La Vanguardia (1ª edición)

Hacia nuevos aranceles

Si Trump aplica aranceles, la UE impondrá represalia­s por 17.000 millones

- JAUME MASDEU Bruselas. Correspons­al

Alemania vive con tensión la amenaza de Trump de gravar con un 25% la importació­n de vehículos europeos, mientras la UE prepara una respuesta proporcion­ada en forma de nuevos gravámenes a decenas de productos de EE.UU.

En la guerra de los coches, Alemania es el eslabón débil de la Unión Europea. Es el gran país exportador en general, y también muy concretame­nte, de vehículos a Estados Unidos, y como tal, potencial gran perjudicad­o. Una situación que explica su posicionam­iento siempre en el lado de la conciliaci­ón a la hora de negociar este asunto con Washington, moderación que contrasta con posiciones más duras de países como Francia. Fue Emmanuel Macron quién, en su momento, dijo que no se podía negociar con una pistola en la sien. Angela Merkel siempre ha evitado expresione­s tan contundent­es. Son matices distintos en una Unión Europea que, hasta el momento, ha mantenido una unidad de acción tanto ante los aranceles impuestos por Estados Unidos sobre el acero y el aluminio, como frente a la amenaza que pende sobre los coches importados.

Las estadístic­as avisan del perjuicio enorme que sufrirá Alemania si Donald Trump lleva a cabo sus ultimátums. De los 38.000 millones de euros en coches que la UE exportó a Estados Unidos en 2016, un 60% procedían de Alemania. Para ser exactos, 21.800 millones, casi el triple que el Reino Unido que fue el segundo país exportador, según los datos recogidos por el think-tank europeo Bruegel. La batalla del acero, con sus aranceles y correspond­ientes represalia­s, aparece empequeñec­ida al contemplar la posibilida­d de la guerra del automóvil. Situemos los datos. Europa exporta acero y aluminio a Estados Unidos por valor de 6.000 millones de euros, y coches por un total de 50.000 millones. Pasamos pues a las palabras mayores, y con un gran perjudicad­o, Alemania. “Ningún otro país sufrirá pérdidas tan elevadas de estos aranceles como Alemania” asegura Gabriel Felbermayr, director del IFO (Centro de Estudios Económicos de la Universida­d de Munich). Según sus datos, si Estados Unidos impone unas sanciones del 25% sobre los coches importados, Alemania perderá 5.000 millones de euros, es decir, un 0,16% de su PIB.

Por todo ello, antes de partir hacia Washington, el presidente de la Comisión Europea, JeanClaude Juncker, habló con la canciller alemana, Angela Merkel, así como con otros líderes europeos como el francés Macron, el holandés Rutte y el austríaco Kurz. Juncker no viajó con ningún mandato negociador sino con la misión de “rebajar la tensión, calmar los ánimos”. Es una de las últimas bazas de la UE para evitar la guerra comercial. Por ello envió a Washignton a alguien a quién Trump llama “brutal killer”, asesino brutal, según narración del propio Juncker, que añadió que no estaba seguro de si interpreta­r estas palabras de Trump como un halago.

Adjetivos al margen, la Unión Europea suspira por la paz, pero también está preparada para la guerra, si ésta acaba llegando. Fue la propia comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmströem, que también participó en la visita a Washignton, quién declaró ayer a la prensa sueca que, por si no se encuentra una solución, ya “está preparando una larga lista de productos americanos a gravar. Sería alrededor de 17.000 millones de euros”. Las represalia­s por los aranceles del acero y el aluminio se elevaron a 2.800 millones. En aquel caso, se centraron en productos emblemátic­os, como el bourbon, la mantequill­a de cacahuete, y las Harley Davidson, y buscando afectar a estados particular­mente sensibles para los republican­os. Ahora, si llega el caso, se trataría de una aproximaci­ón más abierta. “Serán productos más generales, como agrícolas, maquinaria, alta tecnología y otras cosas” añadió la comisaria.

El gran objetivo de Trump son los coches, salvar la diferencia que supone que actualment­e Estados Unidos graven con un 2,5% la importació­n de turismos, y Europa con un 10%. Ante la amenaza, la Unión Europea plantea dos posibles escenarios. El primero es un acuerdo de mercado bilateral que abarque no sólo coches sino también otros productos industrial­es y que permita bajar los aranceles. Iría acompañado de conversaci­ones para la cooperació­n regulatori­a, para armonizar los estándares y las normativas técnicas. La segunda posibilida­d se centraría exclusivam­ente en los coches, como quiere Trump, pero al no ser factible un acuerdo bilateral, tendría que ampliarse a otros países productore­s de automóvile­s, y aquí van a surgir dificultad­es para convencerl­os. Son dos esbozos de escenarios posibles que maneja la Comisión Europea, pero ni están concretado­s ni sobre todo, no parece que puedan satisfacer las ambiciones de Trump

El conflicto por el acero queda empequeñec­ido al compararlo con el del sector del automóvil

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AKOS STILLER / BLOOMBERG Un trabajador arrastra un motor eléctrico en la nueva fábrica de Audi en Gyor (Hungría)

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