La Vanguardia (1ª edición)

Lluvia de medallas para el deporte femenino

La onubense se convierte en la primera mujer con tres títulos mundiales en bádminton

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ

C. Marín 21 21 P.V. Sindhu 19 10

Carolina Marín era muy mala, pero ya entonces odiaba perder. Ella misma lo dice cuando se ve en un vídeo jugando a bádminton. Tenía 9 años y apenas llevaba unos meses practicand­o desde que un día su amiga Laura Sánchez, compañera del colegio y de clases de flamenco, la llevó a descubrir el deporte en el que se ha hecho célebre. Dieciséis años después, la onubense se convirtió ayer en Nankín (China) en la primera mujer en atesorar tres títulos mundiales. Lo logró al derrotar a la india Pusarla Venkata Sindhu, la misma jugadora a la que había doblegado en la final olímpica de Río de Janeiro. Comenzó tras aquel éxito un periplo irregular para la andaluza, que abandonó la que había sido su residencia durante casi una década, la Blume de Madrid, adonde llegó con 14. Entre ese cambio de rutina y que las rivales le pillaron el truco ralentizan­do su fulgurante juego, Marín entró en un pequeño socavón de resultados del que se ha resarcido esta semana consiguien­do ser única en un deporte que está afincado de manera apabullant­e en Asia. El 78% de los aficionado­s al bádminton es de este continente y, por poner un ejemplo, sólo China posee 15 títulos mundiales femeninos. Pero nadie ha ganado tres como Marín, que se entrena ocho horas diarias, que trabaja el cuerpo y la mente y que volvió hace un tiempo a la Blume en busca de la química que le había funcionado.

La alquimia ha vuelto, y ayer Carolina fue más fuerte que Sindhu en un primer set de alternativ­as (2119). En el segundo cerró el partido sin agobios (21-10). Tras un último error de la india, Marín se arrodilló sobre la pista y cerró los puños con rabia. Después corrió a su rincón a abrazarse con su entrenador, Fernando Rivas, un auténtico estudioso de este deporte, tanto en su vertiente técnica como mental, un hombre justo y exigente que suele decir que los días en los que no sale nada son los mejores. El hombre que, cuando iba perdiendo en la final olímpica, le susurró a su pupila: “Acuérdate de aquella niña de 14 años, de qué quería ser”.

“No tengo palabras para describir la emoción que siento. Estoy superconte­nta. He vivido una semana increíble en China, enfrente de todo el imperio asiático. Para mí esta medalla es muy especial tras pasar unos tiempos complicado­s. Gracias a todo mi equipo por seguir creyendo en mí y por hacerme creer a mí”, señaló tras el partido Marín, que volvió a acoquinar a su rival con un recital de gritos tras casi cada punto ganado. Es su manera de expresarse en la pista.

Había sabido mantener la mente fría cuando su adversaria buscaba alargar los puntos, había conseguido recuperar la paciencia para decidir después con su garra y su elasticida­d, tal y como le había pedido Rivas, que viajó por Europa y Asia para aprender métodos de entrenamie­nto y al que desde hace tiempo vienen a estudiar los rivales. La madre de Carolina la llamaba la McEnroe, y algo tiene del genio del estadounid­ense, aunque por cercanía siempre se la ha considerad­o más como la Nadal del bádminton, un deporte que en España ha subido en cuanto a licencias gracias a su tirón, pero de manera modesta. Según datos del 2017 había 7.789 licencias en España. Para que se hagan una idea, en China hay 100 millones de practicant­es del volante de plumas.

De hecho, hace poco que Marín ha introducid­o el chino en sus redes sociales y quiere aprender este idioma (ha recibido ya algunas clases), aunque también en India tiene mucho predicamen­to (más de 100.000 seguidores suyos son de allá). No es de extrañar que algunas marcas se hayan interesado en apoyar a Marín porque les abre mercados en Asia. Es el caso de hoteles Meliá, de la Liga de fútbol española o de la marca que la equipa, Yonex.

Hace cinco años no podía vivir del bádminton. Ahora, sí. Se lo ha ganado porque lo máximo que se suele coger son 15 días de vacaciones. El trabajo en un pabellón en el que no pone ni el aire acondicion­ado para que nada afecte al volante ha surtido su efecto. Marín ha levantado un imperio.

Ha abierto mercados a sus patrocinad­ores en Asia y cuenta con más de 100.000 seguidores de India

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LINTAO ZHANG / GETTY Carolina Marín, de 25 años, celebra su victoria, ayer en Nankín (China)

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