Mensaje en Cap Roig
Sting y Shaggy sellaron su unión a ritmo de reggae en la cita del Empordà
Iba a ser sólo una canción. Ese Don’t
make me wait que compusieron a cuatro manos para plantar cara juntos a los tiempos de abusos. Pero esa primera colaboración sonó a magia para precipitarse en la gira que ha llevado al que fuera líder de The Po- lice a cantar a dúo con un Shaggy enfundado en su voz (y su bandera) jamaicana. Hace tres días en Marbella –donde los diarios locales dicen que se vio a Manuel Valls “despendolado”– y ayer en Cap Roig. El repaso de la música reggae a través de sus canciones que es 44/876 (el título del álbum surge de la unión de los prefijos telefónicos de Inglaterra y Jamaica) suena ahora de lo más veraniego, pero fue grabado en pleno invierno neoyorquino, cuando este dúo accidental decidió descubrir en un estudio hasta dónde podía llegar su química.
¿El resultado? La devoción mostrada ayer por Shaggy hacia Sting (cree que Every breath you take es una de las melodías más bellas que jamás podrá trazarse) y el asombro de Sting ante la valentía de Shaggy (el mensaje de It wasn’t me le tocó el alma, más teniendo en cuenta que el jamaicano sirvió en el ejército estadounidense en la Guerra del Golfo…). Divertido pero comprometido como todo lo que lleva el sello del músico británico y más con el showman que es Shaggy (hizo cantar al público, encender las linternas de su móvil para otra de sus preferidas, Fields of gold...), ese mix revolucionó anoche los jardines del castillo. Sin complejos, levantados desde el minuto cero de sus asientos desde el exblaugrana Deco y el piloto Dani Pedrosa, hasta Santi Balmes o Xavi Iglesias (e incluso el director del festival Juli Guiu) se entregaron a la contenida beligerancia política de Morning is coming y a la carta de amor que la pareja musical no tan inesperada (el exlíder de The Police ama el reggae) ha escrito a la América que hoy, se quejan ambos, vive amenazada, con deportaciones, muros y otras bajezas… Es Dreaming in the USA que el público más preparado parecía saberse de memoria. Igual que Just One Lifetime, otro éxito supercargado de remi-
niscencias caribeñas que mejor agitó los ánimos en la noche ampurdanesa. La combinación de la voz gastada de Sting con la cadencia de Shaggy sonó como lo que es. Un homenaje a Bob Marley que tuvo su momento culminante a ritmo de
Get up, stand up, introducida en la versión más rapera de Walking on
the moon de The Police. Y sobre todo una animada conversación entre colegas con ilusiones compartidas... ¿Quién es de Jamaica, de España, hindú, judío o musulmán? ¿Y de Inglaterra? Preguntaba Shaggy antes de dar él la respuesta. “Todos somos hermanos, solo hay un pueblo y ese es el sueño”. Palabras para sellar el decidido compromiso de esta pareja desigual pero cercana (Sting cumplió 66 el 2 de octubre y Shaggy los 49 veinte días después) en la necesidad de compartir su sinergia recientemente descubierta que entusiasmó a todos, pero más, a su promotor, Narcís Rebollo (presidente de Universal Music). Compartió
palco el vicedirector de La Vanguardia, Jordi Juan y la consellera Laura Borrás (con toda la movida política de ayer llegó casi tarde pero a tiempo de probar el biquini de confit de pato de Via Veneto con queso pecorino inspirado en Josep Pla), muy atentos todos a este trato que ha llevado a Sting a su mejor versión del contorsionismo reggae. Sin dejar clásicos revitalizantes (Every Breath..., y Roxane, Message
in a bottle... los más aplaudidos de la noche), Sting firmaba ayer su rejuvenecimiento… Dejando atrás su imagen de profeta de lo zen y del dandy del pop oxigenado, la voz rasgada del activista suena más sincera que nunca.¿Será la compañía de Shaggy? El concierto pasó en un suspiro (una hora y 45 minutos de entrega) y ya sobrevuela el deseo de que repitan todos: sir Sting y sus guitarristas y batería. Y el exmarine
(That love demostró que el ejército marca), su coro y teclista para seguir explorando el componente revolucionario del reggae.
Y al final, los clásicos revitalizantes del estilo ‘Roxane’ y ‘Message in a bottle’ fueron los más aplaudidos