Arles, en la peor era para los fotógrafos
La 49.ª edición de Les Rencontres, la gran cita de la fotografía, programa 150 autores y espera 125.000 visitantes de pago
Nunca la fotografía fue más visible; nunca los fotógrafos estuvimos peor”. Lo asegura la carta firmada por fotógrafos de todas las categorías y distintas nacionalidades, dirigida el 2 de julio al presidente Macron y a la ministra de Cultura, Françoise Nyssen, quien al mismo tiempo inauguraba los 49 Encuentros de la Fotografía de Arles, la más importante cita francesa de la fotografía, con sus siete millones de euros de presupuesto, 35 exposiciones, 150 fotógrafos en programa y 125.000 visitantes de pago en el 2017.
Sostenida desde 1969 por su cofundador, el fotógrafo Lucien Clergue, amigo y retratista de Picasso (de quien este año Arles propone un contrapunto con JeanLuc Godard) la cita se afianzó lógicamente en Arles, primera ciudad francesa que abrió –en 1965– un departamento de fotografía en su museo municipal.
La ciudad que dejó escapar a Van Gogh sin guardar ni una obra, acogió por el contrario la Escuela Nacional Superior de Fotografía, decidida por François Mitterrand.
A François Hébel, director de los encuentros del 2001 al 2014, se le adjudican dos actuaciones relevantes: impusó el concepto de la entrada de pago y desarrolló el mecenazgo. Al sucesor, Sam Stourdzé, que no en vano dirigió antes el Musée de l’Élysée, de Lausana, se le atribuye el tono museístico de las exposiciones.
Stourdzé impuso la regla de un comisario de nivel para cada muestra y redujo su número, de medio centenar a 35. Pero él mismo reconoce la existencia de una trigésimo sexta exposición, en el espacio específico del laberinto que desde 1982 concibe Jean-Paul Capitani, el marido de Nyssen, con librería, restaurante, cine y hasta un baño turco, todo coronado por las oficinas de Actes Sud, la primera editorial que se codeó con las grandes, sin necesidad de instalarse en París.
Stourdzé también es uno de los responsables del Jimei X Arles International Photo Festival, que ya va por su tercera edición en China. Y sus contactos facilitaron participaciones en Arles como las de este año de entidades como el Palais de Tokyo y la Opéra de París. Lo ayudan dos factores: Arles se ha convertido en un imán para el turismo internacional de calidad (“nueva cuna cultural de la Provenza”, según el New York Times) y cuenta con una ciudadana, Maja Hoffmann, heredera de los laboratorios Hoffmann-Roche, hija del creador de la Fondation Van Gogh y con su propia Fondation Luma para la que Frank Gehry construye una torre de 56 metros de altu- ra, con inauguración prevista en el 2020, y que colabora generosamente con los Rencontres. Por ejemplo, sostuvo, con la constructora Vinci, la erección de un pabellón de bambú de mil metros cuadrados, firmado por el arquitecto colombiano Simón Vélez, premiado en la Bienal de Venecia –más de un millón de euros–, en el que el científico y monje tibetano Matthieu Ricard, hijo del filósofo francés Jean-François Revel, expone 40 fotografías en blanco y negro.
Un acontecimiento artístico/ mundano que hace sonreír al protagonista. “Hace veinte años que publico libros con mis fotos –subraya Ricard–, pero ahora llamo la atención porque, como dijo un colega de Oriente, si haces fotos en color eres un ilustrador, en blanco y negro, un artista”.
Y si le perturba el aparato que rodea la muestra, lo acepta porque los beneficios, como los de las 154 conferencias que dictó el último lustro, van a la fundación KarunaSchechen.
Sus fotos comparten estrellato con las de Robert Frank. En 1958, Frank y el editor Robert Delpire publicaron Les Américains, libro con 84 fotos que –dixit Stourdzé– “marcó a generaciones de fotógrafos, historiadores, comisarios”. Se codean con obra del francés Raymond Depardon, la chilena Paz Errázuriz, el británico Paul Graham, el palestino Raysir Batniji.
Casamentero, Stourdzé unió en una misma exposición a Jane Evelyn Atwood –fotografió el Pigalle de finales de los 1970– y Joan Colom, con sus fotos del Barrio Chino de Barcelona de 1990 al 2000. Aquel Pigalle y ese Barrio Chino han desaparecido, igual que Colom (1921-2017), de quien París conoció sus reportajes de los 60, pero no esta visión de las vísperas de una Barcelona que se abre al mar y al turismo de masas y revienta sus fronteras interiores.
La correspondencia es clara con la obra de Atwood, la septuagenaria neoyorquina que en 1977, domiciliada en Pigalle, descubrió a “esas criaturas fascinantes y complicadas”, ni hombre ni mujer, destruidas por el alcohol y la droga, cuya vida se extinguió junto con el carácter canalla del barrio, hoy adecentado por la moda.
El otro diálogo es más inesperado: una serie de collages, fotos, obras de Ange Leccia y el apoyo del Musée Picasso de París permitieron a Dominique Païni, ex director de la Cinemateca Francesa, señalar similitudes “a veces inesperadas, otras evidentes” entre la obra del director de la nouvelle vague, Godard, y el autor del Guernica, Picasso.
En fin, si la pretensión de Arles es la de “restituir la imagen de la época” imposible soslayar el tema que destapó Michel Guerrin, jefe de cultura de Le Monde: “Arles paga a 230 trabajadores, a cien técnicos, medio centenar de empleados en protocolo y una quincena de permanentes, incluido el director, que no ha querido revelar su salario. Cobran también los artesanos y los comisarios de exposición (1.500 euros cada uno). Los únicos que no ven un céntimo son los fotógrafos, sin embargo protagonistas”. Guerrin reconoce que Arles corre con los gastos de producción de las exposiciones, que en cada caso pueden oscilar entre 10.000 y 20.000 euros. “Pero con eso el fotógrafo, afectado ya por la libre circulación de las imágenes en las redes y el derrumbe de tarifas del fotoperiodismo, no come”.
Aparentemente a partir de este año cada fotógrafo expuesto cobrará un fijo de 500€. El propio Stourdzé califica la cantidad de “indecente”. Pero cuando le preguntan por qué no subir a 2.000 euros, responde: “Estaríamos en números rojo”. Pero otros festivales, con presupuestos inferiores, asumen la producción y además pagan de 500 a 2.000 euros al fotógrafo.
REIVINDICACIÓN Los fotógrafos se quejan porque no les pagan nada por su participación
OBRAS COMPARADAS Destaca el diálogo entre Jane E. Atwood y Joan Colom sobre Pigalle y el barrio chino