La Vanguardia (1ª edición)

La más importante del mundo

- Roger Alier

Montserrat Caballé ha sido la soprano operística más importante del mundo, algo que ella no quería admitir cuando se le decía, pero que es fácil de demostrar siguiendo el hilo de su extensa biografía. Formada en el Conservato­ri del Liceu (donde fue compañera de curso de Mirna Lacambra), siguió los consejos de Pere Valllriber­a, entonces director del conservato­rio, para que no potenciara sus posibilida­des de soprano ligera e insistiera más en repertorio lírico.

Al acabar la carrera, para la que contó con el apoyo de la familia Bertrand y del dr. Rocha, Montserrat Caballé fue a completar su formación a Basilea. Se familiariz­ó con el repertorio alemán (entonces muy pocos cantantes catalanes entraban) y puso la continuida­d de su carrera en manos de su hermano Carles Caballé. Este promovió sus actuacione­s en Bremen y consiguió también el debut de Montserrat Caballé en el Liceu de Barceloona (7/ I/1962) con la ópera Arabella de Richard Strauss. El empresario del Liceu de entonces, Joan Antoni Pàmias, detectó las posibilida­des de la Caballé y ya no la dejó escapar del teatro en el que se había formado la primera vocación de nuestra cantante.

Los primeros años obtuvo varios éxitos importante­s, pero la culminació­n absoluta fue el 20 de abril de 1965, cuando dio la campanada cantando una única función de Lucrezia Borgia, de Donizetti, en el Carnegie Hall de Nova York. Lo New York Times del día siguiente de la actuación publicó un célebre artículo encabezado por el titular “Caballé = Callas + Tebaldi”

A partir de este momento, Montserrat Caballé empezó una serie vertiginos­a de actuacione­s por todo el mundo que la convirtier­on en una récord-woman absoluta de la ópera, con títulos del repertorio habitual y muchos otros realmente insólitos en una gran cantidad de teatros y salas de conciertos. Como todos los grandes cantantes, sus inmensas actuacione­s tuvieron también curiosos y divertidos incidentes, como cuándo se le rompió una vieja silla del atrezo, en Tosca, que la cantante resolvió sacando el pesado mueble con sus propias brazos...sin dejar de cantar, o cuando impuso silencio a unas parlanchin­as que molestaban al lado mismo del escenario (en La fiamma, de Respighi) o defendió a un tenor en el San Carlo de Nápoles contra la injusta protesta del público. Casada con el tenor Bernabé Martí, con el cual cantó muy a menudo, ha tenido una vida familiar importante; su hija Montserrat Martí ha cantado con ella y también individual­mente, con la presencia afectuosa de sus padres.

A Montserrat Caballé la benefició el haber aparecido en el mundo de la lírica en los años dorados de las

““Mi querida Monserrat, qué maravillos­a vida y carrera tuviste. Gracias por tu impresiona­nte voz, tu talento y qué privilegio ha sido compartir el escenario contigo. Descansa en paz. Dios ha llamado a otro ángel a su reino”

Plácido Domingo

Tenor “Una de las sopranos más importante­s de su tiempo, igual que la Callas, la Tebaldi, Joan Sutherland o Leontyne Price”

Jaume Aragall

Tenor “Una catalana universal que se merece un gran homenaje porque ha hecho mucho por Catalunya”

Quim Torra President de la Generalita­t “La recordarem­os siempre no sólo por sus grandes papeles en la ópera, sino por gestos emocionant­es, como cuando cantó sobre las cenizas del Liceo, que fue una de las casas en las que desarrolló su carrera y su vida”

José Guirao Ministro de Cultura “Barcelona se despide de una de las sopranos más importante­s del mundo, referente de la música lírica y embajadora cultural internacio­nal”

Ada Colau Alcaldesa de Barcelona

grabacione­s discográfi­cas –hoy en día un tanto a la baja- y que han dejado impresiona­ntes muestras de su capacidad interpreta­tiva. Para aquellos lectores que quieran despertar a ese mundo insospecha­do de la capacidad lírica de la soprano catalana, el que escribe estas líneas suele recomendar unos cuantos momentos: escuchen Depuis le jour de la ópera Louise de Charpentie­r (1900), la prodigiosa plegaria de

Maria Stuarda (1834) de Donizetti (Liceu 1959 y 196); la intervenci­ón final en Elisabetta, Regina d'Inghilterr­a, de Rossini (1815) o la cabaletta del aria de Parisina d’Este, de Donizetti grabada en Nueva York y en la que el público asistente se resiste a creer lo que está escuchando y se pone a aplaudir antes de tiempo.

Hizo una parodia de ella misma en una función del Festival de Peralada, cantando Viva la mamma ,de Donizetti, en la que el corpulento barítono menorquín Joan Pons hacía de Mamma.

A lo largo de su carrera ha cantado con los monstruos sagrados más importante­s de la lírica, como Joan

El día siguiente de su función de ‘Lucrezia Borgia’, ‘The New York Times’ tituló “Caballé = Callas + Tebaldi”

Sutherland (Norma, de Bellini, por ejemplo), con Marilyn Horne (Semiramide, en Aix-en-Provence, 1980). Y con Luciano Pavarotti, Alfredo Kraus, y, naturalmen­te, con Plácido Domingo. Con él, protagoniz­ó funciones que han obtenido récord de asistencia en el Liceu, como Aida de Verdi, La Africana ,de Meyerbeer y I vespri siciliani ,de Verdi, ocasiones únicas que sólo los privilegia­dos que asistimos guardamos inolvidabl­es recuerdos.

 ?? PEDRO MADUEÑO ?? Montserrat Caballé, en el 2012, en el marco de la exposición que le dedicó el Gran Teatre del Liceu
PEDRO MADUEÑO Montserrat Caballé, en el 2012, en el marco de la exposición que le dedicó el Gran Teatre del Liceu
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