La Vanguardia (1ª edición)

Arturo Vidal, el anticristo

- Joaquín Luna

Más allá del manejo del esférico, la visión de juego o la capacidad de enviar balones a besar redes, los futbolista­s son personas humanas que atesoran valores. ¿Hay algo más excitante que tener en tu equipo y en las calles de tu ciudad a un tipo que ha estampado dos Ferraris sin que haya que lamentar daños personales? Ni el Karim Benzema de los mejores tiempos...

A los niños hay que hablarles de Andrés Iniesta pero a los mayorcitos de Arturo Vidal, hombre de familia tatuado, amigo de los bólidos, la noche y la parranda. ¡Eso es un ídolo!

Para fichar a Arturo Vidal no hay que estudiar mucho ni estrujarse los sesos pero ya que está aquí, en el FC Barcelona, demos la bienvenida a tan ilustre veterano.

Querido Arturo (la tentación de llamarte Arturito es grande porque desde Arturito Pomar, un niño prodigio del ajedrez, repelente como todos los niños prodigios, somos muchos los que añoramos un Arturito):

Llegas a un club muy grande y a un campo muy frío. Procura caerles bien porque de lo contrario percibirás unos murmullos que, al tercer

Soy incondicio­nal de Arturo Vidal: ¿acaso hay muchos jugadores que hayan estampado dos Ferraris?

partido, serán plomo en las piernas. El murmullo del Camp Nou es una maldición. Quedas avisado.

No sufras al principio si el juego del Barça te desorienta ni te deprimas pensando “no me entero de nada”. Esa desorienta­ción puede ser pasajera o durar un par de temporadas. Tranquilo. Devuelve los pases a Messi, corre detrás de algún balón imposible pero no delante de un coche de la Guardia Urbana y, sobre todo, pon de los nervios al Real Madrid, a Sergio Ramos y a Tomás Roncero aunque te llamen feo.

Ahí, Arturo, es donde el barcelonis­mo te espera. Como los futbolista­s ya no estampan Ferraris en las rotondas, trasnochan poco –las tardes son largas– y están obligados a dar una imagen cívica, tienes en el Barça un nicho: ser el delincuent­e futbolísti­co que muchos aficionado­s llevan dentro, con licencia para repartir algo de leña, asustar en El Alcoraz y no rendirse en Vallecas. Ser, en fin, el malvado del equipo más deportivo de España.

Tus primeras declaracio­nes en Barcelona van en la buena línea: si el VAR se hubiese implantado antes, el Real Madrid habría perdido dos de sus tres Ligas de Campeones. Algo nos dice que estás aquí para dar alegrías en los momentos broncos, garantizar una monodosis de mala leche en los clásicos y aportar un perfil nixoniano a este club que se reconoce en John F. Kennedy.

Algo nos dice que vas a ser el suplente ideal, el hombre por el que no suspiran las madres para sus hijas. El azote del Real Madrid.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain