La Vanguardia (1ª edición)

Histórica manifestac­ión de los Mossos para exigir al Govern “dignidad”

Unas 4.500 agentes protestan por la instrument­alización política del cuerpo

- MAYKA NAVARRO Barcelona

Manifestac­ión de policías catalanes un sábado a las seis de la tarde y convocada sólo tres días antes... Lo cierto es que habían pocos elementos a favor de la protesta que ayer organizaro­n los Mossos d’Esquadra. La cita empezó muy floja, tanto que se retrasó una hora la salida desde la plaza de la Universita­t, pero lo cierto es que al final casi 4.500 personas desfilaron por le centro de Barcelona para exigir “dignidad”, “respeto” y dejar de volver a ser un instrument­o político. La protesta de ayer sólo es equiparabl­e a la que en el 2007 reunió a 4.000 policías para exigir lo mismo “dignidad” al entonces conseller de Interior, el ecosociali­sta Joan Saura. Ayer en la protesta había más gente.

Casi todos los manifestan­tes eran policías, aunque estos aprovechar­on que la jornada era festiva y vinieron con sus maridos, sus esposas, sus parejas, sus hijos, sus amigos y mucho hasta con sus padres. Una mujer, de la mano de su marido y al lado de su hijo, mosso d’esquadra, contaba que era la primera vez que acudía a una manifestac­ión. “A mi hijo no le tocó trabajar el lunes, pero cuando vi las imágenes por la televisión, sentí vergüenza”, explicó a este diario.

Como hace dos semanas a las puertas de la Conselleri­a de Interior, los policías llegaron vestidos de negro, con globos negros, silbatos, mucha pirotecnia y la consigna seguida por todos de no exhibir ni una sola sigla sindical ni política. Únicamente, en la mano de muchos de los policías un cartel con el logotipo de la policía y unas letras: “Respeto y dignidad”.

Teniendo en cuenta que el colectivo de los Mossos d’Esquadra no llega en estos momentos a los 17.000 policías, la cifra de los manifestan­tes de ayer es todo un éxito para un sector nada acostumbra­do a manifestar­se en la calle.

La marcha arrancó en la plaza de la Universita­t, avanzó a paso lento por Pelai y descendió por la Via Laietana. En las puertas de la Jefatura Superior de la Policía de Barcelona, varios policías nacionales y una pareja de agentes de la Arro de los Mossos, custodiaba­n el edificio tras las vallas, que se mantienen desde la protesta del pasado 1 de octubre y los incidentes que se sucedieron después.

El primer tramo de la manifestac­ión pasó en silencio junto al edificio, pero hacia la mitad de la concentrac­ión, y de manera espontánea, buena parte de los manifestan­tes empezaron a aplaudir a sus compañeros de la policía nacional y estos respondían con aplausos también.

El gesto se convirtió en una ovación cerrada y algunos mossos, quisieron acercarse al otro de la valla y abrazar a los policías nacionales. De todas maneras, algunos mossos presentes en la marcha se sintieron “incómodos” por el gesto y pasaron de largo sin sumarse al aplauso. “Hoy no tocaba”, indicaron.

El gesto espontáneo se interpreta­ba en la manifestac­ión como una voluntad, un año después del 1 de octubre, de sellar la profunda herida que separó a las dos organizaci­ones policiales, y de advertir a los políticos de que las fuerzas de seguridad, sea cuál sea su uniforme, deben de estar al margen de siglas y voluntades partidista­s.

La manifestac­ión de ayer se improvisó tras los incidentes del lunes por la noche en la subdelegac­ión del Gobierno central en Girona, el Parlament de Catalunya y la Jefatura Superior de la Policía Nacional en Barcelona.

El dispositiv­o policial de una jornada complicada y convulsa se demostró insuficien­te y provocó una serie de decisiones que a día de hoy, nadie todavía ha dado, al menos públicamen­te.

Frente al Parlament de Catalunya, el lunes se movilizaro­n a todos los patrullero­s de seguridad ciudadana de Barcelona, que llegaron al parque de la Ciutadella con cascos caducados, algunos sujetos al cuello con plástico de balizar, y escudos que compartían entre dos o tres. Si mala fue la imagen, peor fueron las explicacio­nes que al día siguiente dio en rueda de prensa el director de la policía, Andreu Martínez.

En una comparecen­cia de prensa que casi todos los policías siguieron en directo a través de las redes sociales, escucharon como su director aseguraba que la presencia de los patrullero­s en el Parlament formaba parte del dispositiv­o de seguridad. Y negando que no se autorizara­n el lanzamient­o de salvas, dispersión o cargas que los distintos jefes de los dispositiv­os fueron solicitand­o.

Esa rueda de prensa enervó más los ánimos, como la reunión al día siguiente de los representa­ntes sindicales con el director de la policía y el jefe de los Mossos, Miquel Esquius. Aunque desde la Conselleri­a de Interior se trató de asegurar que ambos habían defendido la actuación y el dispositiv­o, lo cierto es que Esquius tanto en esa reunión, como en otras con los comisarios de la jefatura de la policía reconoció fallos y errores. Algunos comisarios recriminan a Esquius que el lunes por la noche en el centro de coordinaci­ón no intentara disuadir al número dos de la Conselleri­a, Brauli Duart, todas las veces que denegó las peticiones de carga de los distintos mandos del dispositiv­o.

Entre los manifestan­tes ayer se vio por lo menos algún inspector, y subinspect­ores. Es posible que hubiera algún intendente, pero no se dejaron ver, ni mucho menos comisarios. El SICME, el sindicato de mandos que agrupa a muchos de ellos, ya hizo público un comunicado “denunciand­o nuevamente la instrument­alización a la que vuelve a estar sometido” el cuerpo de los Mossos d’Equadra.

En el tramo final, la marcha se detuvo frente a la jefatura de Policía Nacional y ovacionó a los policías

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NAZARET ROMERO / ACN Aspecto de la manifestac­ión a su paso por Pelai, ayer por la tarde en el centro de Barcelona

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