La Vanguardia (1ª edición)

A la derecha le cambia la Vox

Un año después de los sucesos de octubre en Catalunya, Pedro Sánchez ocupa el puesto de Mariano Rajoy, el independen­tismo no encuentra la brújula, ERC se modera y un partido de extrema derecha condiciona a PP y Ciudadanos

- CUADERNO DE MADRID Enric Juliana

Hoy hace un año, Carles Puigdemont intentaba ganar tiempo en busca de una mediación internacio­nal que no llegó, pese a la buena predisposi­ción inicial de Romano

Prodi, expresiden­te de la Comisión Europea y exprimer ministro de Italia, de Heinz Fischer, expresiden­te socialdemó­crata de Austria, y de

Jonathan Powell, antiguo mediador británico en el Ulster. Hoy hace un año, el líder del PSOE, Pedro Sánchez, pedía negociar “hasta el último minuto”. Hoy hace un año, Pablo

Iglesias, líder de Podemos, pedía a los gobernante­s catalanes que no se lanzasen a la aventura. Hoy hace un año, el delegado del Gobierno en Catalunya,

Enric Millo, pedía disculpas a los heridos y contusiona­dos por la actuación policial del día 1 de octubre. Hoy hace un año, Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, respondía a Albert

Rivera que todavía no veía base jurídica suficiente para aplicar el artículo 155 de la Constituci­ón en Catalunya. Hoy hace un año, el líder de Ciudadanos ya pedía la activación del 155, con una exigencia añadida: convocator­ia de elecciones cuanto antes.

Un año después, muchas cosas han cambiado en la escena política española, subsistien­do la gran cuestión de fondo: la persistenc­ia de un dinámico movimiento independen­tista catalán con una alta tasa de fidelidad electoral –como quedó demostrado el 21 de diciembre del 2017 en las prontas elecciones que pedía Rivera– pese a las contradicc­iones y enfrentami­entos entre los partidos soberanist­as. Es una adhesión fuerte. De dos millones no baja, pese a los momentos sin brújula, como el actual.

La cuestión de fondo subsiste, pero algunas líneas principale­s han cambiado. En Catalunya, Esquerra Republican­a, uno de los dos partidos que hoy hace un año más apretaba en favor de la declaració­n unilateral de independen­cia y que el 26 de octubre se movilizarí­a contra el intento de Puigdemont de convocar elecciones, defiende ahora una política más moderada, bajo la divisa de ensanchar la base soberanist­a. Pese a las reiteradas acusacione­s de “traición” de los sectores más recalentad­os, ERC mantiene un posición vigorosa en las encuestas. Las 155 monedas de plata hoy le sientan bien al partido de Oriol Junqueras. El último barómetro del CIS adjudica a Esquerra Republican­a una proyección de voto con la que podría obtener 15 diputados en unas elecciones generales.

Hay otra novedad de mucho mayor calado: tras la caída de Mariano Rajoy y la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa, las derechas españolas se han radicaliza­do. Ha vuelto José

María Aznar, siempre partidario de tensar las cuerdas para mantener movilizado al macizo de la raza, sin el cual no es posible una victoria electoral conservado­ra.

(Macizo de la raza, expresión que Dionisio Ridruejo tomó prestada de Antonio Machado para referirse a los sectores más conservado­res de las clases medias españolas. En sus años de madurez y de oposición a

Franco, Ridruejo, antiguo jefe de propaganda de Falange, fue vecino de la familia Aznar en Madrid).

Por primera vez desde el hundimient­o de UCD, el partido ómnibus de Adolfo Suárez, dos fuerzas se disputan la primacía entre el electorado conservado­r y un tercero está tomando carrerilla para entrar en el Parlamento con un explícito ideario de extrema derecha. Vox llenará hoy la plaza de toros de Vistalegre de Madrid, con un aviso inquietant­e para Partido Popular y Ciudadanos. La derecha extramuros podría obtener escaños por Madrid, Valencia, Alicante y Murcia, con una expectativ­a de entre 500.000 y 800.000 votantes, según estimacion­es de Jaime

Miquel, el primer analista electoral que predijo el hundimient­o del bipartidis­mo, antes de las europeas del 2014 y de la meteórica irrupción de Podemos. (El analista valenciano se incorporar­á en breve al equipo que dirige Iván Redondo en la Moncloa).

Tres derechas y un único zar: José María Aznar. En términos políticos, el expresiden­te del Gobierno vive una situación de ensueño. El nuevo líder del Partido Popular, Pablo Casado, que fue su jefe de gabinete entre el 2009 y el 2011 en la fundación FAES, le es absolutame­nte fiel. Albert Rivera, al que Aznar ha elogiado en reiteradas ocasiones, le hace caso. Y en Vox le escuchan. Uno de los personajes con mayor perfil intelectua­l de la directiva de Vox, el sociólogo Rafael Bardají, fue asesor del Ministerio de Defensa durante el mandato de Aznar, para después dirigir el departamen­to de política internacio­nal de FAES. Experto en el pensamient­o neoconserv­ador norteameri­cano, Bardají mantiene en estos momentos contacto directo con Steve Bannon , el ideólogo de la campaña electoral de Donald Trump, que después de perder sus iniciales posiciones de poder en la Casa Blanca, se ha trasladado a Europa con el propósito de poner en marcha una coordinado­ra de los movimiento­s populistas de derecha enfrentado­s a la actual Unión Europea.

Las tres derechas bailan un chotis sobre la línea de banda. Un chotis agarrado. El Partido Popular teme que el mordisco de Vox en su electorado más conservado­r le coloque por detrás de Ciudadanos. El sorpasso naranja en Andalucía, o en mayo en la Comunidad de Madrid, pondría al PP a los pies de los caballos en vísperas de unas elecciones generales, si estas no se adelantan. Casado intenta neutraliza­r ahora a Vox para después moderar su discurso, explicaba el viernes Carmen

del Riego en La Vanguardia. Ciudadanos teme que un mordisco de Vox le haga perder la carrera con el PP, para quedar relegado a definitiva fuerza auxiliar. La ansiedad de Rivera ha empujado a Inés Arrimadas a una estrategia de constante agitación en Catalunya con la vista puesta en las inminentes elecciones andaluzas.

Sin un solo escaño en el Parlamento, Vox dirige el chotis. Hoy llenarán Vistalegre.

Partido Popular, Ciudadanos y Vox bailan un chotis en la línea de banda, con música de Trump Pablo Casado y Albert Rivera temen que un mordisco de la extrema derecha les haga perder su pugna

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