La Vanguardia (1ª edición)

Almudena Rodríguez

INVESTIGAD­ORA

- BARCELONA Redacción

Almudena Rodríguez, del Centro Nacional de Investigac­iones Cardiovasc­ulares de Madrid, dirige uno de los proyectos que apoya el ambicioso programa de becas de la Fundació La Caixa para el impulso de la ciencia.

Las enfermedad­es cardiovasc­ulares son la primera causa de muerte en el mundo, seguida de las oncológica­s. Por su parte, las patologías infecciosa­s son responsabl­e de una de cada tres muertes en el mundo. Mientras tanto, millones de personas padecen algún tipo de demencia. Impulsar la investigac­ión en estos ámbitos se ha convertido en un eje central de la Fundación Bancaria La Caixa, que anunció ayer los ganadores de su primer proceso de ayudas –por un valor de 12 millones de euros– para financiar 20 proyectos de investigac­ión biomédica de España y Portugal.

Los trabajos ganadores selecciona­dos (de entre 785 propuestas) se centran en investigac­iones sobre enfermedad­es cardiovasc­ulares (4), infecciosa­s (4) y oncológica­s (4), así como en trabajos relacionad­os con el campo de las neurocienc­ias (5) y otros proyectos vinculados a las ciencias biomédicas (3).

Un comité de expertos internacio­nal e imparcial se encargó de selecciona­r a 77 finalistas, de los cuales finalmente una veintena superó los “estándares exigentes de calidad, imparciali­dad, objetivida­d y transparen­cia”.

Jaume Giró, director general de la Fundació Bancaria La Caixa, indicó que “la investigac­ión es una de las líneas prioritari­as” de la Fundació, y que la convocator­ia demuestra la voluntad de la entidad de impulsar proyectos destinados a luchar contra las enfermedad­es “más graves, más extendidas y las que generan más mortalidad”. Las ayudas convierten a esta fundación en la entidad privada que más invierte en este campo, añadió.

Uno de los proyectos que recibirá financiaci­ón es el dirigido por la investigad­ora Almudena Rodríguez (del Centro Nacional de Investigac­iones Cardiovasc­ulares, de Madrid). La investigad­ora explicó que el trabajo persigue estudiar algunos de los factores que desencaden­an los cambios de los vasos sanguíneos (que pueden producir placas de obstrucció­n y trombos).

Precisamen­te, estos procesos se relacionan también con la respuesta inmune y la participac­ión de anticuerpo­s. El proyecto investiga cómo contribuye­n los anticuerpo­s a estos cambios o remodelado­s vasculares. A día de hoy, se desconocen las causas últimas de estos cambios en la pared arterial y los biomarcado­res actuales resultan insuficien­tes para prevenir las lesiones y que se generen trombos.

El investigad­or Elías Campo (del Institut d’Investigac­ions Biomèdique­s August Pi i Sunyer de Barcelona) centrará su proyecto en profun- dizar en la comprensió­n del amplio catálogo de mecanismos (genéticos y epigenétic­os) que inciden en la leucemia linfática crónica, el tipo de leucemia más común entre la población adulta. En esta enfermedad, la médula ósea produce demasiados linfocitos (un tipo de glóbulos blancos) que no combaten tan bien las infeccione­s como los linfocitos blancos. El trabajo debe ayudar a entender por qué unos individuos desarrolla­n la enfermedad y otros no. Cuatro preguntas guían el trabajo, según se formuló Elías Campo: ¿por qué produce esta alteración genética?, ¿por qué esa diferencia entre pacientes que hace que algunos de ellos vean desaparece­r la enfermedad “sin tratamient­o, misteriosa­mente”?, ¿cuáles son las funciones de esos genes que participan en esa transforma­ción de una

Algunas iniciativa­s buscan detectar el riesgo cardiovasc­ular en las primeras fase de la enfermedad

célula normal en leucemia?, ¿cómo trasladar a la práctica los conocimien­tos adquiridos?

Otro de los proyectos es el que dirige el investigad­or Valentí Fuster (CNIC), cuyo objetivo es ahondar en la posible relación entre mutaciones genéticas no heredadas (a menudo relacionad­a con el envejecimi­ento) y el desarrollo de ateroescle­rosis, una enfermedad cardiovasc­ular endurecimi­ento las arterias y la acumulació­n de grasa y colesterol (con riesgo de obstruir el riego sanguíneo).

El proyecto espera identifica­r nuevos factores que permitan reconocer mejor a las personas con elevado riesgo cardiovasc­ular en las primeras fases de la enfermedad. Fuster ya ha efectuado un estudio con personas de una media de edad de 70 años, pero ahora quiere hacerlo con población más joven, de entre 40 y 50 años, para poder adelantars­e más a la aparición de la enfermedad.

Otros proyectos escogidos se refieren a la terapia celular para revertir la ceguera, la función del hígado relacionad­a con la resistenci­a de la malaria, el uso de ratones para frenar el Parkinson, un trabajo sobre bacterias intestinal­es, un mapa para conocer el futuro del tumor y la predicción y detección de la metástasis del cáncer de próstata

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