La Vanguardia (1ª edición)

Charles Aznavour

- JOAN DE SAGARRA El intérprete es un autor, un gran autor de todo tipo de canciones, y encima un autor autodidact­a

Tu glisses tes doigts / Par ma chemise entrouvert­e / Et poses sur ma peau / La paume de ta main…”. Eso cantaba, susurraba yo, el martes, 2 de octubre, al mediodía, en la terraza de La Principal. La Principal es un local, un bar centenario que se halla situado en la esquina de la calle Muntaner con Sepúlveda. Yo suelo sentarme justo en la esquina, frente al inicio de la calle Muntaner, y mientras me tomo mi primer Jameson (7,10 euros), antes de ir a almorzar a la Bodega Sepúlveda de la familia Solà, una de las mejores mesas de la ciudad, me entretengo mirando el segundo piso de la calle Muntaner número 4, concretame­nte la ventana de la izquierda, con la esperanza de que el amigo Terenci Moix se asome y al verme baje a tomarse una copa conmigo. Pero ya hace algunos años que Terenci no se asoma a la ventana. Entonces, dirijo la mirada hacia el edificio vecino al último domicilio de mi amigo, el que en los años de mi juventud fue el Emporium, una boîte, un cabaret en el que, con apenas veinte años, vi y escuché cantar por primera vez a Charles Trenet, Gilbert Bécaud, Jacques Brel y Charles Arnavour…

“Tu glisses tes doigts / Par ma chemise entrouvert­e…”. Me acuerdo de cuando le escuché cantar, por primera vez, en el Emporium esa canción a Charles Aznavour. La canción se titulaba Après l’amour, es decir, después de “hacer el amor”, como se decía entonces. Eso ocurrió en 1958. Aznavour y sus músicos –los hermanos Rabbath: Victor a la batería, Pierre al piano y François al contrabajo– venían de Bruselas. En Aznavour, le roi du coeur, la biografía que Annie y Bernard Réval publicaron en el año 2000 del cantante, leo que Aznavour llegó a Barcelona hecho una mierda, debido a los excesos –alcohol y mujeres– que el joven cantante (31 años) se había permitido en Bruselas. “C’est la première fois que le public espagnol vient l’écouter”, leo en el libro de los Réval. Total, que el cantante decide “de se mettre au régime sec”. Y llega el día del debut de Aznavour en el Emporium, la primera vez que Aznavour canta ante un público “espagnol”. François Rabbath, el contrabajo, se acuerda del trac, del terror de Aznavour ante el recibimien­to que va a dispensarl­e una parroquia “qui ne comprendro­nt pas un mot!” (Aznavour, le roi du coeur, pág. 86.

Pues bien, yo estaba allí; yo, con 20 años, estudiante de Derecho, estaba allí aquella noche en el Emporium. Recuerdo que las putillas de la barra no le hacían puñetero caso al cantante: Aznavour era feo y canijo y las putillas de la barra seguían enamoradas del joven Gilbert Bécaud que habían visto actuar, allí mismo, unos meses antes. Pasadas las diez de la noche, Aznavour salió a cantar acompañado por su trío. Cantó un par de canciones sin lograr que el público le prestase la menor atención, y luego cantó Sur ma vie (1955), una canción, un agarrao, que se bailaba en cierto guateques, que se llevó los primeros aplausos. Pero la sorpresa, el asombro y el silencio se produjeron cuando Aznavour cantó Après l’amour.

Après l’amour, letra y música de Aznavour, había aparecido en Francia en 1956 en un 45 r.p con un título provocador: “Prohibido a los menores de 16 años”. El disco se vendía en Francia, pero su difusión estaba terminante­mente prohibida en la radio pública. De ahí su éxito: los italianos cruzaban la frontera para adquirirlo en Francia y los catalanes la cruzábamos para adquirirlo en Andorra o Perpiñán.

¿Cómo pudimos escuchar esa canción en el Emporium, interpreta­da por su autor? Supongo que el encargado de la censura –porque en 1958 había censura en España–, debía ser amigo del dueño, el cual le debía ofrecer una copas gratis y quién sabe si un fin de fiesta con alguna de las señoritas de la barra. O, como decían los Réval en su biografía del cantante, no debía pillar una sola palabra de francés, confundien­do el amour del título con el del matrimonio católico, apostólico y romano.

Total, que aquella noche, en el Emporium, el joven Aznavour se hizo con el público –que era tan o más catalán que español y, más o menos, de buena familia y entendía lo suficiente el francés como para “faire l’amour”– y que tras un silencio que parecía no acabarse nunca, le obsequió con unos aplausos que, según me dijo Charles años después, jamás olvidaría.

Muerto Charles Aznavour con 94 años, mi chanson, mi canción francesa, la mía y la de Gil de Biedma, desaparece, prácticame­nte desaparece. Sólo me queda la Gréco, tres años más joven que Charles. Pero para llorar –ami, remplis mon verre– a la Gréco no tengo terraza: la primera vez que la vi cantar fue en el Rigat, donde hoy se levanta El Corte Inglés de la plaza Catalunya. Brrrr!

PS. Aznavour, el pequeño Aznavour, siempre quiso ser un actor antes que un chanteur .Nosési lo consiguió –la película de Truffaut, Tirez sur le pianiste (1960) parece confirmarl­o–, pero lo que sí fue es un autor, un gran autor de todo tipo de canciones y, encima, un autor autodidact­a. De sus canciones amorosas, en el sentido más carnal de la palabra, su ídolo de juventud, Maurice Chevalier, dice que el pequeño armeniofra­ncés “canta el amor como nadie lo había hecho antes que él, con un vocabulari­o nuevo; el primero que canta el amor, el acto, como quien muerde una manzana, o un melocotón”. Era en el Emporium, teníamos veinte años. ¿La bohemia?

 ?? XAVIER GÓMEZ/ARCHIVO ?? Charles Aznavour, actuando en el Liceu en una de sus visitas a Barcelona, en el año 2014
XAVIER GÓMEZ/ARCHIVO Charles Aznavour, actuando en el Liceu en una de sus visitas a Barcelona, en el año 2014
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