La desgracia eterna de Poulidor
Una moto apartó al campeón francés de una posible victoria en la edición de 1968
El Tour de 1968 fue el último que se disputó por equipos nacionales. Once selecciones de diez ciclistas cada una, con tres equipos de Francia, dos de Bélgica y uno de Alemania, Gran Bretaña, Italia, Holanda, Suiza-Luxemburgo y España. Una vez más el favorito de los aficionados locales, y sólido candidato a la victoria, era el jefe de filas del Francia A, Raymond Poulidor. Y una vez más la mala fortuna se cebó con Poupou, víctima de un accidente desafortunado.
En la decimoquinta etapa, cuando iba cuarto de la general (y primero de los favoritos), una moto se cruzó en su camino. Poulidor recibió un aparatoso golpe en la cara y necesitó puntos de sutura en la nariz, pero sobre todo sufrió un golpe moral del que no se recuperó: su compañero Roger Pingeon desencadenó un ataque sin piedad y aprovechó la situación para convertirse en el jefe de filas del equipo francés. Poulidor aguantó renqueante, pero al día siguiente fue Lucien Aimar, líder del Francia B, quien protagonizó una nueva ofensiva y finalmente un Poulidor maltrecho, desmoralizado y hundido en la general, optó por abandonar. El de 1968 tampoco sería su gran Tour y encima al año siguiente, cuando ya contaba 33 años, apareció un nuevo rival belga que se mostraría imbatible: Eddy Merckx.
Aquella caída de Poulidor arrastró a otro ciclista, también implicado en el incidente: Aurelio González, el chato de Trucios. Un formidable escalador que salió levemente afectado y acabó por proclamarse rey de la montaña de aquella edición de la carrera francesa. “Recuerdo que fue un buen Tour para nosotros, sí”, explica desde su domicilio, 50 años después. “El equipo español lo dirigía Dalmacio Langarica y de los diez corredores nueve éramos del Kas. Todos menos Julio Jiménez. Nos llevábamos muy bien, la verdad”. Pérez Francés, Gandarias, Gómez del Moral, López Carril, Miguel Mari Lasa... Además de la montaña, España ganó la clasificación por equipos y Gregorio San Miguel se vistió de líder en Grenoble, a cuatro días de París. Pero sólo aguantó una etapa.
“Aquella caída con Poulidor –rememora Aurelio González– fue culpa de la moto. Nosotros íbamos en abanico, nos pasó rozando y nos desequilibró. Él se llevó una castaña tremenda y yo me quemé un brazo con el tubo de escape, pero nada más...”
El Tour de 1968 fue el primero con controles antidopaje, ya que el año anterior se había producido la muerte de Tom Simpson en el Mont Ventoux y la carrera necesitaba un lavado de imagen. Se recortaron las montañas y se emplazó el inicio en Vittel, famosa por su agua mineral. “El Tour de la salud”, le llamaron. Lo ganó el neerlandés Jan Janssen, que no fue líder ni un día. Sólo él y el francés Jean Robic (en 1947) han ganado un Tour sin defender nunca el maillot amarillo.
También se produjo una huelga de periodistas, aburridos por la monotonía de las etapas y molestos con el jefe de carrera, Félix Levitan. El recuerdo de las manifestaciones de mayo aún era vivo. Y uno de los pocos ciclistas que la apoyó, Jean Stablinski, dio positivo pocos días más tarde en lo que se consideró una confabulación de los organizadores, que entonces tenían un poder incluso más omnímodo que el actual. Sin ir más lejos, Levitan era al mismo tiempo el presidente de la Federación Internacional, en una duplicidad de cargos inconcebible. Stablinski, para más inri, había criticado la fiabilidad de aquellos primeros controles...
A 24 horas de llegar a París, un modesto belga, André Poppe, era líder virtual, en una fuga que llevaba 13 minutos de ventaja ante la pasividad del pelotón. Levitan ardía de indignación y habló con los directores: “¡O ponéis gente a tirar del grupo o confisco todos los premios!”. La amenaza surtió efecto y se salvó la situación.
En su carrera profesional, Aurelio González obtuvo victorias de etapa en el Giro, en el Tour, en la Vuelta a Suiza y en el Dauphiné. Y en 1967 finalizó tercero de la Vuelta a España. En aquel Tour de 1968 se impuso en la etapa que concluía en Lorient, en la Bretaña. “Sí, gané una etapa llana con la que no pensaba y luego las de montaña no pude ganarlas”, explica. Pero ni esa victoria ni el reinado como mejor escalador pueden impedir que el recuerdo del Tour de hace 50 años sea forzosamente amargo para el ciclista vizcaíno. En plena carrera le comunicaron la muerte de su primer hijo. “Yo ya estaba en el Tour cuando nació, debió ser hacia el segundo o tercer día... no llegué a conocerle. Días más tarde, en la etapa de Andorra, me dijeron que el chaval había muerto. Nació mal supongo. Fue tremendo... luego tuve dos chavalas...”.
EN PRIMERA FILA Aurelio González, ‘el chato de Trucios’, fue el rey de la montaña y también se vio implicado en el accidente