De Panteras Negras, la guerra fría, el Che, la CIA...
El guión del cómic Black is Beltza ya perfilaba una fascinante trama argumental, que en el largometraje queda notablemente enriquecida. En la Pamplona de 1965, la comparsa de gigantes, es decir, la imagen tópica/típica de las fiestas de San Fermín, es invitada a desfilar por la Quinta Avenida de Nueva York. Una vez allí, a los dos gigantes negros se les prohíbe hacerlo por razones de discriminación racial. Manex Unanue, uno de los mozos que debía portar a uno de los gigantes vetados, decide no volver a su casa decepcionado por la decisión de sus compañeros de acatar la orden. Después de pasar unos años en Cuba, en donde será entrenado y acabará conociendo al Che Guevara antes de que éste viaje a Bolivia, el protagonista recibe el encargo de sacar de Estados Unidos a un Pantera Negra y llevarlo a Cuba ante la certeza de que puede ser asesinado. El viaje de traslado deviene rocambolesco ya que la CIA sospecha que el régimen castrista está directamente involucrado en este tipo de operaciones, incluso en suelo estadounidense. Ello da pie a un agitado periplo viajero por diferentes partes del planeta donde cohabitan ficción y realidad, en forma de mirada políticamente comprometida al pasado y, por extensión, al presente.