HURACÁN DE FUEGO EN GRECIA
Varios incendios forestales se cobran 74 vidas en zonas turísticas
Más de 70 muertos. Un devastador incendio avivado por vientos de hasta cien kilómetros por hora sembró de destrucción la costa ática 30 kilómetros al este de Atenas. Más de 70 personas perdieron la vida, algunas mientras trataban de llegar al mar para salvarse.
Las vacaciones de miles de veraneantes griegos y también extranjeros se han vuelto, desde el lunes, un verdadero infierno. Varios incendios devastadores han sembrado de muerte y destrucción la costa ática. Han muerto, al menos 74 personas, incluidas familias enteras, con niños pequeños. Los fuertes vientos, que llegaron a ser huracanados, y las altas temperaturas, que alcanzaron los 40 grados, se aliaron para coger por sorpresa a las personas que estaban de vacaciones.
Los equipos de rescate salvaron la vida a más de 700 personas. Entre los heridos había 164 adultos y 23 niños. En los hospitales quedaron ingresados 71 adultos, unas decenas de ellos en estado crítico, y once niños. Entre las víctimas hay bebés de pocos meses de edad.
El olor a quemado era perceptible ayer tarde, nada más aterrizar en Atenas, puesto que el aeropuerto está a un tiro de piedra del epicentro de la tragedia, en Mati. El viento había amainado y los fuegos estaban bajo control.
Uno de los supervivientes, Nikos Stavrinidis, lo relataba así a la agencia AP: “Se veía el incendio a lo lejos, pero en un instante empezaron a llover chispas y, cuando nos dimos cuenta, las llamas ya nos rodeaban”. Él y su esposa, además de dos amigos, tuvieron suerte y, tras buscar instintivamente la salvación en el mar, acabarían siendo rescatados. Con ellos, sin embargo, habían huido también otras dos personas que no tuvieron tanta suerte y perecieron.
Los fuegos se iniciaron el lunes por la tarde en Mati, cerca del puerto de Rafina. Ha habido 47 en total y 16 han sido mortales.
La escena más devastadora la sufrió un grupo de 26 personas que, desde Mati, intentaba llegar a la playa. Se trataba de familias con niños pequeños que subieron por una ladera y allí, en el patio que formaban varias viviendas, se abrazaron antes de sucumbir al fuego. Los equipos de la Cruz Roja los encontraron unidos, en grupos de tres y cuatro, un último gesto de solidaridad antes de que las llamas les pasaran por encima.
Quien tuvo suerte en este mismo recorrido fue Andreas Passios. Empapó su toalla de baño, abrazó a su esposa y corrió todo lo que pudo hasta alcanzar la playa. Este parecía el refugio más lógico a las llamas y el humo sofocante.
Allí encontró a muchos supervivientes que, sin pensarlo, se tiraban al agua a pesar del intenso oleaje. Las corrientes eran muy fuertes y alejaban de la playa a todos los que estaban en el agua. Era necesario saber nadar bien para resistir la fuerza de un Egeo embravecido por el fuerte viento que soplaba desde tierra. Algunas personas tuvieron que esperar más de dos horas en el mar antes de ser rescatadas.
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