“Instagram es el paraíso de los narcisistas”
Julio Rodríguez, genetista y psicólogo, autor de ‘Prevenir el narcisismo’
Julio Rodríguez transmite la urgencia de educar a la población en la identificación de los rasgos narcisistas de los niños porque predice que las personalidades egocéntricas serán una de las epidemias de este siglo. Muestra preocupación por crianzas centradas en el elogio y por la cultura de la imagen. Por eso ha escrito Prevenir el narcisismo (Plataforma). Rodríguez, doctor en biología y psicólogo, investiga la genética de enfermedades psiquiátricas en el hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. Explica que la heredabilidad del narcisismo es del 25%, un porcentaje bajo frente al de la esquizofrenia (80%). “Por tanto, existen componentes genéticos, pero los factores ambientales tienen más influencia”. Además, el trastorno narcisista, definido por la psiquiatría, afecta a sólo el 1% de la población. “Pero no es como la gripe que se tiene o no se tiene, hay escalas de grises”.
En los primeros años de vida el niño es el centro de sí mismo.
Y ese egocentrismo va despareciendo con la madurez. El problema es cuando no desaparece sino que se convierte en predominante. Y entonces hay críos con 9 años que no toleran fallar, que mienten, manipulan para seguir siendo admirados. O adolescentes pendientes de los me gusta para quererse. Y adultos infelices con sentimiento de superioridad y delirios de grandeza, que no dudan en utilizar a los otros si con ello obtienen un beneficio.
¿El estilo de crianza mediterráneo propicia el narcisismo?
Los estudios transculturales indican que la conducta narcisista aumenta en todo el mundo. Estamos en la era de la imagen y la exhibición. En Facebook o Instagram se muestra sólo lo bueno, de forma sobredimensionada. Son fotos preparadas, tratadas con filtros. ¡Es el paraíso del narcisista! Fíjese el nivel de ansiedad que genera esta constante exposición que han aumentado las operaciones dentales para salir mejor en las fotos.
¿También tiene que ver con los postulados de la psicología positiva ese “tú puedes ser lo que quieras”?
Motivar está bien. Pero no mentir sobre la realidad. No se puede elogiar de forma no realista diciendo al niño que es especial y que tiene privilegios especiales. Acabará creyendo que es superior a los demás. Y utilizará la manipulación, el engaño, la mentira y el maltrato para conseguir lo que quiere. Porque ellos están en primera categoría.
¿Qué recomienda?
Enseñarles a conocerse y quererse, con sus cualidades y defectos. Y establecer relaciones sinceras y profundas. Así, cuando salgan al mundo real y se frustren no caerán en depresión. A la persona con rasgos narcisistas le afecta la salud cuando pierde protagonismo. Y como tiene miedo a fallar se abstiene de probar nuevos retos. Se siente incómoda fuera del grupo de aduladores.
El elogio también está en las redes.
Ese es su mundo. Nosotros sabemos lo que nos hace felices y es esa experiencia la que debemos transmitirles. Ellos están bombardeados continuamente por mensajes que les dicen que no son felices porque no son perfectamente guapos, porque no están en ese sitio tan guay, porque no tienen el último móvil. Y están pendientes de los me gusta de las fotos que suben. No nos hemos dado cuenta pero a estos chicos les han “robado” la felicidad.
Empiezan a ser padres aquellos chicos, algunos hijos únicos, criados en la cultura del elogio.
El adulto narcisista puede emparejarse con una persona con sus mismas necesidades de admiración. O con un admirador que corre el riesgo de ser maltratado si pierde el interés inicial que les llevó a unirse (fama, belleza, poder económico). La personalidad narcisista necesita a los otros para ensalzarse a sí misma. Incluso sus hijos tendrán que asumir el rol de dar satisfacción a su progenitor con sus logros. Porque su amor es condicional.
PISCINAS Y PLAYAS
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Una madre con cinco chavales a un socorrista en la piscina.
–¿Le importa vigilar a los niños que voy a comer una paella rapidita?
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Hace unas semanas, en la playa de Sant Pol de Mar, los socorristas explicaron a las familias que ondeaba las bandera amarilla por presencia de una colonia numerosas de medusas. –Pues yo me quiero bañar. –Pero ¿no has oído que son peligrosas?
El niño se baña pese a la advertencia de los padres. –¡Mamá!, ¡mamá! El pequeño fue trasladado de inmediato al hospital de Sant Jaume de Calella. Era alérgico a esa especie de medusa.
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Una familia con un niño de 8 años llega a la playa con sus padres y se sitúa bajo una de las torres de socorristas. Antes de quitarse la camiseta empieza a saltar sobre el material anfibio especial para personas discapacitadas. Y el guardavidas le llama la atención. Como no le hace caso, baja y se queja a la madre.
–Mire, su niño no puede estar saltando porque estropea el material y porque puede hacerse daño.
La madre le llama la atención y el niño se va a la orilla... a tirar bolas de arena a la moto de agua de otro socorrista que, sorprendido, pregunta a voz en grito. ¿De quién es este niño?
El primer socorrista señala a la mujer que al parecer no había oído la pregunta ya que su atención estaba en la pantalla de su móvil:
–Ay, no me había dado cuenta pero sólo está jugando...
EN EL PEDIATRA
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Se sienta la familia frente al doctor. –Ustedes dirán. –No, nosotros no tenemos nada que consultar. Es el niño que ha querido venir –responden los padres ante la perplejidad del pediatra.
–¿Por qué querías verme? –se dirige al pequeño de 5 años.
–Para saber si estoy bien y así me marcho tranquilo de vacaciones.
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Unos padres van a la consulta con su hijo de 9 años que se queja de dolor de barriga.
–¿Qué ha comido? –pregunta el médico. –Huevos fritos con patatas. –¿Y qué cenó? –Huevos fritos con patatas. –¿También? –Desde hace un tiempo no quiere más que eso.
–Esta dieta es muy perjudicial para su salud.
–Ya se lo decimos, ya, pero ni caso. Dígaselo usted, que le hará más caso. ¿Lo oyes? No puedes comer cada día lo mismo, lo dice el doctor.