La Vanguardia (1ª edición)

“Vivir bien es llegar a viejo y seguir aprendiend­o”

Tengo 52 años. Nací en Asturias y vivo en Atenas (Grecia) desde hace 24 años. Soy escritor y helenista. Tengo cuatro hijos atenienses, Arcadio y Leandro (19), Silvano (23) y Asterio (8). ¿Política? Contra la injusticia y la ignorancia. ¿Creencias? Defenso

- Pedro Olalla, escritor, profesor y cineasta VÍCTOR-M. AMELA

Cómo griego? llega un asturiano a ser Me humanidad: interesaro­n eso la te cultura lleva a y la la antigua Grecia. Y quise estudiarla en su solar originario.

Y se instaló. Sí, vivo en mi patria espiritual y soy parte de su devenir cotidiano. Como un meteko.

¿Qué es un meteko? Así denominaba­n los antiguos griegos al extranjero libre sin derecho de ciudadanía.

¿De verdad empezó allí la democracia? Con las leyes de Solón, en el siglo V a.C., destinadas a contrarres­tar nuestra natural tendencia a la injusticia.

¿Natural tendencia a la injusticia? Sí: si tú naces en una familia, clase o casta con ventajas, ¡lo natural es que quieras acrecentar­las! En detrimento de otros.

¿Y cómo lo evitan los antiguos griegos? Separando el poder político de las prerrogati­vas que daban el linaje y el dinero. Así acuñan el concepto de eunomia: gobierno de buenas leyes. Y, enseguida, el de isonomía: igualdad ante la ley.

¿Con qué consecuenc­ias?

Todos pueden implicarse en tareas de gobierno y administra­ción de justicia...mediante la isegoría: igualdad en el uso de la palabra. Y con la virtud de la parresía: atreverse a decir la verdad. ¡Nunca una sociedad humana estuvo más cerca del ideal democrátic­o que la Atenas de Pericles!

¿No? Pues han pasado 25 siglos... Una embajada de Roma viajó por entonces a Atenas. Y fue así como aquella democracia ateniense inspiró la ley romana..., pero Roma no llegó a tener una democracia.

¿Y hoy? “Por nuestros vicios hemos perdido la república, aunque de nombre sigamos manteniénd­ola”: lo dijo Cicerón en el siglo I a.C., y es hoy aplicable a nuestra “democracia”.

¿Cicerón veía claro? Poco antes de ser decapitado escribió De senectute (Sobre la vejez), una reflexión que, dos mil años después, ¡sigue vigente!

¿Y qué nos dice Cicerón de la vejez? Cicerón medía la vida humana por climaterio­s, que son escalones de siete años. Y entrabas en la vejez en el noveno climaterio...

En tal caso, nueve por siete... ¡Son 63 años! Su edad al escribir De senectute: son reflexione­s sobre cómo envejecer bien, que yo traslado de lo ético a lo político. Sí, ¿Es porque viable entiendo esta transferen­cia? que envejecer bien no es sólo un empeño un empeño político, ético, individual, social: precisa es también de un compromiso ¿Ancianos... colectivo y sus pensiones? que incluya a todos. Eso es algo es, porque determinan­te disponer para de envejecer recursos propios bien.

En ¿En senescere qué consiste addiscente­m “envejecer (envejecer bien”? aprendiend­o): consiste es decir, en vivir llegar bien, a una vivir vejez virtuosame­nte, en la que ¿Esta puedas democracia seguir aprendiend­o. ha envejecido mal? 50 La mitad años..., de pero nuestros lo aberrante votantes es tienen ver crecer más de la desigualda­d: ¡ocho personas suman la misma riqueza que la mitad de la humanidad!

Ya, pero si no han hecho trampas... El desafío de la política consiste en corregir desigualda­des y favorecer el eu zen (bien vivir): consiste en que todos los miembros de una colectivid­ad puedan desplegar con iguales oportunida­des sus respectivo­s talentos y potencias para conquistar su felicidad.

Y en eso... ¿no vamos bien? Dijo Galeno que un cuerpo no es viejo “por los muchos años, sino por la merma de facultades”, y exactament­e lo mismo puede predicarse de una sociedad.

¿Y cuándo una sociedad está sana? Cuándo todos sus miembros pueden vivir como adultos en plenitud de facultades, cada vez más y más longevos y siempre vitales, manteniend­o viva su capacidad de asombrarse y de actuar.

Y de aprender, ¿no? Eso, conscienci­a: esta palabra latina ¡la acuñó Cicerón! La calcó del griego syneidesis (con conocimien­to), así: cum scientia. Es decir, “conocimien­to compartido de algo”.

Aprendo mucho con usted. ¡No tanto como yo con Cicerón! Me ha enseñado que una vida bien vivida convierte la vejez en ganancia: en tu vejez serás más sensible, justo, compasivo, culto, humilde, juicioso, sabio y difícil de engañar.

¡Ay! A ver si alcanzamos todos eso... No olvidemos que la razón de ser de un Estado... ¡es el bienestar de sus ciudadanos! Debemos organizarn­os, pues, para que así sea. Porque esto que hoy tenemos... no es lo mejor que podemos tener.

¿Qué virtudes políticas nos anim aafomentar? Las mismas virtudes que Cicerón pedía a la República: auctoritas (poder de convicción avalado por obras), nobilitas (nobleza de espíritu), dignitas (dignidad), veritas (veracidad), libertas (libertad), aequitas (igualdad), iustitia (justicia), firmitas (tesón), laetitia (optimismo), fides (fe), pietas (piedad) y humanitas.

Tradúzcame humanitas. Amor por el prójimo, por todos los demás.

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XAVIER CERVERA

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