El Irán de la ley seca
La prohibición en la república islámica alienta el mercado negro y el peligroso consumo de bebidas contaminadas
La prohibición de consumir alcohol en el país de los ayatolás ha fomentado un mercado negro en que el licor de mala calidad se propaga por todas partes, causando la muerte de numerosos consumidores.
La muerte de 42 personas por ingerir alcohol en las últimas semanas ha vuelto a prender las alarmas sobre dos realidades que, a pesar de que a las autoridades les cuesta aceptar, son reales: el consumo de alcohol está ampliamente extendido en Irán y su prohibición ha llevado a que personas sin escrúpulos produzcan y distribuyan en el mercado negro licores de mala calidad con consecuencias catastróficas.
Esta no es la primera vez. Desde la victoria de la revolución islámica en 1979, cuando las botellas pasaron a la clandestinidad, cientos de iraníes han fallecido por ingerir alcohol. Pero esta vez la situación parece ser más grave. Según el Ministerio de Salud, en tres semanas 42 personas murieron, 460 fueron hospitalizadas, unas 100 recibieron diálisis y 16 quedaron ciegas.
Y si bien la mayoría estaban en Bander Abbas, en el Golfo Pérsico, el alcohol también ha hecho estragos en regiones ubicadas al otro extremo del país. “Hay muy poca oferta en el mercado y la que se encuentra no es de buena calidad. Mucha gente está produciendo alcohol indiscriminadamente para satisfacer a la gente que lo pide”, explicaba a este diario una de las personas que distribuye alcohol importado en Teherán y que frente a sus clientes se identifica como Ismael.
El refuerzo de las fronteras con Turquía y la región del Kurdistán iraquí en los últimos meses, donde los Guardianes de la Revolución han intensificado la persecución a los grupos opositores armados kurdos, sumado a la caída del rial, que ha perdido más del 70% de su valor en los últimos meses, ha hecho que sea más difícil conseguir licores importados, especialmente de calidad. “Hay una especie de mafias que recolectan botellas en Irán, las lavan y las rellenan con licores producidos en alambiques que están muy lejos de cumplir los estándares”, explicaba este hombre, que se queja de que cada vez es más difícil proveer a sus clientes con buenos productos. “Las razones personales son el factor principal de la expansión del consumo de alcohol en Irán. Algunos piensan que es la mejor manera de lidiar con sus frustraciones”, reconoció en el 2012 el entonces ministro de Salud, Alireza Mesdaghinia. Años más tarde las autoridades aceptaban que había 200.000 alcohólicos, aunque muchos aseguran que la cifra es pequeña para
La muerte de 42 personas por ingerir licores ilegales en las últimas semanas ha disparado las alarmas
un país de casi 80 millones de personas.
Esta realidad hizo que años atrás, especialmente desde la llegada a la presidencia de Hassan Rohani, las autoridades aceptaran que el consumo de alcohol era un problema social y que había que buscar alternativas para combatirlo. En el 2015 se comenzaron a abrir centros destinados a tratar a los alcohólicos, que también pueden ser ingresados en los centros de rehabilitación para drogadictos, un flagelo que también está muy extendido en Irán pero del que se habla más abiertamente.
Adicionalmente permitieron la creación de grupos que trabajan bajo el modelo de Alcohólicos Anónimos y en algunas ocasiones se han hecho campañas para llamar la atención sobre las consecuencias que tiene conducir cuando se ha bebido alcohol. “Reconocer que la gente consume alcohol y que hay que tratarlo es un gran paso para la sociedad, pero tragedias como la de estos días no van a parar hasta que se controle su producción. Mientras tanto, nadie sabe qué consume”, explica Hamid, el ingeniero que dice que hasta el
aragh sagi que se consigue actualmente es malo, pues como consecuencia de las sanciones no hay uvas pasas en el mercado. “Esto hace que la gente a la que le gusta consumir se beba lo primero que encuentra. Y eso no puede ser”. concluye.