Una diva muy humana
Estoy triste y emocionado por la muerte de Montserrat Caballé, para mí la mejor cantante de ópera catalana y española de todos los tiempos. Y una de las grandes figuras a nivel internacional, junto a la Callas, Shuterland y Tebaldi.
El Festival de Peralada no sería lo que es sin su enorme aportación. En 1987 participó en la sesión inaugural, con la ópera
Mozart y Salieri de Rimsky-Korsakov. Montserrat estaba en pleno apogeo y asistieron a la representación la Reina y el president de la Generalitat Jordi Pujol. Peralada, de golpe, estaba en la élite de los festivales. Luego cantaría las óperas Dido y Eneas, Medea, Le Villi y sobre todo Viva la mamma, de Donizetti, con su genial interpretación junto a Joan Pons. Actuó también en numerosos recitales y conciertos.
Fue la cantante catalana más universal, la gran diva, aunque a ella no le gustaba nada este adjetivo, pues Montserrat tenía una gran humanidad.
En el Círculo del Liceo le dimos nuestra medalla de oro en una cena de gala entrañable, y posteriormente inauguramos la sala de conferencias musicales y multivisuales de gran éxito. Ella misma destapó la placa con su nombre.
Sus inolvidables actuaciones en el Liceu, creo que no me perdí ninguna, su interpretación junto a Fredy Mercury con motivo de los Juegos Olímpicos y todas las medallas recibidas, no me impiden pensar que Barcelona no le ha dedicado la atención que merecía en los últimos años. Se ha hablado demasiado de sus problemas fiscales pero, después del que organizó el Liceu en el 2012, no le hemos hecho un gran homenaje ciudadano.