“No me gusta trabajar para minorías”
LA ENTREVISTA |JOAN GRÀCIA| ACTOR
Joan Gràcia está a punto de acabar su aventura de cuarenta años en el Tricicle. El trío inició en el 2016 la gira de Hits, un espectáculo con sus grandes gags que llegará el 11 de octubre a teatro Victòria de Barcelona. Mientras tanto, Gràcia acaba su temporada en Eivissa, a donde se traslada cada mes de mayo desde hace años para supervisar los espectáculos de la discoteca Pachá y el restaurante cabaret Lío, de los que es director creativo.
Eivissa es símbolo de fiesta. ¿Qué es imprescindible para que funcione una fiesta?
Pensar en qué le gusta a la gente y qué te gusta a ti, porque si no le llega a la gente no sirve de nada y si lo haces sólo por ellos es frustrante para ti. Con un espectáculo o llegas o no llegas, a no ser que hagas algo muy elitista para una minoría, pero a mí no me gusta trabajar para minorías. La diversión tiene que ser para todos.
¿Y a usted qué le gusta?
Divertirme. Ver cosas diferentes que me sorprendan de modo agradable. Y me gusta que mis competidores triunfen. Si llenan teatros, el público vendrá a verme a mí también. Si ve una obra que no le gusta, a lo mejor no vuelve.
¿Su última sorpresa buena?
El Cirque de Demain, en París, donde gente joven presenta sus números. Hubo tres o cuatro propuestas muy creativas. El año pasado vi diez espectáculos en Las Vegas, me gustó mucho Magic Mike, un musical basado en una película sobre un stripper. Interactúan mucho con la gente, que es una de las cosas que más gustan, que el show baje del escenario.
¿Va de discotecas fuera del trabajo?
De los 16 a los 22 cerraba todos los locales. Pero ahora la música, y me tacharán de viejo, ha evolucionado hacia un lado electrónico que no me seduce. Hay muchas canciones actuales que me gustan, pero prefiero temas cantados y en las discos hay pocos. Mi época musical es tan rica que ya casi tengo suficiente. Aunque me temo que el reggaeton nos invadirá...
De los personajes que han visitado Lío, ¿con cuál se queda?
La más divertida es Anne Hathaway, que estuvo con Valentino. Subió encantada al escenario y siguió muy bien el rollo. Gloria Estefan es encantadora y participativa. Le pregunté si veía el Lío en Miami y dijo: “Lo veo mejor en Nueva York”. Me dio su tarjeta para hablarlo, quién sabe...
¿Y el más esquivo?
Johnny Depp entró por los camerinos tapándose. Cuando eres raro, eres raro, y él es muy rarito.
¿Qué parte de su experiencia en Tricicle aporta a la dirección artística?
De entrada que lo que hacemos es para divertir a la gente. Si en humor no haces reír, suspendido.
Sus hijas no siguen su camino.
No me hubiera gustado ni disgustado que Julieta y Carlota siguieran mis pasos, pero prefiero que hagan lo que les gusta. Tienen 23 y 21 años. Una está en el mundo de la hostelería y hace joyas en plan amateur y la otra estudia interiorismo en Elisava. Las veo con posibilidades, a la mayor de actriz y a la otra más de bailar y cantar. Han ido a escuelas de danza y música, pero no para dedicarse a ello, sino porque es bueno para los niños.
¿Para hacer humor tienes que ser la alegría de la huerta?
Hay de todo. Hay quien nace divertido, con facilidad de palabra e ingenio y que si no es humorista, escribirá o hará servir el humor en las reuniones de negocios. Pero otros son actores cómicos y son divertidos cuando actúan. Es como un cirujano, que no siempre va operando por ahí. Yo, si no hubiera estado en Tricicle, hubiera hecho periodismo, pero divertido. Nada de profundo y analítico. Paco Mir es la persona más seria del mundo, y sobre el escenario es divertidísimo. Y yo, en privado, tampoco soy el animador de la fiesta.
Hace un año que Tricicle se está despidiendo. ¿El año que viene será el definitivo?
Hará cuatro décadas que estamos juntos. Nos llevamos bien. Pero ya tendremos sesenta y pico, no podemos hacer papeles que hacíamos con 25 años. Un boxeador de 60 a lo mejor hace gracia, pero para nosotros es patético. Además, son muchos años de autopistas, hoteles... hay momentos en que estar en un lugar a 1.000 kilómetros de tu casa, donde ya has estado siete veces ya no compensa.
¿Y si sienten morriña?
No digo que dentro de un par de años surja un proyecto y volvamos. Con Dagoll Dagom tenemos dos teatros, quién sabe si no cogeremos a tres chicas y hacemos un Tricicle de mujeres.
¿Ha cambiado el sentido del humor en nuestro país?
Se ha instalado la intolerancia. Estamos dando un paso atrás respecto a lo que se podía decir en los ochenta. Se persigue a raperos o a quien hace chistes sobre religión. Da miedo. Los humoristas acabarán autocensurándose, y es casi peor la autocensura que la censura, porque corta la creatividad.
¿Se puede hacer humor de cualquier cosa?
Tricicle ha hecho humor de donde no lo hay, de la cotidianidad. Siempre sin meternos con nadie, no por autocensura sino porque nuestra naturaleza es así. Creo que si te metes con según qué temas y te denuncian el intolerante es quien te denuncia.
Entonces, ¿el sentido del humor va a menos?
El problema son las redes sociales, cualquiera puede coger un tema y hacerlo gordo y organizar a otros para montar un follón.
¿Qué hace reír a Joan Gràcia?
Las situaciones cotidianas, personas que ves por la calle que podrían estar en una peli o en un escenario. Y Buster Keaton, Cary Grant, Lubitsch, Tati, Monty Phyton, Faemino y Cansado y, sobre todo Pepe Rubianes.
La gira del adiós de Tricicle llega a Barcelona. Joan Gràcia, uno de sus vértices, reflexiona sobre el humor y confiesa qué le hace vibrar