No tiene que demostrar nada
Prácticamente nunca dimensionados como se merecían y postergados, a menudo displicentemente, en el circuito de la música de baile por los popes de la crítica musical, el tiempo y la calidad han acabado poniendo en su lugar a Chic. Y sobre todo a Nile Rodgers. Porque desde su gloriosa época a finales de los setenta en el seno de la banda hasta su protagonismo determinante en el exitazo planetario Get lucky de los Daft Punk hace cinco años, su papel en la evolución de la música de baile ha sido/ es capital. Por no citar su brillantísima faceta como productor, ya sea con David Bowie o Diana Ross pasando por Madonna.
El caso es que It’s about time es el primer álbum que Chic como grupo publica en 26 años, y el quinto desde el fallecimiento de Bernard Edwards, su complemento musical desde prácticamente siempre. Acompañado de una lógica expectación, cabe decir que se trata de una magnífica colección de temas para agitar las pistas de baile, y que su gestación ha sido prolongada y se intuye que no sencilla. Los nueve temas propuestos –incluyendo un remake conducido por Lady Gaga del glorioso hit de la banda I want your love del 79– demuestran la capacidad de Rodgers de crear nueva música y no columpiarse en el legado sonoro. Es decir, elaborar una obra adictiva de pop actual y desdeñar claramente una apuesta retro. Suenan ecos del Déjà vu de Moroder, y es entonces cuando queda claro que Rodgers es especialmente brillante cuando no tiene nada que demostrar, como en I dance my dance o State of mine (it’s about time).