¿Con qué sueñan los comunes?
Los comunes sueñan que el PSC y el PP restan suficientes votos a la candidatura de Manuel Valls y que las fuerzas independentistas, fragmentadas en tres o hasta cuatro listas distintas, se neutralizan entre ellas. Sueñan que, el 26 de mayo del 2019, Ada Colau repite victoria, aunque sea por un solo voto de diferencia. Suficiente.
Los comunes sueñan con un remake de los tripartitos de izquierdas, como los de antes pero con los papeles cambiados. En esta nueva versión, Ada Colau se autoproclama la Pasqual Maragall del siglo XXI –eso más que un sueño es un delirio– y reina sobre otro Maragall (Ernest), mucho más dócil que ese tozudo Alfred Bosch que hizo descarrilar el tranvía, y sobre el partido en el que militaron los Maragall, ambos. Sí, el mismo PSC que fue expulsado de malas maneras del gobierno municipal porque las bases –y la pasividad de la alcaldesa (“yo no quería”) – así lo decidieron.
Los comunes sueñan con una Barcelona con decrecimiento turístico en la que es posible expropiar hoteles de lujo (alerta: parece ser que se ha producido un cruce de alucinaciones con alguien de la CUP). Una ciudad sin policías en las calles porque todo el mundo es bueno y qué grima nos dan los uniformes. Una Barcelona donde los comerciantes se van de latas con los manteros y les ayudan a prosperar. Un lugar en el que las empresas privadas renuncian a hacer beneficios y, en muestra de agradecimiento por el buen trato recibido del Ayuntamiento, reclaman la suspensión de licencias en toda la ciudad para abrir todo tipo de nuevos negocios. ¿Los puestos de trabajo? Ya los crearán las economías circular y cooperativa, y adonde estas no lleguen ya llegará la subvención.
Los comunes sueñan con una Diagonal surcada por tranvías, con una Barcelona llena de carriles bici, sin coches, sin motos y sin estacionamientos, aunque la gente se empeñe en comprar vehículos para uso privado y el parque móvil no pare de crecer.
Los comunes sueñan que han convencido a los promotores inmobiliarios para que cedan mucho más que el 30% de sus promociones a vivienda social. Sueñan con una ciudad en la que los precios de los alquileres han caído en picado y en la que, como prometieron en la campaña de las municipales del 2015, el acceso de la población a una vivienda digna y asequible es ahora más fácil, aunque las estadísticas se empeñen en decir lo contrario. Al final y al cabo, que la renta mensual media haya subido más de 200 euros desde que Ada Colau es alcaldesa es una pesadilla, pero provocada, como siempre, única y exclusivamente por los demás.
Los comunes sueñan que en las elecciones locales sólo se debate sobre Barcelona y sobre cómo gestionarla (¿les conviene?) Están soñando.
Sueñan con una ciudad sin policías porque todo el mundo es bueno y porque los uniformes les dan grima