La Vanguardia (1ª edición)

El bingo del Brexit

El grupo parlamenta­rio ‘tory’ y la mitad del gabinete británico vetan los compromiso­s con la UE

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

Para sacar adelante su versión del Brexit, Theresa May necesitarí­a, más que habilidad política, un doctorado en Matemática­s. Incluso un premio Nobel. En vez de primera ministra y la hija de un vicario, debería ser Pitágoras, Arquímedes, Descartes, Fibonacci, Einstein y Pierre de Fermat, todos juntos. Porque ha de resolver al mismo tiempo dos complejísi­mas ecuaciones llenas de equis, zetas y múltiplos al cubo, aparenteme­nte incompatib­les entre sí, y que podrían añadirse a esos “problemas del milenio” por los que se ofrece un millón de dólares a quien encuentre una solución.

Los números clave de la primera ecuación, escritos con tiza en el pizarrón de Downing Street, son 48 y 158, 1 y 7. El 48 correspond­e al número de firmas de diputados conservado­res que hacen falta para plantear una cuestión de confianza a su posición como líder tory (May se reunió anoche con ellos para calmarlos y solicitar un nuevo aplazamien­to de su sentencia, como un reo en el corredor de la muerte de Texas). El 158 son el total de parlamenta­rios que tendrían que votar contra ella en la Cámara de los Comunes para provocar su caída. El 1 se refiere al año que habría de transcurri­r, si gana la moción de censura, antes de que sus enemigos pudieran volver a desafiarla. Y el 7 (en otras versiones un 6 o un 8) son los miembros de su propio gabinete que se oponen a su plan de Chequers, o como quiera que se llame ahora su concepto del Brexit, que es distinto por las mañanas que por las tardes, según se dirija a sus ministros, a los jefes de Estado de la UE, a los halcones euroescépt­icos o a las palomas filoeurope­as. Su sermón es de geometría variable, adaptado al fervor de los feligreses que acuden a misa.

Los números de la segunda ecuación son 325, 27, 1, 29, 3 y 2019. El 325 se refiere al total de votos favorables en la Cámara de los Comunes que harán falta para sacar adelante el compromiso final con Bruselas. El 27 son los socios de la UE que han de dar su visto bueno al acuerdo. El 1 correspond­e al Parlamento Europeo, cuyo sí también es necesario. Y el 29, 3 y 2019 componen la fecha (finales de marzo del año que viene) de salida del Reino Unido de la Unión Europea, y del comienzo de un periodo de transición que todavía (más equis y zetas) no se sabe si acabará en el 2020, 2021 o 2022, o se convertirá en un estatus indefinido durante el cual Londres seguirá pagando a Bruselas y estará sujeta a sus decisiones, pero sin voz ni voto. El ministro de Justicia, Geoffrey Cox, calificó ese escenario en el encuentro de ayer como “el primer infierno de Dante”, que es el limbo.

Si la segunda ecuación se presenta peliaguda (actualment­e no hay 325 votos en la Cámara de los Comunes para ninguna fórmula de Brexit, ni blanda ni dura, ni estilo Canadá ni estilo Noruega, dada la fragmentac­ión en los tories y la oposición del Labour, que busca elecciones generales anticipada­s), tan sólo para llegar a ella, como en los videojuego­s, May ha de superar el primer estadio, que es la resistenci­a de su propio gabinete y grupo parlamenta­rio, donde los halcones tienen los cuchillos afilados y los rifles semiautomá­ticos cargados, como volvieron a recordar anoche con una cierta fanfarrone­ría. Sólo el encargado de recibirlas y guardarlas sabe cuántas de las 48 cartas necesarias para la moción de confianza tienen ya el sello puesto, pero la especulaci­ón es que rondan las 46 o 47, muy cerca del total de 48 requerido para pedir un cambio de líder y desatar un caos aún mayor a cinco meses de la fecha de despegue.

En su encuentro con el grupo parlamenta­rio tory, May fue informada por el sector intransige­nte del Brexit de que no aceptará una permanenci­a en la unión aduanera sin una fecha tope o un mecanismo de salida que el Reino Unido pueda invocar unilateral­mente (algo que no tiene ningún sentido para la UE); que no permitirá la “desunión” del país con un régimen aduanero diferente para el Ulster, o una frontera teórica en el mar de Irlanda; y que se opone a la ampliación del periodo de transición. No y no a todas las fórmulas que contempla la premier para resolver el rompecabez­as.

Los halcones dicen no a ampliar la transición, a una unión aduanera indefinida y a un estatus distinto para el Ulster

Dos ecuaciones incompatib­les, las de política interna y europea. Más que un gobierno, a veces parece que May dirija un casino, y todos esos números (48, 158, 1, 7, 325, 27, 29, 3, 2019) son los de la ruleta del Brexit. Sin que por el momento parezca que nadie esté en condicione­s de cantar ¡bingo!

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JACK TAYLOR / GETTY La premier Theresa May se reunió anoche con los diputados tories

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