“El perrito no nos deja el sofá”
El perro apenas tenía 5 kilos de peso, pero en pocos días se hizo el dueño de la casa: “No nos deja sentarnos en el sofá. Nos gruñe feroz, empezamos a sentir pánico”, dijeron desesperados a la adiestradora una pareja con dos hijos que acababa de traer a casa un perrito de la protectora. Y, efectivamente, la familia se sentaba en sillas detrás del sofá, porque el perrito lo recorría como un león amenazando a quien osara sentarse. Las anécdotas de perros caprichosos y a la vez dominantes con sus amos tienen un notable parecido con el comportamiento de muchos niños. “Porque se parecen en el origen: falta de límites, poco tiempo para aplicarlos”, resume Maribel Vila, adiestradora y experta en terapias asistidas con animales.
Una mujer madura que educó con esmero a sus tres hijas confiesa que su perro reta cada día su autoridad. “Si no hago el recorrido que a él le gusta, se sienta y no hay quien lo mueva. En varias ocasiones he llegado a llamar a mis hijas para que trajeran una salchicha y así poder volver a casa”. Hay que variar las rutas, advierte la adiestradora. “Pero sobre todo hay que comprender que educar requiere tiempo y que los resultados no son inmediatos, aunque permanecen para bien y para mal en el tiempo”. La falta de constancia y sentido común convierte a los compañeros caninos en un angustioso problema en muchos hogares. “Un hombre recién separado me pidió ayuda para corregir la agresividad de su joven jack russell en la calle. En la primera clase participaron el padre y las dos hijas. En la segunda, las hijas y la asistenta. En la tercera, la hija pequeña y la asistenta que manifestó su pánico a los animales. No fui más”, confiesa Vila.
En casa del perrito dueño del sofá todo ha cambiado cuando el animal ha descubierto que tiene un sitio para él, su transportín privado con juguetes y huesos. /