La Vanguardia (1ª edición)

La UE pagará 6.000 euros por cada inmigrante que sea acogido

Bruselas prueba con los estímulos al fracasar las cuotas obligatori­as

- JAUME MASDEU Bruselas. Correspons­al

Matteo Salvini rechaza la propuesta: “No estamos pidiendo limosna... pueden quedarse su caridad”

La fijación de un reparto obligatori­o de refugiados dentro de la UE en el 2015 fue un gran fiasco que acabó con un incumplimi­ento generaliza­do de la norma y que sembró la división entre los países europeos. Casi tres años más tarde, y en medio de una crisis política mayor causada por la inmigració­n, la Unión Europea ha enterrado definitiva­mente las cuotas obligatori­as y busca incentivar las voluntaria­s. Lo intenta ofreciendo a los estados 6.000 euros por cada refugiado que acepten que se establezca en su territorio y apoyando el establecim­iento de centros en territorio europeo para la clasificac­ión de los rescatados. La propuesta forma parte de la iniciativa con que la Comisión Europea desarrolla los acuerdos de la cumbre de jefes de Gobierno de junio, aquella en que unos acuerdos de mínimos, de eficacia dudosa, permitiero­n salvar la cara a los Veintiocho y evitar el desgarro de un enfrentami­ento abierto.

Ahí se plantearon los llamados “centros controlado­s”, que deberán servir para llevar a cabo el proceso de selección para distinguir entre los que tienen derecho a protección y los que deben ser devueltos a su país de origen. Fue una iniciativa del presidente francés, Emmanuel Macron, y del español, Pedro Sánchez, después aceptada a nivel de los Veintiocho. La Comisión es la encargada de desarrolla­r el concepto y ha empezado a hacerlo ofreciendo un amplio apoyo a los estados que de manera voluntaria decidan acoger estos centros controlado­s. Porque la voluntarie­dad es un elemento esencial de la estrategia: no se puede forzar a ningún país a asumir estos centros, se trata de darles incentivos. Y de momento, hay que subrayarlo, no hay voluntario­s a la vista.

Para facilitar las cosas, Bruselas ofrece ayuda financiera y de personal tanto en el desembarco de los emigrantes como en el funcionami­ento de los centros controlado­s. Cuando llegue a puerto un barco de una media de 500 personas, la UE pondrá a disposició­n de ese Estado entre 200 y 300 personas entre guardias de fronteras, intérprete­s, expertos en asilo y otro personal auxiliar. El objetivo es que en 78 horas este equipo de desembarco pueda realizar el registro y la clasificac­ión inicial de los recién llegados.

Un segundo elemento lo forman los centros controlado­s que deben servir para, en un período de entre cuatro y ocho semanas, llevar a cabo el proceso de selección definitivo. “Un procesamie­nto rápido, seguro y efectivo que reduzca el riesgo de movimiento­s secundario­s y acelere el proceso para determinar el estatus de las personas afectadas”, dice la Comisión. La tercera pata de la estrategia la conforman las ayudas a los estados que acepten esos refugiados en su territorio, con 6.000 euros por persona acogida.

De momento, no consta que haya ningún país candidato, a acoger esos centros, aunque la propuesta ofrece todo tipo de facilidade­s, desde apoyo financiero a flexibilid­ad en su diseño. Pueden ser temporales y con fines específico­s, abiertos o cerrados y siempre bajo el control del Estado que los albergue. Bruselas quiere desarrolla­r una prueba piloto lo antes posible. El objetivo es permitir “diferencia­r rápidament­e y con seguridad entre los que no tienen el derecho a permanecer en la UE y las personas que necesitan protección internacio­nal”.

La iniciativa llega después de la negativa del Gobierno italiano a permitir desembarca­r a inmigrante­s rescatados en el mar, pero fue rechazada por el extremista ministro del Interior, Matteo Salvini: “No estamos pidiendo limosna. Cada peticionar­io de asilo nos cuesta entre 40.000 y 50.000 euros. Bruselas puede quedarse su caridad”.

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