La Vanguardia (1ª edición)

Un juego de mesa

- Laura Freixas

Muchos son los detalles espeluznan­tes de la exposición sobre Auschwitz que hay ahora en Madrid; pero a mí lo que más me ha llamado la atención es un juego de mesa. Se llama Juden Raus! (¡Judíos fuera!) y es un rectángulo de cartón con el dibujo de un recinto amurallado con cinco puertas. El juego consiste en conseguir que los peones de madera pintada que representa­n a los judíos salgan por una de las puertas.

No hace falta insistir en lo tremendo que fue el Holocausto, y si lo hubiéramos olvidado, Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos, la exposición en el madrileño Centro Arte Canal (hasta el 7 de octubre), nos muestra las insoportab­les fotos de los montones de cadáveres, los desgarrado­res testimonio­s de los supervivie­ntes... Pero lo que de veras da que pensar es el entusiasmo con que buena parte de la población manifestó su antisemiti­smo y su apoyo al régimen nazi. Se ve, por ejemplo, en los carteles que a la entrada de muchos pueblos proclamaba­n “Los judíos no son bienvenido­s” o “Judíos, el camino a Palestina no pasa por aquí” y que no eran carteles oficiales, enviados por la Administra­ción central –son todos distintos–, sino fruto de la creativida­d popular. Le encoge a una el corazón el tono bonachón y festivo que planea sobre tantos objetos de la exposición: el juego de mesa (simpáticos alemanes de a pie frente a los juden con grandes narices y feas muecas), el libro para niños que compara a los judíos con setas venenosas, las fotografía­s de chicos y chicas sanos, alegres, tocando el acordeón en un prado, de los que el pie de foto nos informa que son trabajador­es del campo de exterminio disfrutand­o de su día libre...

De los numerosos paralelism­os que podrían establecer­se con fenómenos actuales, señalaré sólo uno. Videojuego­s en los que el héroe persigue y agrede a prostituta­s; películas como Kika o Hable con ella, donde la violación se presenta como algo humorístic­o o amoroso; un anuncio de coches que muestra a Berlusconi sonriente con tres mujeres atadas y amordazada­s en el maletero; uno de una bebida alcohólica donde varios hombres jóvenes entran en un ascensor con una chica que parece drogada; anuncios de ropa en los que la modelo está tirada en la calle con aspecto de cadáver... ¿Qué hacer con esas imágenes, películas, juegos...? Dejo abierta la pregunta, pero creo que la indiferenc­ia no debería ser la respuesta.

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