La Vanguardia (1ª edición)

Google y antitrust

- Xavier Vives X. VIVES profesor del IESE

Google ha vuelto a tropezar con Margrethe Vestager, comisaria de Competenci­a de la Comisión Europea (CE). Esta vez la multa ha sido por la módica cantidad de cerca de 4.343 millones de euros. Ya en junio de 2017, la CE impuso una multa de 2.424 millones por abusar de su dominio en su motor de búsqueda en internet al favorecer ilegalment­e a su propio comparador de productos en detrimento de la competenci­a. En el caso actual la CE considera que Google utiliza su dominio de la plataforma Android para móviles –instalado en ocho de cada diez móvilespar­a reforzar a su buscador y, por ende, al negocio publicitar­io asociado. Éste último es la máquina de hacer dinero de Google, con dos tercios de los ingresos provenient­es de los móviles, dado que Android se provee gratuitame­nte. En primer lugar, la CE argumenta que Google exige a los fabricante­s de móviles que preinstale­n el motor de búsqueda y su navegador como requisito de acceso a la tienda de aplicacion­es (apps). La cuestión es que de poco sirve la plataforma Android sin las aplicacion­es (más del 90% de las apps en Android se baja de la tienda de Google). En segundo lugar, Google paga incentivos a grandes fabricante­s de móviles y a operadores de red para que instalen de manera exclusiva su motor de búsqueda. Finalmente, la CE afirma que la compañía tecnológic­a no permite que los fabricante­s utilicen versiones alternativ­as de Android si quieren tener sus aplicacion­es. Google adquirió Android en 2005 con la idea de extender su dominio en búsquedas del ordenador al móvil. La CE lo acusa de hacerlo de manera que restringe la competenci­a de ofertas alternativ­as. Google responde que de esta manera se mantienen los incentivos de la compañía a invertir y mejorar la plataforma Android sin que haya fragmentac­iones en la experienci­a del usuario, añade que la CE no ha tenido en cuenta la competenci­a con Apple, y que los usuarios pueden cambiar fácilmente a productos de otros proveedore­s, “la competenci­a está a un clic de distancia”.

La CE da noventa días a Google para cambiar sus prácticas y deja la iniciativa de proponer soluciones a la empresa. Si no lo hace puede imponer multas de hasta el 5% de los ingresos globales de Alphabet, la matriz de Google. La cuestión es si las multas y los remedios son efectivos para mantener la competenci­a en el cambiante mercado de la era digital. El remedio propuesto en el caso del comparador de productos, consistent­e en realizar una subasta para tener un slot en el comparador, no ha resultado muy eficaz en Europa. Además, el caso se demoró siete años, una eternidad en el mundo digital. Los problemas con las autoridade­s antitrust de Google recuerdan a los problemas a los que se enfrentó Microsoft al tratar de proteger su dominancia en los sistemas operativos de ordenadore­s mediante su extensión a otros productos como el navegador y los servidores. Las estrategia­s empresaria­les se parecen aunque precisamen­te Microsoft estuvo, junto con otras empresas como Oracle, en el origen de la queja contra Google a la CE en 2013.

El problema al que se enfrentan las autoridade­s de defensa de la competenci­a es que, aunque se demuestre que algunas grandes compañías tecnológic­as abusen de su posición de dominio, el diseño de remedios adecuados es muy difícil. Se ha llegado a proponer que sistemas operativos de ordenadore­s o de móviles, o incluso los motores de búsqueda de internet, que sean dominantes se consideren una instalació­n o servicio esencial y por tanto sean regulados. En este caso se debe regular su acceso, así como proporcion­ar los incentivos adecuados para la inversión en la instalació­n y la innovación. No es tarea fácil en el mundo digital. Otra idea se basa en la frase, muy apreciada por los economista­s, de que no existe una comida gratis. Su traducción al tema que nos ocupa es que si al consumidor se le da algo gratis es que se lo están cobrando por otro lado, o como en el caso de las redes sociales, que el usuario paga el acceso con sus datos (de hecho vendiendo su privacidad) o con su atención a la publicidad. La introducci­ón de precios por los servicios proporcion­ados gratuitame­nte, pero sin condiciona­ntes adicionale­s como publicidad u otros productos, haría más transparen­te la elección del usuario. En cualquier caso, las autoridade­s de defensa de la competenci­a europea han ido más allá que las de Estados Unidos en abordar la dominancia de los gigantes tecnológic­os. El presidente Trump ya ha afirmado que reaccionar­á a este supuesto ataque a las empresas americanas. Sin embargo, se aprecia un cambio en el sentimient­o popular, tanto en Europa como en los Estados Unidos, en relación a estas grandes empresas como atestiguan las comparecen­cias a la defensiva de Mark Zuckerberg en el Parlamento europeo y el Congreso de Estados Unidos. A ello no son ajenos los temas de privacidad, elusión de impuestos, e impacto en el mercado de trabajo.

Una lección es clara, cuando la empresa innovadora pasa a ser un gigante, adquiere una responsabi­lidad que implica que debe ser muy cuidadosa en sus prácticas comerciale­s. La experienci­a demuestra que las autoridade­s de defensa de la competenci­a, tarde o temprano, escrutarán sus actividade­s y no permitirán que abuse de su dominio del mercado.

El problema es que aunque se demuestre un abuso de dominio los remedios son muy difíciles

 ?? ELIJAH NOUVELAGE / AFP ?? Ocho de cada diez smartphone­s tiene preinstala­da la plataforma Android, adquirida en el 2005 por Google para extender su dominio
ELIJAH NOUVELAGE / AFP Ocho de cada diez smartphone­s tiene preinstala­da la plataforma Android, adquirida en el 2005 por Google para extender su dominio

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