En el Olimpo del bel canto
Como tantos y tantos melómanos, le debo a Montserrat Caballé mi pasión por la ópera. Entré por primera vez en el Liceu en diciembre de 1980, en una función de La Bohème de Puccini, título que Montserrat y Josep Carreras cantaban por última vez en Barcelona. Era la tradicional cita navideña de la Caballé. Aquella noche el público se rindió a sus pies. Y allí descubrí el mundo en el cual me quedaría. Siguieron más noches gloriosas de la Caballé en el Liceu. No hablo de nostalgia, hablo del privilegio de haber vivido una época que atesoramos. No me podía imaginar entonces que nos reencontraríamos muchos años después con motivo de la reconstrucción del teatro.
Entre los escenarios donde seguíamos a la Caballé estaba, claro, Peralada. Muchos melómanos asistimos allí a su primer concierto ante el estanque del castillo en 1983 ya antes del festival. En el 2011, ya como director, la invitamos a celebrar el 25.º aniversario, con su gran amiga Carmen Mateu, con quien había soñado un festival de lírica en el Mediterráneo. De hecho ya la inauguración, en 1987, contó con su presencia. Ella fue una de sus grandes embajadoras. Seguramente el Liceu y Peralada eran sus dos casas.
El legado que deja la hace poseedora del título de prima donna absoluta. La crítica europea y americana ha dejado testimonio de este arte y de esta técnica soberbias. Era una leyenda viva y sabíamos que cuando nos dejara
perdurarían sus grabaciones de
Casta Diva de Norma ,o Col sorriso d’Innocenza de Il pirata, muestras de un canto no superado.
Últimamente su ilusión era la creación de un nuevo concurso de canto en la Barcelona que la vio nacer. Le apasionaba compartir su técnica y su experiencia. Una de sus debilidades era precisamente la soprano Pretty Yende, que consideraba una ahijada. Anteayer cuando Pretty cantaba el
Qui la voce de I Puritani en el Liceu, muchos recordamos a Montserrat, sus legendarios pianísimos, sin saber que estaba a punto de dejarnos.
Seguramente este es el mejor reconocimiento al legado que nos brinda una de las sopranos más excepcionales del Siglo XX y de toda la historia. El Olimpo del canto le rinde reverencia.