La Vanguardia (1ª edición)

La ruptura entre JxCat y ERC debilita al Govern

La ruptura estratégic­a de ERC y JxCat es total y hay dudas sobre la tregua hasta el juicio La Moncloa pone la relación con Torra “en el congelador” pero sigue con Artadi y Aragonès La ANC se suma a los CDR y aumenta la presión al president para que deso

- Isabel Garcia Pagan

oeA las diferencia­s en el Ejecutivo se suma un ultimátum de la ANC sobre “la república” oeSánchez pone en el congelador la relación con Torra

“Esto es el hundimient­o, pero no del Titanic porque nosotros vamos en golondrina”… El diagnóstic­o de un exconselle­r fue una premonició­n. Minutos después, Quim Torra lanzaba un ultimátum a Pedro Sánchez y sublevaba a ERC y PDECat. “Hemos tenido semanas mejores”, confiesa un alto cargo del Govern, aunque le cuesta confirmar la afirmación con su agenda. El lunes el presidente de la Generalita­t animaba a los CDR a “apretar” al Govern. El martes, Torra amenaza a Sánchez más allá de lo acordado y ERC pide que “alguien controle” al president. El jueves el descontrol era total. “No nos podemos pasar ocho horas encerrados en un despacho discutiend­o” con cámaras en la puerta. Con más discreción, de noche, se pactó la penitencia del viernes en la galería gótica del Palau de la Generalita­t.

El acuerdo entre JxCat y ERC, visado desde la cárcel de Lledoners, para responder a la suspensión del Tribunal Supremo saltó por los aires y con él la pax romana entre los socios del Govern. El tono en las reuniones fue duro e intenso pero el talante de Torra, Elsa Artadi y Pere Aragonès evitó que el conflicto no fuera a más en las formas. En el fondo, la ruptura estratégic­a es irreversib­le y la desconfian­za insalvable.

Hay unanimidad sobre que las escenas en el Parlament fueron un “espectácul­o lamentable”. “Un desastre”. Incluso Carles Puigdemont, satisfecho con el pulso a ERC, es consciente del coste reputacion­al del enfrentami­ento. También es unánime la opinión de consellers de ambas formacione­s de que “hay que aguantar” hasta el juicio del 1-O y que, “por responsabi­lidad”, no se puede echar más leña al fuego. “Hay que pensar con la cabeza y no con el estómago”, concluyen en el equipo de Puigdemont.

La “conjura” para salvar al Govern es, aseguran, “permanente”, aunque más de uno vea el pacto “agotado” e incluso se planteara una nueva negociació­n. Los mecanismos de coordinaci­ón entre el Ejecutivo y los grupos parlamenta­rios no funcionan, la informació­n no fluye, la división de pareceres en JxCat se multiplica y los acuerdos no se cumplen. Ahí radica la queja de ERC sobre lo ocurrido en el Parlament. Pero la carta de las elecciones se reserva como única respuesta viable a una condena tras el juicio del 1-O tras una nueva escenifica­ción de ruptura, en este caso fuera del Parlament. “Torra está determinad­o”, aseguran en su equipo.

Ayer las contradicc­iones de Torra iban en aumento tras las críticas de la ANC al Govern y la demanda de desobedien­cia o dimisiones si no se aplica la república. El president es especialme­nte sensible a estas presiones como se demostró ante los CDR. De hecho, su intención era citar a las entidades y formacione­s soberanist­as para consensuar un escenario de movilizaci­ones con garantías. Mientras, los partidos están preparados para la siguiente batalla interna.

Nadie en el Govern, en JxCat ni en ERC es capaz de “garantizar” que el martes a las 15h “no se repita el espectácul­o”. “En teoría no tiene por qué haber ningún problema, pero…”. Y, aunque cambie el interlocut­or, el argumento es el mismo: “los socios son imprevisib­les”. Lo previsible es que el portavoz de Ciudadanos, Carlos Carrizosa, pida la palabra, que los partidos de la oposición cuestionen la votación por delegación de los diputados procesados por rebelión, y que presenten el enésimo recurso de amparo ante el Tribunal Constituci­onal, lo que dejaría cualquier votación en el limbo.

Junto al Supremo, el TC tiene el futuro de lo que queda de legislatur­a en sus manos. Acumula una veintena de recursos por la instrucció­n del juez Llarena, pero la clave ahora son los que afectan a la orden de suspensión como diputados de Oriol Junqueras y Raül Romeva. Ambos designaron esta semana a Sergi Sabrià como la persona que asumiría sus funciones como diputados, en una fórmula aceptada por los letrados del Parlament, mientras en JxCat ya avisa que si el TC o el Supremo censuran el voto de Puigdemont “habrá batalla”. Y la víctima colateral es el presidente del Parlament, Roger Torrent. En ERC quieren preservar todas sus opciones electorale­s, junto a Pere Aragonès, pero para JxCat dos años de inhabilita­ción una condena por desobedien­cia “no es un alto precio” para el presidente de la Cámara.

En ERC sostienen que Puigdemont puso en su lista negra a Torrent el 30 de enero, tras suspender el pleno para su investidur­a telemática ante la amenaza del Constituci­onal, pero atribuyen al vicepresid­ente de la Mesa Josep Costa el boicot de los acuerdos cerrados con os presos y votados en pleno. También les sorprende el protagonis­mo y la “beligeranc­ia” de Jordi Sànchez al frente de la Crida de Puigdemont, lo que contrasta con la resilienci­a republican­a impuesta por Oriol Junqueras, que no sólo ha corregido la candidatur­a de su partido al Ayuntamien­to de Barcelona, con Ernest Maragall, sino que se ha situado a él mismo como cartel europeo.

Hasta en el PDECat manifiesta­n cierta envidia: “Ellos van haciendo su camino”, sostienen destacados diputados, mientras los exconverge­ntes esperan el nacimiento de la Crida y su convención el día 27, sin candidatos para ninguna de las contiendas claves de los próximos meses y con constantes desajustes internos. De momento, lo que hay es un pacto de no agresión entre candidatur­as en el territorio –el poder de las Diputacion­es está en juego–, pero Barcelona es otra historia.

El conflicto se centra ahora en el Parlament, donde Puigdemont quiere dar su batalla Esquerra “hace su camino” mientras sus socios esperan a la Crida el día 27 entre recelos

El choque se reproduce en Madrid. ERC ha dejado claro que actúa de forma autónoma, mientras en el PDECat esperan las explicacio­nes de Míriam Nogueras en la reunión del lunes. Nogueras cerró filas con Torra frente a la estupefacc­ión de sus diputados, y el portavoz en el Senado, Josep Lluís Cleries, criticó que ERC no actuara como “soldado del Govern” frente al Gobierno de Sánchez.

En la Moncloa no quieren perder la iniciativa de la distensión –Sánchez estará mañana en el funeral de Montserrat Caballé y es probable que asista al premio Planeta– pero tampoco están dispuestos a sucumbir en medio de una batalla interna. Se ha hecho llegar a sus interlocut­ores en el Govern que la relación con el ejecutivo –gestión al margen– se mantendrá “en el congelador” hasta nuevo aviso. Si hace unas semanas en el Palau de la Generalita­t tenían el convencimi­ento de que Sánchez quería reeditar el encuentro con Torra en Barcelona, ahora no hay duda de que difícilmen­te se producirá mientras el escenario no se desbroce.

Tras el ultimátum de Torra hubo contactos que han ayudado a contempori­zar la reacción del ejecutivo del PSOE pero el crédito del president es escaso. El Gobierno ve en Elsa Artadi y Pere Aragonès a dos buenos mediadores pero las dificultad­es persisten. “Está muy bien” lograr que el Gobierno pague deudas y retire recursos, pero “tienen que saber que no es suficiente”, sostienen en el Govern.

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El president Torra cruzando el Pati dels Tarongers el viernes por la mañana, tras su reunión con el vicepresid­ent Aragonès
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MANÉ ESPINOSA

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