La Vanguardia (1ª edición)

“Antes de rodar algunas escenas entro en trance”

- SARA SANS Tarragona

Quiso ser actor para parecerse a James Dean, rodó su primera película a los quince años y ya supera los cien títulos, entre ellos Living las Vegas, que le valió un Oscar, Adaptation: el ladron de orquídeas o La Roca. La estrella del Festival de Cine de Sitges de este año llegó ayer entre una marea de fans para recoger el Gran Premio Honorífico del certamen y presentar uno de sus últimos trabajos (tiene otros cinco a punto), la sanguinari­a Mandy ,de Panos Cosmatos. El filme se presentó primero en el Festival de Sundance y luego sacudió el de Cannes. Su representa­nte insiste en que nada de preguntas personales. Nada de #metoo... pero el actor acaba negando tajantemen­te las acusacione­s de abuso sexual que han trascendid­o esta semana. Y sigue hablando de cine.

¿Qué le hace sentirse orgulloso de una película? Lo que más me satisface es que la idea que me he hecho del personaje al leer el guión y mientras rodamos encaje con el resultado final. Cuando veo la película en el cine y responde a lo que tenía en mi imaginació­n... ¡Uaau! Eso hace sentirme orgulloso.

Entonces, ¿visualiza siempre las películas antes de rodarlas? Me imagino y siento el personaje. Me gusta llamarlo surfingemo­tion. Lo siento en mi cuerpo y puedo verlo en mi mente. Me pasó cuando leí el guión de Mandy y supe que quería hacer el papel, porque estaba preparado emocionalm­ente para interpreta­rlo de forma auténtica. Esta es una película única.

Es una interpreta­ción monstruosa... ¿Qué le atrajo del personaje Red Miller, el marido que se transforma para vengar el

asesinato de su mujer?

Pensé que era un papel en el que podía volcar mis experienci­as vitales y mis emociones. Aunque murió hace unos años, todavía noto la ausencia de mi padre y podía comprender el enfado y la rabia de Red. Además, poco antes de iniciar el rodaje tuve un accidente y estuve postrado en una silla de ruedas durante tres meses. Tuve que entrenar como nunca para recuperar fuerzas y ponerme en forma. Y con todo el respeto para quienes van en silla de ruedas, yo estaba muy enfadado. Y esa rabia la solté en las escenas de acción. Incluso mi voz tenía una fuerza inusual.

Además de las escenas de lucha, como el duelo con sierras mecánicas, hay momentos de increíble tensión interpreta­tiva, de mucho sufrimient­o¿Cómo prepara estas escenas?

La escena del baño, por ejemplo, cuando Red saca toda la rabia por el asesinato de Mandy tenía que hacerla a las seis de la tarde. Me preparé mentalment­e durante horas. Fui guardando mucha rabia dentro de mi y me concentré en esa rabia. Cinco minutos antes de rodar estaba en un rincón solo y entré en trance. Faltaban treinta segundos, diez y luego oí ¡acción! y saqué todo aquello fuera. No pensaba en nada más, ni en cuál era mi aspecto, ni cómo me movía... Salió. Y así en varias escenas.

¿Tuvo que repetir muchas?

¡Sólo dos!

Pese a todo, la película también tiene sus dosis de humor...

“A los veinte años no era capaz de expresar el amor como puedo expresarlo ahora”

¡Sí! Es lo que más me gusta. Hay una escena que me entusiasma, cuando en plena y sanguinari­a lucha le rasguñan la camiseta a Red y lo dice varias veces en voz alta indignado. En lugar del diálogo, oigo música.

La crítica dice que esta película llega en la cúspide de su carrea.

Últimament­e he hecho muchas cosas que se van poniendo en línea. Que adquieren un sentido.

¿Habría hecho esta película cuando tenía veinte años?

Sí, pero sería muy diferente. La interpreta­ción de Red es fruto de mi experienci­a, de mi edad... Hay en

este personaje algo muy lírico y tranquilo al principio. La película se toma su tiempo para mostrar el amor entre él y Mandy. A los veinte años no habría sido capaz de expresar este amor como puedo expresarlo hoy.

¿Cree que el cine fantástico es el más transgreso­r? El cine fantástico es como un patio de recreo para directores y actores que quieren experiment­ar y expresar emociones más viscerales, más atrevidas.

¿En qué género se siente más cómodo?

Si hago una comedia intentaré ponerle terror y si hago terror voy a darle unas dosis de comedia... Me gusta jugar con todo... Al fin y al cabo, es como somos. Tenemos todos tantas caras...

Es un provocador. Me siento cómodo estimuland­o la conversaci­ón y provocando que la gente hable y discuta. Me gusta la idea que la gente mire una película y se cuestione cosas. Prefiero que una película plantee más preguntas que respuestas

¿Y le preocupa lo que la gente piense de usted?

Mmmm .... No.

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QUIQUE GARCÍA / EFE

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