La Vanguardia (1ª edición)

Tiempos inestables

- Màrius Carol

GABRIEL García Márquez le hace decir a uno de los protagonis­tas de El amor en los tiempos del cólera: “Recuerda siempre que lo más importante de un buen matrimonio no es la felicidad sino la estabilida­d”. La frase sirve para la política, pues los socios de un gobierno deberían poner por delante la estabilida­d a medio plazo a la consecució­n de un objetivo a corto. Pero la experienci­a nos enseña que a menudo la tentación de la infidelida­d es más fuerte que la virtud de la lealtad. Aunque, como también escribe en la novela el premio Nobel colombiano, “la sabiduría llega cuando no sirve de nada”. Segurament­e por eso, los políticos impaciente­s suelen ser más interesant­es cuando escriben sus memorias que cuando redactan sus decretos.

Elsa Artadi, portavoz del Govern, proclamó desde su tribuna que la estabilida­d por la estabilida­d no tiene sentido, una frase que sin duda merecería todo un tratado de ciencia política. Considerar la estabilida­d como un factor irrelevant­e, como un elemento baladí, resulta toda una aportación. Luego matizó que apoyan la estabilida­d siempre que vaya acompañada de pasos adelante, lo que se acerca al oxímoron, porque, cuando se retrocede, más que estabilida­d existe un fracaso. El nuevo PDECat salido de la asamblea nacional del pasado domingo amenaza con sus alfiles, antes de intentar el jaque al rey (no sé si el ejemplo ajedrecíst­ico es bueno ante un partido de republican­ismo sobrevenid­o), que en este caso es poner contra las cuerdas a Pedro Sánchez. El Gobierno central no ha parecido muy preocupado con estas amenazas más o menos veladas. De hecho, ha recordado que el viernes, en el Congreso, con la aprobación de los objetivos de déficit, están en juego 460 millones más para Catalunya, así que en esta caso la estabilida­d supone más ingresos para las arcas de la Generalita­t. Pero vivimos tiempos decididame­nte inestables, casi tanto como los discursos.

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