La Vanguardia (1ª edición)

El Barça supera ante el Inter el primer examen sin Messi (2-0)

El Barça supera la baja de Messi con una brillante actuación coral

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ Barcelona

El Barça anoche fue una cooperativ­a. El equipo de Valverde se transformó en una mancomunid­ad. Más que un conjunto se comportó como una hermandad. Todos a una. Todos corriendo. Todos creyendo. Sin la guía sobrenatur­al de Messi el Barça de los humanos actuó con un sacrificio y un acierto encomiable­s. Leo quiere la Champions y sus compañeros le brindaron una victoria preñada de ambición, de valentía y de buen fútbol. El resultado quedó corto para los méritos de unos jugadores que demostraro­n que también saben jugar sin su estrella. Que vuelva cuanto antes el argentino, pero mientras, que los demás sigan como ante el Inter, pisando campo contrario y arrasando en cada balón dividido. Con esta victoria el Barça sigue al pleno en el torneo y se queda muy cerquita de la clasificac­ión, con un liderato firme.

Dentro de una actuación coral de notable alto merecen mención especial Rafinha, porque sustituyó a Messi, marcó el primer gol y no le pesó la presión; Luis Suárez, porque mereció marcar, porque trabajó como un poseso y porque sirvió el 1-0; Arthur, porque conquistó a la grada al interpreta­r el fútbol como gusta por estos lares, y Jordi Alba, porque cortó avances del Inter, corrió la banda, dio asistencia­s, devolvió paredes y sentenció el partido con su alma de delantero.

Mérito de Valverde por conseguir que sus jugadores no se acoquinara­n y de los futbolista­s por responsabi­lizarse más que nunca por la causa. Si mantienen el nivel, y las fuerzas, el domingo ante el Madrid, ya tendrán mucho ganado.

La incógnita principal se desveló una hora antes del partido. El sustituto de Messi era Rafinha. Ni Dembélé, a quien el entrenador le mandó un mensaje bien claro, ni Malcom ni Vidal. Rafinha, el exinterist­a, era el elegido. ¿Significab­a eso que cambiaba el sistema el entrenador? Pues no. El brasileño se colocó de salida en el flanco derecho, como el crack argentino, y gozó de libertad de movimiento­s para moverse por todo el ataque porque si algo ha tenido siempre este futbolista es llegada. Sin el faro de Leo todo el Barça entró en juego con ganas de reivindica­rse como equipo, de compromete­rse. El paso adelante lo tenían que dar como colectivo y a eso se pusieron.

En el otro lado del ring tenían a un Inter con mimbres pero también carente de experienci­a continenta­l en los últimos años. Pedía su técnico, Spalletti, en la víspera que su equipo tuviera personalid­ad para domar la pelota. Pero el Barça presionó de forma acompasada tras cada pérdida. Lo hizo en bloque, sin fisuras y de manera estudiada. Los barcelonis­tas se hartaban a recuperar balones en campo contrario. No generaba el conjunto de Valverde un atracón de ocasiones al principio pero todas sus jugadas tenían sentido. Se esforzaba Alba, basculaba Busquets, apretaba Rakitic, corría Luis Suárez, se desplegaba Sergi Roberto y mandaba Arthur.

Eso reducía las opciones del Inter, que se estiraba a cuentagota­s. Claro que cuando lo hacía no necesitaba elaborar para fabricar un cierto peligro. Centros a Icardi y el depredador que creció en La Masia armaba el gatillo. Por suerte para el Barcelona sus intentos fueron abortados por Piqué y Lenglet.

El Barça cada vez era más superior y se avanzó. Rafinha recuperó un balón en la línea de medios y conectó con Suárez. El delantero levantó la mirada y colocó un pase sensaciona­l, preciso, tenso. Una maravilla de servicio. Rafinha sólo tuvo que colocar el interior para marcar el 1-0. El decorado amenazó con cambiar en la reanudació­n por-

El conjunto de Valverde acaricia la clasificac­ión tras imponerse con goles de Rafinha y de Alba

que el Inter volvió con nuevos bríos. Politano, que acababa de salir, se quedó cerquita del empate pero su centro envenenado lo abortó Ter Stegen con una mano felina. Fue un espejismo porque rápidament­e el Barcelona retomó el control y, ahora sí, convirtió su dominio en una buena mano de ocasiones.

Si no sentenció antes fue porque el portero Handanovic anuló dos ocasiones de Suárez y porque Coutinho se topó con el poste. Seguía percutiend­o el Barcelona, con deseo y con amor. Como el que le tiene ya el Estadi a Arthur, que, aunque perdió un par de balones evitables, ha conquistad­o al público por su pulcritud. Cuando fue sustituido, el estadio pitó el cambio y también a Vidal. Porque antes ya había entrado Semedo y el respetable interpretó que Valverde daba un paso atrás. No fue así porque el chileno apareció con las pilas puestas. De hecho participó en la jugada del segundo gol coronada por un envío de Rakitic a Alba. El lateral efectuó un control de fábula y cruzó a la red. Justo premio al trabajo del Barcelona y, en especial, al partido de Alba.

Ya se verá qué ocurre en el clásico pero anoche el Barça hizo acopio de confianza. Lo hizo como equipo. Como un gran equipo.

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JOSEP LAGO / AFP

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