Rudolph Giuliani
Giuliani, abogado y amigo de Trump, ha enviado una carta a Rumanía para quejarse de los excesos de la lucha anticorrupción. Lo ha hecho por encargo de un lobby y sin importarle chocar con la política de EE.UU. hacia ese país.
La mezcla de intereses públicos y privados que caracteriza la actual Casa Blanca ha provocado un nuevo conflicto después de que Rudy Giuliani, abogado de Trump, escribiera al presidente de Rumanía, Klaus Iohannis, para quejarse de los “excesos” en la lucha contra la corrupción en el país y reclamar una amnistía para algunos afectados.
“Muchos inocentes han sido encarcelados”, se lamenta en la carta, que firma no como letrado del presidente sino en nombre del bufete que mantiene en Nueva York, Giuliani Partners. Aunque su relación con Trump es más que conocida: no pasa un día sin que el exalcalde de Nueva York intervenga en los medios en calidad de abogado del presidente y actúe incluso como su portavoz dada la amistad que los une, a menudo para opinar sobre asuntos de política exterior sobre los que no tiene competencias.
Después de que la prensa rumana publicara la sorprendente carta, Giuliani no tuvo ningún problema en reconocer que había hecho las gestiones por encargo de la consultora Freeh Group, aunque declinó revelar la identidad del cliente original que encargó sus labores de lobby. Las posiciones expresadas por Giuliani contradicen la política de EE.UU. hacia este país europeo y el Departamento de Estado se ha visto obligado a distanciarse públicamente de sus palabras. “Rumanía ha demostrado notables avances en combatir la corrupción y levantar un Estado de derecho eficaz. Animamos a los rumanos a seguir por ese camino”, dijo una portavoz. La Casa Blanca, de momento, ha guardado silencio sobre el incidente.
El presidente rumano despidió en julio a la directora general de lucha contra la corrupción, Laura Codruta Kovesi, responsable de una intensa campaña que tocó de lleno a la élite del país. Iohannis había frenado durante meses los planes del Gobierno para echarla, alegando que se había excedido en su papel y daba mala imagen en el extranjero, pero una sentencia del Tribunal Constitucional concluyó que no tenía poder para hacerlo. Tanto EE.UU. como la UE protestaron enérgicamente por el despido, que sacó a la calle a más de 100.000 manifestantes. Las palabras de Giuliani, que habla de intimidación de jueces y abogados defensores y procesos judiciales injustos, fueron aplaudidas por el líder del Partido Socialista y primer ministro en la sombra, Liviu Dragnea, inhabilitado para ocupar cargos públicos por dos condenas por corrupción. Giuliani ha contado al Washington Post que compagina su trabajo como abogado de Trump con el de representante de clientes extranjeros de Colombia, Brasil o Irán.