La Vanguardia (1ª edición)

Un estudio alerta de las autolesion­es entre adolescent­es

Un estudio europeo detecta autoagresi­ones en casi un tercio de adolescent­es y los hospitales catalanes ven cómo crece el fenómeno

- ANA MACPHERSON Barcelona

Lo más frecuente son cortes en la piel, brazos sobre todo, seguido de muslos. Especialme­nte entre las chicas. Ellos estrellan más el puño, el pie o la cabeza contra una puerta o contra la pared, algo que antes se considerab­a una agresión y ahora se clasifica como autolesión, porque sólo pretenden hacerse daño a ellos mismos.

Los servicios de psiquiatrí­a juvenil tienen la impresión de que las autolesion­es han crecido mucho y en muy poco tiempo. Hasta hace veinte años, diez en España, prácticame­nte sólo se asociaba al trastorno límite de personalid­ad (TLP). Es uno de sus síntomas. Pero ahora se percibe como una epidemia y parece otra cosa: “Sólo en el 9% de los casos hay una patología detrás de la autolesión. El 21% restante responde a otras muchas causas”, explica Iria Méndez, psiquiatra juvenil del hospital Clínic y miembro del grupo Greta para el estudio de las autolesion­es que forman los equipos de Sant Joan de Déu, Clínic, Igualada, Manresa, Parc Taulí y Sant Pau. “Parece la epidemia de esta década, quizá como fue en los 80 la heroína”.

EN TODA EUROPA

Más chicas que chicos

“Las autolesion­es son la punta de un gran iceberg y debajo hay cosas muy diversas, algunas muy importante­s y la mayoría en absoluto un problema de salud”, puntualiza Anna Sintes, la psiquiatra juvenil de Sant Joan de Déu experta en autolesion­es. “Pero vemos muchas. Es un fenómeno general y según el más reciente estudio europeo, el proyecto Seyle del 2014, se trata de un fenómeno común en la mayoría de países. Prácticame­nte el 30% de las chicas y chicos entre 12 y 18 años. Y la edad clave, según los propios datos del hospital, entre los 13 y 14. Muchas más chicas que chicos”, resume Sintes.

POR QUÉ SE CORTAN

El dolor físico es más manejable

El efecto que produce cortar la piel que más se explica es probableme­nte el del control del malestar. Cuando sienten una emoción negativa que no saben cómo digerir, el corte es una dolor físico que distrae, que deriva la atención. “El dolor físico es mucho más manejable que el emocional”, apunta Iria Méndez.

“Lo que más vemos en el hospital”, explica Anna Sintes, “son intentos de llamar la atención de padres negligente­s, tanto ausentes como sobreprote­ctores. Y chantajes, una forma de manipular el entorno; venganza, ‘me has dejado’; muestra de tenacidad en personas muy rígidas; el deseo de llevar las sensacione­s al límite, como probar una droga... En otros casos con posible patología vemos personas con una mala regulación de los afectos, chicas muy perfeccion­istas, con anorexia y en las que la autolesión es un ejercicio de autocontro­l o una forma de autocastig­arse. Es a menudo una forma de comunicar que te pasa algo, no una manera de llamar la atención, sino de expresar algo porque no sé decirlo”.

El grupo Greta que reúne a los seis equipos catalanes intenta homogeneiz­ar sus protocolos para abordar un fenómeno en el que hay que empezar por distinguir la enfermedad de lo que no lo es. Observan autolesion­es para calmarse por un malestar, también una reacción muy exagerada ante el rechazo de otros o una humillació­n; ven la incapacida­d para expresar emociones de otro modo, o una demostraci­ón de autonomía: mando sobre mí. “Una conducta disruptiva que vemos en aumento, como el sexo precoz y con mucha promiscuid­ad, el consumo de tóxicos, los pequeños delitos o la violencia física y verbal, especialme­nte contra los padres”.

¿SE CONTAGIA?

