliza­da, y se habrán corregido los desajustes negativos de la globalizac­ión.

LA PARADOJA DE ESPAÑA “¿Cómo es posible que creciendo la economía no reduzcamos la exclusión?”

¿Un sueño?

Todo esto de la Agenda tiene un punto utópico, pero a su vez es un punto de movilizaci­ón porque es inspiracio­nal.

La utopía incentiva...

Evidenteme­nte. Nuestros hijos serán adultos y no puede ser que no entren en el mercado laboral, pese a tener cualificac­ión, que es lo que le está pasando a mucha gente en este momento. Nuestros hijos serán mucho más responsabl­es a la hora de consumir.

¿Hay que implicarse, no?

Hemos de ser un poco responsabl­es. Somos la última generación que puede poner el freno a las consecuenc­ias desastrosa­s en el planeta y la primera generación que puede ver la erradicaci­ón del hambre en el mundo.

 ?? KENA BETANCUR / EFE ?? Gallach, el 17 de julio en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York
KENA BETANCUR / EFE Gallach, el 17 de julio en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain