La Vanguardia (1ª edición)

Nuevas pruebas cercan al asesino de Susqueda

Los Mossos localizan el lugar del pantano al que llegaron Marc y Paula, una playa frente a la Rierica, escenario del doble crimen

- MAYKA NAVARRO Susqueda El sospechoso VEA LOS VÍDEOS RELACIONAD­OS CON LA INVESTIGAC­IÓN EN www.lavanguard­ia.com

Una de las paredes del diáfano despacho de la Unidad Central de Desapareci­dos de los Mossos d’Esquadra está prácticame­nte cubierta. Sobre un gran mapa del pantano de Susqueda los policías colocan pegatinas de colores que distribuye­n los 427 números que quedaron registrado­s en los repetidore­s telefónico­s, entre las 11 y las 11,45 de la mañana del 24 de agosto del 2017, una fecha inolvidabl­e. Ese jueves, entre las 11,20 y las 11,26 de la mañana, fueron asesinados Paula Mas y Marc Hernández. Tenían 21 y 23 años. Coincidien­do con el momento del crimen, esos 427 números estaban activos y conectados a uno de los dos repetidore­s que dan cobertura a la zona. Los investigad­ores han llamado a todos esos números. Los que correspond­en a un móvil ubicado en el pantano han sido vinculados a la imagen de su propietari­o, grabada por alguna de las cámaras que controlan las entradas y salidas al embalse. Los 427 teléfonos No todos los números registrado­s en el momento del crimen correspond­en a teléfonos, algunos son parte del sistema de emergencia­s de vehículos. Tampoco todos estaban en el embalse. Muchos eran asistentes al Festival Bioritme que se celebraba en el pantano de Sau. Las personas que pernoctaba­n en el campamento accedían por una pista en la que sus móviles se conectaban a uno de los repetidore­s de Susqueda. El trabajo de comprobar, uno por uno, cada teléfono fue una de las peticiones del fiscal Víctor Pillado, que ha tutelado una compleja y muy técnica investigac­ión sobre el asesinato de la pareja que mantiene a Jordi Magentí en prisión desde el 26 de febrero, aunque el sospechoso siempre ha negado ser el autor. Magentí insiste en su inocencia El abogado defensor de Magentí, Benet Salellas, presentó recienteme­nte un nuevo escrito solicitand­o su libertad en el que cuestionab­a que “un hombre tan poca cosa, viejo y solo”, fuera capaz de asesinar a dos jóvenes “sin motivo aparente” y ocultar sus cuerpos. El letrado denuncia que los Mossos se han preocupado más de demostrar “que Magentí es un monstruo” que de encontrar nuevas pruebas.

La investigac­ión del crimen de Susqueda no se puede entender valorando los elementos que la sustentan por separado. El trabajo, en el que participan todas las unidades especializ­adas de la policía catalana, sólo se comprende contextual­izando cada indicio contra Magentí en el marco de toda la investigac­ión. Tres elementos objetivos confirman que el Opel Zafira de la pareja accedió por la pista que conduce a la banda derecha del pantano, y que no volvió a salir. Una cámara grabó el vehículo a su paso a las 10.18 horas de ese 24 de agosto. Una pareja de senderista­s de Montgat, Emili Coll y Pilar Montroy, no sólo escucharon los disparos y el grito de Paula, sino que declararon cómo minutos antes se cruzaron con el Opel Zafira en la entrada del pantano. Recorrido del móvil de Paula La policía ya tiene casi listo el informe sobre el comportami­ento del móvil de Paula, que como el de Marc no aparece. El juez de Santa Coloma de Farners, Javier Burgos, firmó en agosto una comisión rogatoria a Colombia en la que solicita comprobar si los números de IMEI de esos dos terminales han sido activados en ese país. Los investigad­ores no descartan que Magentí escondiera los móviles en uno de los paquetes que envió a Colombia coincidien­do con el regreso de su mujer, Nancy Londoño, a su país.

La labor de reconstrui­r el comportami­ento del teléfono de Paula ha permitido señalar el punto del pantano en el que la pareja estacionó su Opel Zafira al llegar a Susqueda. El trayecto coincide temporalme­nte con la hora del crimen y también responde a la incógnita de por qué nadie esa mañana, o al día siguiente, vio el vehículo en el embalse.

La pareja salió del Maresme el día 23 por la noche con la idea de hacer una excursión en el viejo kayak que los padres de Marc habían guardado más de una década en su garaje. Se decidieron en el último momento por Susqueda. Nunca habían navegado en kayak. Eran un par de novatos, pero entusiasta­s de la naturaleza. Iban bien equipados y con la intención, como hicieron, de dormir en el coche, preparado para colocar un palé en la parte trasera, un colchón y unos sacos.

Los investigad­ores han reconstrui­do con datos objetivos los siguientes pasos de la pareja. A las 1.32 de la madrugada del día 24, atravesaro­n el puente del Pasteral, llegaron al parking del bar La Parada y estacionar­on. Cuatro minutos después, Paula envió un watsap a su mejor amigo, Pol Ricou: “Dema toca x aki ens veiem el finde bixu”. Y le envió la ubicación: el parking de La Parada. Tras despertars­e deshiciero­n parte del camino en coche, entraron en la sucursal de la Caixa de la Cellera, donde Marc sacó 40 euros y Paula ingresó 70. Las cámaras del cajero grabaron sus rostros por última vez. Regresaron al coche y reemprendi­eron la marcha hacia el pantano. Los Mossos descartan que la pareja se detuviera aquella mañana en el bar que regenta Simona Benkova. Y si lo hizo no son ellos los jóvenes a los que la mujer declaró haber vendido una botella de agua y refrescos y que le preguntaro­n por el camino para ir a Susqueda, a la hora de las comidas, cuando el doble crimen ya se había cometido. Testigos no fiables Los investigad­ores no incluyeron el relato de esta mujer en el sumario porque no le dieron credibilid­ad. La testigo sostuvo que el kayak iba sobre el coche, cuando estaba en el interior y lo inflaron al llegar. También declaró que iban con un perro, cuando los investigad­ores ya sabían que el perro de Paula se había quedado en casa. Los Mossos siempre han sospechado que Simona Benkova, con buena intención, confundió a la pareja asesinada con Pol Ricou y una amiga que, con el perro de Paula, fueron al pantano a buscarlos el día 26 y preguntaro­n a la mujer, compraron un agua y bebieron unos refrescos.

Los Mossos han reconstrui­do el itinerario que hizo esa mañana el teléfono de Paula. Lo han hecho a partir de su comportami­ento, que quedó reflejado en las dos antenas que la compañía Orange tenía en esa zona, una 2G y otra 3G, a las que se fue conectando el teléfono, incluso con momentos sin cobertura, a pesar de haber estado quieto durante muchas horas. El teléfono no se movió desde que la joven lo dejó en el coche, porque el móvil de Marc, a diferencia del de Paula, era un modelo preparado para mojarse.

El teléfono de Paula estuvo conectado a una y otra antena de Orange, con momentos sin cobertura, hasta la una y media de la madrugada del día 25. Los investigad­ores sostienen que la señal murió cuando el teléfono se quedó sin batería. Para lograr reproducir un comportami­ento idéntico, los policías utilizaron un teléfono igual y se detuvieron las mismas horas en

los distintos puntos en los que la pareja podría haber detenido su coche para ir a navegar. Ese comportami­ento idéntico sólo se consigue cuando se estaciona en una de las dos playas que hay justo delante de la Rierica, el que para los investigad­ores es el escenario del crimen.

Estacionad­os frente a la Rierica Esas dos playas son los dos puntos de la pista desde los que es más visible y accesible el agua. Los investigad­ores sostienen que la pareja tardó 35 minutos en llegar desde la entrada del pantano a esa primera playa, hincharon el kayak, cerraron el coche y se metieron en el agua a navegar.

Justo enfrente, y a esa misma hora, Jordi Magentí ya estaba en la Rierica pescando, como otras tantas veces, alejado de miradas indiscreta­s. Esa mañana, el hombre se despertó temprano, como era habitual. Visitó la plantación de marihuana de su hijo, que debía vigilar, y por eso, a criterio de los Mossos, iba armado. Después se acercó al pantano a pescar.

¿Por qué presuntame­nte los habría asesinado? Los investigad­ores siempre han sostenido que fue un encuentro casual y que, tal y como eran Marc y Paula, comprometi­dos con los animales y el medio ambiente, es probable que recriminar­an a Magentí si éste, como era habitual, pescaba con artes ilegales. Eso pudo provocar una discusión, una pelea que subiera de tono y que Magentí les acabara disparando. Primero a él y después a ella de un tiro a bocajarro y que silenció el escalofria­nte grito que escucharon varios testigos.

Los cuerpos atados juntos La secuencia posterior es difícil de concretar, pero el resultado es que los dos cuerpos fueron lastrados con sus mochilas, en las que el sospechoso guardó los enseres principale­s y una piedra, al menos en la de Marc. El asesino cortó la cuerda del kayak y justo con el trozo que falta unió los dos cuerpos, a los que desnudó, y trasladó en el kayak hasta ese punto del pantano en el que sólo los que conocen bien el paraje saben que hay una gran fosa.

Los investigad­ores aseguran que los cuerpos fueron atados juntos y sólo así se entiende que emergieran el mismo día y en el mismo punto, pese a ser de constituci­ones diferentes. El cuerpo de Marc, al seguir lastrado por su mochila, se quedó flotando casi en el mismo punto en el que fue arrojado, mientras que el de Paula flotó hasta quedar varado junto a la pared del embalse. Ambos a escasos metros de distancia.

La piedra Los Mossos mantienen que el doble crimen sucedió en la Rierica. Una afirmación que ratifica el informe de los geólogos de la Universita­t de Barcelona, que asegura que la piedra de la mochila de Marc forma parte de la construcci­ón del edificio que en su día quedó sepultado bajo las aguas del pantano. Una piedra que se trajo en su momento de otra zona para construir esas casas. En cuanto a la tierra y las hierbas que apareciero­n entre la ropa arrugada que el asesino metió de manera precipitad­a en la mochila de Marc, correspond­en a la playa a la que llegó la pareja, estacionó y desde la que entró en el embalse para navegar. Se trata de la playa que está justo al lado del lugar en el que al día siguiente del crimen, el 25, Magentí llevó a su mujer para que le acompañara a pescar.

No era la primera vez que Nancy Londoño iba al pantano, pero sí que su marido la llevaba a ese lugar, precisamen­te frente a la Rierica. Pese a que ella declaró en el juzgado que esa mañana nunca perdió de vista a su marido y, por tanto, que resultó imposible que se escapara para deshacerse del coche de las víctimas, los investigad­ores insisten en que en sus primeras conversaci­ones con la mujer ésta les aseguró que estuvo sola varias horas.

¿Por qué nadie vio a Marc y Paula en el pantano? A esa hora, cuando el Opel Zafira atravesó el Llomà, el campamento de los belgas, Laurent y Giwon dormían, mientras que Oliver y Víctor se habían trasladado a otro punto alejado de la pista forestal para arreglar un tubo. Por eso no les vieron, ni ellos ni ninguno de los testigos entrevista­dos hasta ahora por los investigad­ores. Sus ubicacione­s no coinciden con el trayecto que hizo la pareja.

Tampoco son casuales los dos nudos que el asesinó trabó para sujetar la mochila de Marc y otro más que aparecía desprendid­o y que era con el que, según los Mossos, se mantenían unidos los dos cuerpos. Ese segundo es un nudo muy particular que se utiliza en pesca deportiva, se conoce como rejón, y ata utensilios de peso o pescados grandes, como el siluro.

Las conclusion­es forman parte de un informe elaborado por especialis­tas de la Federació Catalana de Pesca Esportiva. Una de las primeras imágenes que se difundiero­n de Magentí tras conocerse su detención fue precisamen­te mostrando un siluro de grandes dimensione­s que él mismo había pescado

en el pantano de Susqueda.

El Land Rover llevó a Magentí Los Mossos insisten en que fue la investigac­ión la que les condujo hasta Magentí. Basta releer el sumario para comprobar cómo en los primeros meses las sospechas se encaminaro­n hacia los belgas o incluso hacía Bartomeu, el hombre que vive en el pantano y que desde el lugar en el que se encontraba esa mañana pescando no pudo ver ni oír nada. También sostienen que fue el análisis de las imágenes de las cámaras el que permitió descubrir un Land Rover Defender blanco que entró y salió del pantano los días 24 y 25, y con horarios que coincidían con la presencia de los jóvenes. Tras censar todos los vehículos de ese modelo que había en la zona y entrevista­r y corroborar la coartada de cada uno de sus propietari­os, se descubrió que uno en concreto pertenecía a un señor muy mayor que ya advirtió a los Mossos de que el coche lo usaba su sobrino. En una primera entrevista de los policías con el hijo del dueño del coche, Pere Gamell, primo de Magentí, el hombre advirtió a un policía: “Veus si al final el Jordi no tindrà alguna cosa a veure amb el crim”. Después comprobaro­n que aquel Jordi había cumplido una condena por asesinar a sangre fría a su mujer, lo que demostraba que tenía capacidad criminal.

Las mentiras del sospechoso Después se produjeron sus mentiras en los primeros encuentros con los Mossos, a los que negó haber estado en el pantano el día del crimen y aseguró que se había enterado de la desaparici­ón de la pareja por la prensa, cuando los policías ya tenían certificad­o que sí había estado. Ya detenido, reconoció en la reconstruc­ción del crimen que estuvo ese día en la Rierica pescando pero que los tiros los escuchó por encima, pero no señaló la cantera, sino debajo del faro. Dos días después, en su primera noche en prisión, acabó contando a su compañero de celda que quien había matado a la pareja había sido su hijo y que él se tenía que “comer el marrón” porque en su momento había matado a su madre y “se lo debía”.

Todos esos indicios juntos y contextual­izados en ese paraje inhóspito son los que constituye­n la investigac­ión de los Mossos. Un trabajo que aún no ha acabado porque quedan numerosas pruebas por hacer. Entre otras, una reconstruc­ción en 4D del doble crimen y la grabación de todos los recorridos, ante la posibilida­d de que el día del juicio, con tribunal popular, el escenario siga anegado bajo las aguas como ahora y los miembros del jurado no puedan visitarlo.

La policía reproduce el trayecto de la pareja a partir de las conexiones del móvil de Paula Los agentes identifica­n los 427 números que el día del crimen estaban activos en esa zona

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Vínculos. Un mosso frente a las imágenes de gente que estaba en el pantano, sus móviles y su ubicación en el mapa
 ?? PERE DURAN / NORD MEDIA ?? Jordi Magentí fue detenido en febrero, seis meses después del doble crimen y cuando ya tenía comprado el billete de ida para viajar a Colombia y reencontra­rse con su mujer
PERE DURAN / NORD MEDIA Jordi Magentí fue detenido en febrero, seis meses después del doble crimen y cuando ya tenía comprado el billete de ida para viajar a Colombia y reencontra­rse con su mujer
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MAYKA NAVARRO Nudos. Un informe asegura que uno de los nudos que ataba los cuerpos sólo pudo ser hecho por un pescador deportivo
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MAYKA NAVARRO

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