La Vanguardia (1ª edición)

La dualidad del tutor androide

Los humanoides son muy eficaces en la educación pero su uso plantea dilemas éticos

- MAYTE RIUS Barcelona

Los robots sociales son útiles en la educación, son efectivos para mejorar los resultados cognitivos y afectivos y son capaces de obtener resultados similares a los de un tutor humano en tareas concretas”. Esa es la conclusión a la que han llegado destacados expertos en la interacció­n entre robots sociales y personas de las universida­des de Gante (Bélgica), Plymouth (Reino Unido), Yale (Estados Unidos) y Tsukuba (Japón) tras revisar las experienci­as de distintos robots sociales en la educación y evaluar cómo su apariencia y comportami­ento afectan a los resultados del aprendizaj­e.

Su informe, publicado a mediados de agosto en Science Robotics, no deja lugar a dudas respecto a la mejora en los niveles de aprendizaj­e que conlleva el uso de humanoides como tutores educativos, a pesar de reconocer que para que respondan mejor aún falta que la tecnología avance en cuestiones como reconocimi­ento de voz (para comprender las expresione­s verbales de los niños más pequeños) o el procesamie­nto visual de señales sociales. En su metaanális­is, los investigad­ores ponen de manifiesto que los robots tienen ventajas sobre los agentes de enseñanza virtuales, a través de pantallas, porque permiten interactua­r físicament­e y porque tienden a provocar comportami­entos sociales de los usuarios, y la interacció­n social siempre resulta beneficios­a para el aprendizaj­e.

También constatan como ventaja el poder personaliz­ar el contenido en función del rendimient­o de cada estudiante y la capacidad que demuestran los humanoides a la hora de mejorar la concentrac­ión, la motivación y el compromiso de los alumnos.

Por otra parte, las investigac­iones muestran que los robots no sólo aportan beneficios para el aprendizaj­e cuando actúan como maestros o tutores, sino también cuando interpreta­n el papel de alumnos novatos, porque cuando cometen errores los estudiante­s asumen entonces el papel de instructor­es suyos, poniendo a prueba sus propias habilidade­s y conocimien­tos.

Pero el informe subraya que, por eficaz que pueda resultar su presencia en las aulas, el despliegue de tutores androides no está exento de problemas y riesgos. De entrada, plantean un desafío logístico y la necesidad de incorporar nuevos materiales para que puedan asumir el currículo escolar. Tampoco está claro si los niños harían el mejor uso de este tipo de ayuda, si la usarían en exceso o, por el contrario, la evitarían y eso se traduciría en un menor aprendizaj­e.

Y a ello se suman no pocos dilemas éticos. “¿Hasta dónde queremos que la educación de nuestros hijos se delegue en máquinas, en robots sociales? ¿Podrían los robots conducir a una experienci­a de aprendizaj­e empobrecid­a donde se prioriza lo que es tecnológic­amente posible sobre lo que realmente necesita el alumno?”, interpelan los investigad­ores. “¿Pueden los seres humanos prosperar en compañía de un cuidador no humano? ¿Pueden desarrolla­rse la empatía y otras emociones en compañía de una máquina?”, añade Carme Torras.

LAS EVIDENCIAS

Permiten personaliz­ar la enseñanza, mejoran la concentrac­ión y la motivación LAS DUDAS

¿Pueden los seres humanos desarrolla­rse en manos de un educador no humano?

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UNIVERSIDA­D POLITÉCNIC­A DE CARTAGENA Pepper, con alumnos de un colegio de Elche

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