Grecia bajo el fuego
EL balance de los incendios forestales que han arrasado el este de Atenas es dramático, con un resultado de más de setenta muertos. El intenso calor, con temperaturas superiores a los 40 grados y los vientos huracanados se han aliado estos días para provocar el que puede ser el incendio forestal más mortífero del siglo en Europa, mucho peor incluso al que afectó también a Grecia en el 2007.
La cifra de muertos por el fuego en Grecia puede aumentar porque hay numerosos desaparecidos y casi doscientos hospitalizados, algunos de ellos en estado grave, al haber alcanzado las llamas a varios núcleos habitados. El primer ministro, Alexis Tsipras, ha dicho que Grecia está de duelo y ha declarado tres días de luto nacional.
La grave situación que vive Grecia estos días ha obligado a activar el mecanismo europeo de protección civil para que pudiera recibir la ayuda coordinada de numerosos países, entre ellos España. Mientras se lucha a brazo partido contra el fuego se ha iniciado una investigación sobre las causas de los incendios, ya que hay sospechas que pueden haber sido provocados al haberse iniciado simultáneamente en quince lugares a la vez, en unos días extremadamente vulnerables. Todo el peso de la ley debería recaer sobre los culpables.
La intensa ola de calor afecta también, de forma sorpresiva, a los países del norte de Europa, como Suecia, Finlandia y Letonia, que también sufren numerosos incendios forestales y que, asimismo, han tenido que recibir ayuda de otros países europeos.
Los científicos apuntan que la aparición de olas de calor cada vez más intensas en diversas partes del mundo, como puede ser la que sufre también Japón estos días, es una consecuencia clara del proceso de calentamiento global que registra el planeta al aumentar sin cesar las emisiones de los gases que provocan el efecto invernadero, como es el dióxido de carbono. Los tres últimos años han sido los más calurosos registrados jamás sobre la Tierra.
Los graves incendios que arrasan los alrededores de Atenas este año, junto al drama que suponen, son un importante aviso de los riesgos que comporta el calentamiento global. Ello exige, además de redoblar la lucha contra las emisiones contaminantes, intensificar las acciones de prevención contra los incendios forestales en todos los países europeos, especialmente los más proclives a ellos, como es el caso de España, así como reforzar la cooperación europea ya iniciada. Todo esfuerzo es poco para luchar contra el fuego por los devastadores efectos que provoca.