Padres y móviles
Días atrás, en l’Hospitalet, vi a un grupo de personas que, al parecer, estaban allí por alguna convocatoria. Se repartían en grupúsculos de tres o cuatro. Las conté: veintitrés adultos y dos niños. Nadie conversaba con nadie; los veintitrés, centrados en su móvil. Terrible. Una sensación de congoja me invadió (he sido docente durante 48 años y continúo en mi jubilación). Pensé: ¿problemas con los niños y adolescentes por el mal uso de las tecnologías? El problema son los adultos. Y lo peor es que no son conscientes de ello, a pesar de la mucha información que reciben. Ellos, quienes deben convertir a sus hijos en seres sociales, con empatía con otros seres humanos, no con máquinas, transmitirles los valores que les permitan contribuir a una sociedad mejor. Ellos, que quizás no hablen con sus hijos, no les pregunten sobre lo que hacen, lo que les preocupa; no les expliquen, no les cuenten, no..., en definitiva, no los quieran realmente (una barbaridad, lo sé).
Porque el amor es entrega, de- dicación, escucha, generosidad... No basta con dar a nuestros hijos, a nuestros alumnos, el mejor móvil, el mejor ordenador, la mejor tableta, sino procurarles la mejor conexión, pero no con las redes, no con amigos virtuales; conexión real: con la vida.
JUANA VILLAZÁN POVEDANO
L’Hospitalet de Llobregat