La Vanguardia (1ª edición)

“La bondad es genética”

- VÍCTOR-M. AMELA

Puedo yo volverme loco? Sí. Existe un punto, un breaking

point, en que un equilibrio psicológic­o puede romperse.

¿Qué provoca esa ruptura?

Puede ser tanto por un exceso de ansiedad como por lo contrario, una falta de estímulos.

Si me vuelvo loco, ¿cómo lo sabré? Sufrirá. Sufrirá porque habrá perdido usted el contacto con la realidad, ese contacto que los demás sí ven y sí tienen.

La química me curará... Tendemos a eso, desde luego. Vamos hacia la medicina de la felicidad. Hallazgos como el Prozac, contra la depresión, o la Viagra, contra la impotencia, lo demuestran. O como el Propecia, que pronto llegará a España.

¿Propecia? Sí, es un fármaco que hace crecer el pelo a los alopécicos.

¡El viejo sueño del crecepelo! Si de veras funciona, el inventor se forrará. Pues sí: funciona y, sí, se forrará. En Estados Unidos empieza a usarse ahora. Es lo que le decía: la nueva frontera de la medicina es coadyuvar a la felicidad de la persona. Pero se trata de una felicidad endeble, basada en una píldora... Mire, conozco a muchas personas con depresione­s que han salido adelante gracias al Prozac. ¡Eso, para mí, es muy positivo! Digámoslo así: las píldoras no dan la felicidad, pero nos facilitan la posibilida­d de la felicidad.

Si un día me levanto y le veo las orejas a una depresión, me siento muy triste... ¡Vaya corriendo a un especialis­ta! No lo deje pasar. No diga: “Debe de ser el día, que está gris”. No. No busque explicacio­nes fuera de usted.

¿Ha tenido alguna depresión, usted? Sí. Cuando me divorcié de mi primera mujer. Llegamos a Estados Unidos recién casados. Tuvimos dos hijos. Yo trabajaba muchísimo, como interno: apenas nos veíamos tres noches a la semana. Al cabo de diez años, nos separamos. Ella se volvió a España con Laura y Bruno, nuestros hijos, de diez y cinco años... Y yo lo pasé muy, muy mal...

¿Cómo lo superó? Hablando. Hablando mucho con mis amigos. Y con el psicoanali­sta con el que me había psicoanali­zado durante cinco años, como parte de mi formación. Y con el paso del tiempo... Pues dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor... Esa frase derrotista­s, y otras son como mentiras “todo va vitales de mal que en nos peor”, van nada”, bien y así para justificar­nos decirnos: “O y sea, acomodarno­s no puedo hacer en la impotencia.

¿Pero vamos de mal en peor ,o no? No, hombre, no, ¡qué va! Somos más felices ahora que en el siglo XIII, porque tenemos más posibilida­des, más tiempo para pensar, para aprender, para amar.

Suena bien, pero... Y cada vez tendremos más capacidad para convivir. La humanidad será mejor: ¡el ser humano evoluciona deshaciénd­ose de todo lo que entorpece la convivenci­a!

Pues ahí están las desigualda­des sociales, la violencia, la... En el siglo XVIII, en Europa, abandonába­mos a uno de cada cinco niños. Hoy no pasa eso, ¿verdad? Más aún: ¡está penado! Hay cada vez menos violencia. Malos tratos a mujeres: cada vez hay menos.

No lo parece, si leemos la prensa. Precisamen­te: si esa violencia nos llama la atención es porque hoy ya nos repugna. Hoy ya no vamos a ejecucione­s públicas, como no hace demasiado hacían los abuelos.

Total: que somos buenos. Sí. Yo creo que la bondad es genética. No es fruto de enseñanzas, religiones, mitologías: es una capacidad genética para sobrevivir, pues es necesaria para convivir. ¡Un grupo no sobrevive si sus individuos no se sacrifican en algún momento por los otros!

Me suena: ama a tu prójimo como a ti mismo.

ÀLEX GARCIA Yo le llamo empatía: ponerse en el lugar del otro. Me ha sido muy útil en mi profesión y en mi vida personal.

Y el psicoanáli­sis, ¿le ha sido útil? No le veo utilidad terapéutic­a, pero es cierto que tu infancia es muy importante para explicar tu carácter de adulto.

Evóqueme un momento de la suya. Mi madre contándome historias de su padre, mi abuelo Miguel, al que no conocí. Era médico en Santander y visitaba a sus pacientes pobres, tan pobres que les deslizaba una peseta bajo la almohada sin que se dieran cuenta...

Quizá esa historia ha influido en usted más de lo que imagina.

Sería usted un buen psicoanali­sta.

A cambio del psicoanáli­sis, me va a dar un consejo para combatir el estrés... Haga ejercicio físico, concéntres­e en disfrutar de placeres pequeños: una comida, un paseo... Y hable mucho con sus amigos: ¡la palabra es muy poderosa!

... y otro para afrontar la muerte. Acéptela como una parte más de la vida. Si es paulatina, ayuda a curar heridas, da sentimient­os nuevos, enriquece tanto como el milagro del nacimiento.

Tengo 55 años. Nací en Sevilla. Soy médico psiquiatra.

Estoy casado en segundas nupcias y tengo cuatro hijos, Laura (28 años), Bruno (23), Jo seph (13) y Caroline (7).

Soy Virgo. No conduzco: lo hace mi mujer o mi chófer.

Soy un humanista pragmático.

Me gusta tocar el piano y corro cada año la maratón de Nueva York.

Publico Antídotos de la nostalgia (Espasa).

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