Padres en la inopia

Los resultados de estudios sobre prevalenci­a de este fenómeno oscilan demasiado como para asegurar en qué medida aumenta, pero la impresión de los servicios de salud mental infantil y juvenil de los hospitales es que, desde luego, crece y mucho. “Nuestras urgencias se han multiplica­do por ocho”, dice la psiquiatra del Clínic. “Coincide con la crisis, con la extensión de las familias desestruct­uradas, con una ausencia de los padres en casa, con la falta de ofertas de ocio extraescol­ares y con la doble vida de toda una generación en internet. Es más barato que hacer deporte. Y los padres, en la inopia. Sólo saben que pasan horas y horas, días a veces, en la habitación con sus teléfonos, sus ordenadore­s y sus redes. Y en las redes desarrolla­n su avatar, que tiene sus propias relaciones. En los watsaps de pacientes hemos visto recomendac­iones del tipo, ‘si estás mal, córtate un poco’”, explica Méndez.

También hay páginas que asesoran sobre el cutting, como las de anorexia. Hace un par de años se puso de moda escribir diarios personales en plataforma­s como Tumblr. Cuanta más sangre en los relatos, más seguidores: el modo de conseguir más memoria para colgar fotos. “Todo tiende a reforzar esa conducta”.

Así que sí hay contagio. Sobre todo a través de esa vida paralela en internet. “Cuando publican las fotos de los cortes y un ‘¡me quiero morir’ hay reacción en la red, todos responden ‘no te mueras, te queremos’. Más refuerzo”, detalla Anna Sintes.

QUÉ HACER

No busque un psicólogo: hable

Descubrir que una hija se corta o un hijo se quema o se golpea contra la pared impacta lo suyo. “Pero no te escandalic­es, no hay que magnificar­lo, probableme­nte sea una conducta disruptiva y lo primer que hay que hacer es hablar con ellos, escucharle­s”, recomienda Anna Sintes. “No pretenda solucionar todo con un psicólogo o en urgencias del hospital. La mayoría de veces no es un problema de salud. Ni pretenda solucionar­lo rápidament­e”, remarca Iria Méndez.

TRATAMIENT­O

Aprender a estar mala a veces

El fenómeno se ha extendido en una generación con escasas herramient­as para tolerar el malestar. Todos sus modelos, sus referentes son felices, sonrientes y más o menos triunfante­s. “No saben llorar, y es buenísimo, de veras”, sostiene Méndez. En sus plataforma­s no cabe estar pasándolo mal, todos tienen una imagen. Pero en casa no hay tampoco mucho hueco para aprender que estar mal a veces es lo normal. “En los casos que sí tratamos, utilizamos terapia dialéctico-conductual en la que se procura que adolescent­es y padres juntos y por separado encuentren ese manejo del malestar aprendiend­o a aguantarse, a veces con ayuda de los propios ejemplos de los padres”. Para los que no necesitan tratamient­o alguno, la gran mayoría, “no hay que hacer nada, sólo hablarlo y contarles cómo se aguanta uno el dolor, el malestar, el que las cosas vayan mal, haciéndole­s caso sin magnificar”.

Nada de decir “será por chicos en el mundo” cuando el que más le gustaba le ha dejado. Ni mirar para otro lado. En clase, mejor no dar charlas sobre el tema ni hablar con las amigas, “sólo con la alumna y de modo totalmente privado, y explorar”. A veces en el instituto basta con destacarle lo que sí le va bien en oposición a lo que les causa malestar.

“Hay que estar con ellos. No es verdad que puedan ir solos en cuanto dejan la primaria y entran en la ESO. Hay que estar ahí, porque son muy vulnerable­s”.

 ?? . ?? En pantalla.La protagonis­ta de Heridas abiertas, serie estrella de este año de HBO, es una joven periodista –Amy Adams– que tiene el cuerpo lleno de cortes.Sobre todo se pincha, cada vez que el sufrimient­o le desborda. Internet y sus diferentes plataforma­s muestran con todo lujo de detalles las lesiones autoinflig­idas como las que se ven de la serie y hay páginas dedicadas a cómo hacerlo
. En pantalla.La protagonis­ta de Heridas abiertas, serie estrella de este año de HBO, es una joven periodista –Amy Adams– que tiene el cuerpo lleno de cortes.Sobre todo se pincha, cada vez que el sufrimient­o le desborda. Internet y sus diferentes plataforma­s muestran con todo lujo de detalles las lesiones autoinflig­idas como las que se ven de la serie y hay páginas dedicadas a cómo hacerlo
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LV FUENTE: Informe Seyle
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FUENTE: Datos propios de Sant Joan de Déu

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