Sánchez cree que la tensión del 2017 no volverá a Catalunya
El presidente del Gobierno argumenta que Torra se ciñe por ahora a la legalidad
El tono empleado por Pedro Sánchez desde Bolivia para referirse a la situación política catalana contrasta claramente con las intenciones de Torra.
la oferta –todavía por oficializar– de reforzar el autogobierno de Catalunya que Sánchez afirmó hace un par de días.
Al presidente sólo le queda cerrar los últimos flecos del texto. Con todo el contenido de la conferencia en mente, será a partir del día 5 de septiembre cuando todos los diputados de Junts per Catalunya viajarán del 5 al 7 de septiembre a Waterloo para encontrarse con Puigdemont para abordar el curso político de este “otoño caliente”. Es previsible, sin embargo, que Torra vuelva a Barcelona antes, ya que el día 6 se celebra la Junta de Seguridad de Catalunya, que él mismo preside.
Con toda probabilidad, su grupo parlamentario lo apoyará. Queda por ver qué sucederá con ERC, que gobierna en la mitad de las conselleries. Los republicanos apuestan por la desobediencia y las bases obligaron a explicitar la vía unilateral en su ponencia política, aprobada a finales de junio. Pero ERC ha dejado claro que hay que ampliar antes la mayoría social en favor de la independencia para encarar un nuevo embate al Estado. Y para llegar a este punto hace falta tiempo.
A Esquerra le suena bien la música del discurso, pero se guarda también su derecho de enmendar el texto de Torra.
Además hay que tener presente que su presidente, Oriol Junqueras, permanece encerrado en la prisión y que el enfrentamiento que plantea Torra no hará más fácil su salida, como mínimo, una salida con el plácet de los jueces. Torra, en su libro Els últims 100
metres, publicado pocas semanas antes del 1-O y donde traza una hoja de ruta para la independencia, se hace eco de tres fases en la desobediencia: la fase de protesta, la fase de no cooperación y la fase de suplantación. El autor cree que Catalunya sólo alcanzaría la independencia si pasa de la primera a la segunda.
¿En qué se traduciría? Una hipótesis que se apunta es la de liberar –si son sentenciados y son trasladados a prisiones catalanas– a los exmiembros del Govern, la presidenta del Parlament, el presidente del grupo parlamentario de JxCat y el líder de Òmnium Cultural, dado que Catalunya, y concretamente el Departament de Justícia que dirige Ester Capella, tiene las competencias transferidas por el Estado en materia de prisiones. Mientras el independentismo, con el presidente de la Generalitat a la cabeza, augura un otoño decisivo, Pedro Sánchez cree que en los próximos meses se producirán movilizaciones masivas en Catalunya, pero no una situación de tensión como la vivida hace un año. Es más, el presidente del Gobierno tiene la impresión de que el Govern y el Parlament no traspasarán ninguna línea roja que motive la aplicación de nuevo del artículo 155. Las visiones de lo que puede ocurrir en el plazo inmediato son diametralmente opuestas.
Por la larga conversación que mantuvo en la Moncloa con el presidente de la Generalitat y por los mensajes que le llegan a sus ministros desde el Govern, Sánchez deduce que Quim Torra desea gobernar el máximo de tiempo posible y que, por tanto, la convocatoria adelantada de elecciones en Catalunya no es el escenario más probable, pese a las insinuaciones en ese sentido de Carles Puigdemont, puesto que los resultados, en opinión de Sánchez, serían muy similares a los actuales. Es decir, se reproduciría la división en dos bloques que existe ahora.
En una conversación informal con los periodistas que le acompañan en su gira por Latinoamérica, Sánchez subrayó las contradicciones en que incurren los dirigentes independentistas que, por un lado, muestran su interés por que regresen las empresas que trasladaron su sede social o fiscal a otros puntos del territorio español, pero por otro lado no descartan la unilateralidad o se lanzan discursos como el de Torra llamando a “atacar al Estado”. Sin embargo, subrayó que de momento no se han superado los límites de la legalidad. Así que Sánchez prefiere atenerse a los hechos y confía en que el Govern se mantendrá dentro de esos márgenes. En ese contexto, se mostró sorprendido por el hecho de que los líderes independentistas mantengan el relato del enfrentamiento con el Estado y de la desobediencia porque perjudica a los dirigentes que están en prisión.
Las contradicciones entre el discurso y los hechos es uno de los análisis en los que más incide el entorno de Sánchez, que observa división entre ERC y el PDECat dominado por Carles Puigdemont, pero también diferencias de criterio y cierta indefinición sobre la estrategia que seguir en el grupo parlamentario del PDECat en el Congreso. Así que su visión está condicionada por lo que consideran síntomas de debilidad del independentismo político.
Sánchez insistió en que el conflicto catalán no va a solucionarse en dos años y, para intentar encontrar una salida, lo primero es que se acerquen las posiciones en Catalunya y se rompa la división en dos bloques. Para él, el problema no es sólo entre los gobiernos catalán y central, sino entre las propias fuerzas políticas del Parlament. Es más, el presidente cree que los partidos independentistas deberían acometer un proceso de autocrítica sobre lo que ocurrió en octubre del año pasado y sus consecuencias, incluida la existencia de políticos en prisión y en el extranjero. Admitió también que las fuerzas políticas estatales también deben constatar sus errores, entre ellos, no haber reaccionado antes y haber tratado el conflicto por la vía judicial y no política. En este sentido, criticó que el PP sea tan beligerante con su Gobierno en este asunto cuando hasta hace cuatro días no había sido capaz de afrontarlo con éxito y teniendo en cuenta además que el PSOE tuvo una actitud de lealtad hacia las decisiones de Mariano Rajoy en Catalunya.
La propuesta de Sánchez para Catalunya sigue siendo apostar por el autogobierno. En concreto, trazó tres etapas: la primera, volver a la normalidad institucional, la segunda consiste en restablecer la confianza entre los agentes políticos y la tercera, negociar sobre mejoras en el autogobierno, siempre dentro del margen legal vigente. En ningún caso está dispuesto Sánchez a abrir un diálogo sobre un eventual referéndum de independencia. “El independentismo no tiene fuerza política suficiente para pedírmelo”, argumentó. De hecho, esta es la reclamación del actual Govern de la Generalitat, expresada por Torra. Si el Gobierno no se abre a negociar un referéndum antes de final de año, queda abierta la vía a recuperar la unilateralidad.
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